3. ¿Mi amor?

1.9K 184 3
                                    

¿Otra vez tú?

Capítulo 3.

—Abby Jones—

Me he despertado temprano, por costumbre ya no suelo despertarme tarde, por lo que sé no hay nadie en la casa, todos están haciendo algunas compras y, claramente, a mí no me invitaron porque pensaron que seguía durmiendo hasta tarde como antes. Agradezco que hoy no deba lidiar con Ades, no sé hasta cuándo pueda contenerme ante lo que siento por él. Saco de la nevera una caja de leche y aprovechando que no hay nadie me pego en ella, es descremada y está deliciosa.

—Maleducada —me dejo caer toda la leche encima cuando escucho una voz, pensé que estaba sola, pero veo que me equivoqué. Miro que Ades se ha concentrado bastante en mi blusa y me doy cuenta de que gracias a que quedé empapada se me ven los senos a simple vista. Le lanzo la caja para que no me siga mirando, pero él la alcanza—. En Oxford parece que no te enseñan nada bueno: altanera, arrogante y ahora maleducada, así no se puede, Abby.

—Entonces creo que en tu vida pasada fuiste a Oxford porque créeme que eres un gran estúpido —camina hasta la encimera y se apoya haciendo que sus músculos se marquen, solo trae su ropa de deporte que me permite ver sus claros tatuajes y ahí está el del infinito.

—Estás muy respondona —se aleja hasta una de las puertas y regresa con una camisa de color negro y supongo que es suya, me la lanza y la tomo en mis manos—. Ponte eso, verte los senos no me ayuda en nada.

—Sí, ya lo noté en tu sudadera —bajo la mirada a su notable erección, me doy la vuelta para sacarme la blusa y cuando me estoy por poner la camisa Ades me la quita. Me giro con rapidez hacia él, pero tapando mis senos—. Dame eso, Ades, no estoy para juegos.

—Verte así me hace recordar cuando te causé tu primer orgasmo, ¿te acuerdas? En la casa donde vivíamos antes —me quedo callada y siento mis mejillas arder—. Por tus mejillas rojas me atrevo a decir que recuerdas muy bien cómo te tocaba, cómo gemías envuelta en el placer que te estaban dando mis…

—Basta. —Lo interrumpo—. Dame la puta camisa —le extiendo la mano, cubriendo mis senos—. ¿No me darás nada? Está bien, puedo ir por una de Víctor.

Salgo de la cocina con una sonrisa y todo muere ahí. Ok, no, ojalá todo hubiera sido tan fácil como dije antes. El imbécil de Ades me ha detenido dejándome atrapada con sus brazos y maldigo a Víctor porque se fue con mi tía y las chicas. No le quito la mirada a Ades en ningún momento y él tampoco lo hace. Decido bajar mis manos dejando ver mis senos, nuestras miradas son una sola y mis latidos se han hecho presentes.

—No te tocaré porque tú misma vendrás a mí —empieza a rozar su nariz por mi mejilla y cuello, lucho con todas mis fuerzas para actuar normal—. Abby Jones, tú vendrás a mí rogando que te haga mía y ese día te tocaré como el desabrido que tienes como novio no lo ha hecho.

—Jamás te rogaría que me hicieras tuya, escúchame bien, jamás —resueno la última palabra—. Mejor esto quedará así, te voy a provocar tanto que vendrás a mí para tenerme, pero te diré que no y así el que va a rogarme porque me deje tocar vas a hacer tú y no yo.

—¡Eres un tamposo, Víctor! —se escucha la dulce voz de Belén y supongo que ha querido decir que es un tramposo, pero como es una niña no le sale tan bien. Ades se aparta y yo le quito la camisa para colocármela con rapidez y me quedo a su lado como si nada hubiera pasado, mi pequeña hermanita corre hasta mis brazos cuando me ve y me besa la mejilla para después darle un beso a Ades en su nariz haciéndolo sonreír y veo que la quiere mucho, igual que ella—. Manito y manita juntos.

—Hija —mi tía me saluda—. Pensé que ibas a seguir dormida, con eso que amas despertar tarde.

—No le levantes falsas calumnias a la niña —Vidal me defiende y sonríe—. Ahora que están todos juntos deberíamos salir un rato.

¿Otra vez tú? «segunda parte de mi chico malo» ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora