13. Una pesadilla más que real.

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¿OTRA VEZ TÚ?

Capítulo 13.

—Abby Jones—

Estoy bien acostadota y mi estómago empieza a rugir; tengo hambre. Me pongo mis pantuflas para bajar a comer algo, después de todo lo que hice con Ades ayer me quedó doliendo todo, y encima de eso el hambre no se va. Voy bajando las escaleras y veo que Celeste viene subiendo, parece extraña.

—Déjame adivinar, ¿estás así porque terminaste con Owen? —le afirmo y ella sonríe un poco—. ¡Ya sé! ¿Te lo hicieron mal?

—Nada de eso, solo que el doctor que atendió a Ades aquella vez está aquí.

—¿Cómo que está aquí? —pregunto mientras ladeo mi cabeza.

—Sí, aquí, está en la puerta con nuestra madre Karla —no presto mucha atención a cómo le dice a mi tía y empiezo a bajar las escaleras, debo saber qué hace el doctor aquí, y cómo es que sabe dónde vivimos.

Le hago señas a Celeste para que siga y cuando piso el último escalón escucho lo que jamás imaginé que saldría de los labios de mi tía.

—Roberto, yo entiendo que todos estos años la hayas mirado desde lejos, que hayas pedido que te mandaran a trabajar a Londres porque sabías que ella vendría a visitarme y así no te perderías de verla, pero entiende que para Abby no va a ser fácil enterarse de que tú eres su verdadero padre.

—¿Qué acabas de decir, tía?

Un enorme dolor se ha instalado en mí, me pongo la mano en el pecho porque no sé si escuché mal o lo que acaba de decir mi tía es verdad. Siento como si mis ojos pesaran y dejo salir las lágrimas, no sé qué mala broma sea esta.

—Cariño —mi tía se pone nerviosa y trata de tocarme, pero levanto mis manos en señal de paz—. Escuchaste mal, yo lo que quise decir fue que….

—Escuché bastante claro cuando dijiste que yo no podía saber que el doctor es mi padre —mis labios empiezan a temblar—. Hablen de una buena vez —miro al doctor—. ¿Por qué está aquí? ¿Por qué hace unas noches los vi discutiendo?

—Es tiempo que sepas toda la verdad, yo soy…

—No lo hagas, por favor —mi tía lo interrumpe entre súplicas—. Yo hablaré con ella primero.

—Me dicen ahora mismo qué pasa, no soy una niña a la que van a envolver con mentiras.

—Yo soy tu verdadero padre.

Y eso es todo lo que necesito para sentirme mareada, mi cuerpo se tambalea y el doctor trata de agarrarme, pero retrocedo. No sé qué carajos es todo esto, ¿cómo que mi padre? Esto no puede ser cierto.

—¿Tiene idea de lo que está diciendo? Yo a usted lo conocí hace unas semanas —mi voz cada vez se debilita más y más—. Usted no puede ser mi papá, tía, dile que no me mienta.

—No es una mentira, cariño —la miro y también tiene sus ojos lagrimosos—. Roberto es tu verdadero padre.

—Debes escucharme, hija, yo…

—¡No me llame hija! —le grito envuelta en el llanto—. Usted no sabe lo que es ser un padre, yo tuve un solo padre y el muy maldito ¡me violó! ¿Y dónde estaba usted cuando él me hizo daño? ¿Dónde estaba cuando yo le suplicaba a ese hombre que me dejara? ¡Nunca estuvo! —cada palabra que sale de mis labios va llena de rabia—. No venga a decirme que usted es mi padre, porque no lo es.

Estoy dispuesta a irme cuando mi tía me detiene, me suelto con brusquedad, pero ella me evita el paso.

—¿Qué te pasa? No tienes por qué decirle todo eso a Roberto, él no tiene la culpa de lo que te pasó, en todo momento te miraba desde lejos —me quedo callada y escucho los sollozos del hombre que está detrás de mí.

—Desde que eres una niña te he visto, te vi crecer desde lejos —trago en seco cuando lo escucho decir eso—. Quería estar cerca de ti, pero el que pensaste que era tu padre me mandó a golpear, estuve en estado de coma por cinco años, no sabes la rabia y la impotencia que me da saber que ese hombre te tocó, porque si yo hubiera estado cerca de ti nada de eso te hubiera pasado —derrama un par de lágrimas—. Entiendo que no me quieras cerca, soy un desconocido para ti, pero no me pidas que me aleje porque no lo haré, llevo años llorando por ti y dejarte ir así solo me destroza el alma.

—Le diré una cosa, la única que ha estado conmigo siempre ha sido mi tía y ella ha hecho de padre y madre para que yo sea feliz, no me interesa que venga usted a decir que es mi padre porque yo tengo una familia, haga su vida con la enfermera Rivera y olvídese de mí. Ya tengo un padre y se llama Vidal —me le acerco—. Mi mamá está muerta y me parece de mal gusto que usted diga que soy su hija porque eso me hace pensar que ella traicionó al monstruo que era mi padre y solo está manchando su memoria, puede irse por donde llegó, no va a conseguir nada de mí.

—Estás siendo muy injusta con Roberto, dime ¿cuántas veces renegaste del padre que te tocó? ¿Cuántas veces lloraste en mi regazo porque tenías miedo y decías que querías un papá que te tratara como su princesa? Muchas veces, ahora no entiendo por qué rechazas a Roberto, él no tiene la culpa de nada y tu madre fue la mejor de todas, pero ella estuvo con Roberto estando casada, todos cometemos errores y nadie es la excepción.

—Déjala, no es fácil para ella enterarse de todo esto —Roberto tiene su cara roja.

—Hazle caso a este hombre —lo miro. Me siento tan herida—. Cuando vuelva a bajar espero que se haya ido.

—Abby —mi tía me ruega para   que me quede—. Estás siendo demasiado injusta.

—¿Injusta yo? Fueron ustedes los que me llenaron de mentiras. Gracias por mentirme todo este tiempo, tía, pensé que eras diferente a todos, pero eres igual o incluso peor —seco mis lágrimas con brusquedad y desaparezco de la vista de ellos.

Entro a mi habitación y me suelto a llorar, me siento mal, no sé qué pensar, me da alivio saber que un monstruo no es mi padre, pero no entiendo nada, ¿por qué salió positiva la prueba de ADN que me hice con Celeste si no llevamos la misma sangre? No entiendo qué pasa y esto que siento dentro de mí me duele tanto. Me dejo caer en mi cama y lloro como nunca antes, no entiendo en qué momento cambió todo, yo no sé qué carajos está pasando.

Lloro por muchas horas hasta que caigo en un sueño profundo.

—Jamás te voy a dejar en paz, seré tu pesadilla por mucho tiempo —siento su respiración en mi cuello y a pesar de que está todo oscuro puedo ver su cara.

—¿Otra vez tú? —aprieto mis ojos.

—Nunca te vas a deshacer de mí, escúchame bien, ¡nunca…!

Sus manos en mi cuello no me dejan respirar, las lágrimas se hacen presente y cada palabra se repite con fuerza.

—¡Nunca! ¡Nunca…!

Un grito desgarrador sale de mis labios cuando despierto de la pesadilla, estaba soñando con el que pensé que era mi padre, en mi sueño estaba vivo y me gritaba que nunca me iba a dejar en paz, todo parecía tan real. Me levanto asustada y miro por toda la habitación, los chicos aparecen y creo que mi grito los asustó.

—¿Qué te pasó? —el primero en acercarse es Ades—. Amor, estás muy pálida.

—Tráele un vaso con agua —le dice Víctor a Dayana que sale enseguida—. ¿Por qué gritaste?

—Tuve una pesadilla horrible —me paso la mano por la cara y Dayana regresa con el vaso con agua y me lo entrega. Me miro en el espejo y tengo una marca roja en el cuello—. Mi padre está vivo, él está vivo.

—Fue una pesadilla, tu padre está muerto —me recuerda Dayana y yo niego.

—No puede estar vivo, sabes lo que pasó aquella noche —me recuerda Celeste haciendo referencia a que mi mamá le disparó.

—Solo estás muy nerviosa —Ades me abraza—. Ese hombre está muerto hace mucho.

—No lo está —afirmo—. Él entró a mi habitación y me hizo esto —les señalo el rojo que llevo en el cuello.

—Seguro te hiciste ese rojo mientras dormías, un maltrato —Víctor me sonríe.

—Para que estés más tranquila buscaremos por toda la casa, ¿te parece? —asiento a lo que me dice Ades.

Salen de mi habitación y yo miro para todos lados, esto no puede ser una simple pesadilla, ¿qué tal y está vivo? ¿Qué tal y él hizo que los exámenes de ADN salieran positivo? Ya no sé qué pensar, la noticia que me dio mi tía alteró todos mis sentidos.

—Nada, buscamos por todos lados y no hay nadie, efectivamente, fue una pesadilla —Dayana se me sienta al lado.

—Esto te ayudará para que duermas, te hará sentir mejor —Celeste me pasa unas pastillas y me la tomo con el vaso con agua que me trajo antes—. Nos iremos para que descanses.

—Ades —lo llamo—. ¿Te puedes quedar? —casi le suplico con la mirada y él le hace señas a los chicos para que salgan.

—Duerme un poco, yo estaré a tu lado —me da un beso en la frente.

Me acomodo en la cama y él hace lo mismo, me rodea con sus brazos y le pido que deje la luz encendida, no sé por qué tengo tanto miedo, algo raro está pasando y debo buscar quién me dé explicaciones porque si yo soy hija de Roberto ¿cómo es que la prueba de ADN arrojó que soy hermana de Celeste? Alguien saboteó esas pruebas y no voy a descansar hasta saber quién me quiere hacer tanto daño, quién es la persona que está detrás de todo esto y por qué tuve una pesadilla tan real.

¿Otra vez tú? «segunda parte de mi chico malo» ©Where stories live. Discover now