31. Lo prometo

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¿OTRA VEZ TÚ?

Capítulo 31.

—ADES COOPER—

Cuando miré a Abby salir del hospital después que el papá de Fabián la había culpado de su muerte, entendí que ella lo menos que necesitaba era estar sola, quise alcanzarla, pero cuando salí no estaba en ningún lado, y sabía que a su casa no iría porque lo que ella necesitaba era tranquilidad. El no estar juntos no quiere decir que ya no me preocupe por su estado de ánimo, y por eso compré el boleto para ir a buscarla, y verla allí sentada al lado de la tumba de su mamá me hizo saber que buscaba consuelo, así era yo cuando era un niño y sentía que odiaba al mundo. Duraba horas contándole cómo me sentía y lloraba porque no comprendía el porqué me la habían arrebatado de esa manera tan cruel cuando yo todavía la necesitaba.

Hoy cuando miraba a Abby llorar y sonreír en los lugares que más la hicieron crecer entendí que ya era libre de todo dolor, y que tal vez hice mal dejándola ir porque los dos nos queremos y eso no va a cambiar. Estoy acostado en la cama del hotel donde pasaremos la noche y escucho la voz de Abby.

—Ades, ¿puedes venir? —cuando llego donde se encuentra sonrío mirándola, solo se le ve la cabeza, su cuerpo está detrás de la puerta del baño—. Préstame ropa, es que yo no traje nada que ponerme y la mía está húmeda porque la lavé.

Solo niego con la cabeza, se ve tan inocente y sé que no lo es, me acerco al bolso con ropa que traje y saco un bóxer acompañado de una camisa.

—Seguro te quedan grandes, pero te servirán —se los paso y me sonríe.

No se cómo se pude querer tanto a una persona que no lleva tu sangre, Abby se ganó todo conmigo y si quiero recuperarla me tocará tomar medidas drásticas, ya sé que va a sufrir un poco con lo que tengo pensado, pero la tengo que recuperar, y quizás con lo que haré ella decida quedarse conmigo.

«Esto será divertido, no para Abby, pero lo será».

Salgo hasta el balcón y desde aquí se ve la ciudad, nadie diría que allá se escucha tantos ruidos y desde acá es paz absoluta. Aprovechando que hay un cómodo mueble me siento en el y dejo mi vista hacia el cielo, son tantas cosas que han pasado que no he sido feliz con Abby y quiero que todo pase, que ya seamos felices sin ponernos a pensar en nada, lo merecemos, no es justo para ninguno de los dos estar separados cuando nos amamos.

—¿Pensando en mí?

Me quito los brazos de los ojos y la miro frente a mí, su cabello húmedo le cae a horcajadas, su rostro limpio y una leve sonrisa. Se me sienta al lado y cruza sus piernas dejando sus manos hacia delante para mirarme.

—Solo bromeaba, no tenías que quedarte callado.

—Tú me piensas siempre, estamos a mano —nos miramos hasta que ella me quita la mirada—. ¿Ya estás mejor?

—Fue muy tranquilizante dejar ir todo aquello que no me hacía bien, pero fue mucho mejor tenerte a mi lado —sonrío por lo que dice—. Digo, no me sentiría cómoda si lo hubiera hecho sola.

—Sí, claro —le digo con una nota de sarcasmo—. Le avisé a tu tía y a tu papá que estás bien, ellos estaban muy preocupados porque saliste del hospital sin decir nada.

—Necesitaba paz —aprieta sus labios, se queda callada mirando a la nada hasta que vuelve hablar—. Abrázame, ¿si? Me hace falta un abrazo.

—No te daré un abrazo —me mira con seriedad—. Te daré muchos, Abbychuela.

Paso mis brazos por su cintura y la atraigo hacia mí, su cuerpo está frío y su cabello húmedo. Mi corazón amenaza con salirse por tenerla tan cerca y mi Abbychuela es la única que puede ponerme nervioso, ya sé que lo que tengo planeado la va a lastimar, pero es arriesgarse o dejarla ir, y, sinceramente, me voy por la primera.

¿Otra vez tú? «segunda parte de mi chico malo» ©Where stories live. Discover now