Epílogo

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A pesar de que extrañaba mi tierra natal, había sido difícil para mí estar en un sitio donde no era mío. Y sobre todo estar lejos de aquella persona que recién me había amado, igual que yo a ella.

Cuatro años. 1461 días sin él.

Los primeros días había sido completamente difícil, lo extrañaba y mucho, pero no podía hacer nada. Jamás me había dado su número telefónico y su abuela había sido la única que se sabía su número de casa, pero... ¿Yo en que momento sabré cuando él esté en casa o no?, tal vez ya se había mudado y yo no lo sabía.

Así que cuando hablaba por teléfono a mi abuela era la única que me explicaba lo que ocurría con esa familia. Yo estaba contento por ellos, ya que me decía que MinHo seguía visitando la. Mi abuela era aquel pajarito que todo lo cuenta a las personas.
Así que ella era nuestro medio para comunicarnos MinHo y yo. Y saber como estaba el contrario.

A pesar de que había realizado una vida nueva, me había gustado la gente era amable. Y tenía más amistades que me hacían olvidarme de él dolor que me causaba no estar con MinHo. Sin embargo ninguno sabía aquel secreto mío que media 1.84 cm.

-Te extraño.

-Corea no es lo mismo sin ti. ¿No te has conseguido pareja, cierto?.

-A pesar de que digan que soy guapo, no te he olvidado. Mi corazón está reservado para alguien. ¿Y tú?.

-¡Adivina!, el chico más popular de toda la escuela no había ido a la ceremonia de graduación. No quería ser la burla por no llevar pareja. Y ahora en mis estudios universitarios la gente está más ocupada que en salir con chicos.

Reí al escucharlo. Aquella llamada había sido la última que tuve con el. En mi segundo año en que me había alejado de él.
Solo me restaba dos más y pero a partir de ese día no hablamos para nada, lo cual me parecía extraño.
Mi abuela me dijo que ya tenía tiempo en que no veía a MinHo y que tampoco no la visitaba. Yo claramente me había sentido mal y triste al escuchar aquello. Supuse que él ya no me amaba como había dicho.

Pero no anduve todo el año sintiéndome de esa manera, sino que mis padres (Ya podía llamarlo de esta manera, al novio de mi padre) me daba ánimos a seguir adelante. Nunca dejaron que yo me rindiera.

Así mismo como medio para distraerme y no sentirme mal. Me habían pagado clases de baile donde aprendí todo lo que quería saber. Estaba realmente satisfecho con ello. Pero los días tristes habían sido el día en que nos fuimos y el diciembre nueve. Ya que me hacía pensar. Un cumpleaños más de él donde no lo pasaré a su lado.

Cuando menos te lo esperes un año pasa en un parpadeo, un abrir y cerrar de ojos. No te das cuenta pero de alguna manera lo disfrutas.

-¿Estás listo?.

-Si padre, ya preparé mis cosas.

Si me preguntan acerca de que he madurado. La respuesta es que no del todo lo hice. Pero sí un poco.

-Te cuidas mucho. ¿Recuerdas como llegar al departamento de la abuela?.

-No pero para eso existe el GPS ¿no?.-Mi padre reía ante lo que contestaba. Mientras que aquel padre postizo sólo se aseguraba en que llevara lo necesario y a su vez estaba más preocupado por mí que mi padre real.

Sin duda fue lo mejor que ellos pudieron hacer. Volver a estar juntos y vivir la vida que deseaban.

El número de mi vuelo se había hecho mención, ya era hora de partir a Corea.

Y el motivo por el cual ellos no iban, es que ya habían hecho su vida en Japón. No podían dejar sus trabajos ahora que les estaba yendo bastante bien. Por mi lado había pedido el intercambio escolar a Corea por lo cual fue mi perfecta excusa para volver a mis tierras antes de que se hicieran los cuatro años.

Mirándote Desde Lejos (2MIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora