Capítulo 3 | Elliot

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Mi vista se pasea por décima vez en lo que va del día, sobre el contacto en mi teléfono. Sostengo el aparato en mi mano izquierda, mientras que paso el dedo índice de mi mano derecha sobre mi labio inferior, como gesto pensativo.

Estoy por presionar la opción de llamada, cuando el sonido del conmutador me detiene. Giro para ver el escritorio y avanzo hacia él, guardando el teléfono en el bolsillo, sin hacer la llamada. Una vez más.

La llamada entrante es de la línea de mi asistente, así que presiono el botón de altavoz.

—¿Si?— contesto en tono autoritario.

Pasan unos segundos, hasta que la suave voz de la chica nueva inunda la bocina —Señor Reynolds, tiene una reunión en diez minutos. Sólo quería recordarle.

De inmediato recuerdo la reunión con Louis para firmar el contrato —Claro, gracias. Avísame cuando llegue el señor Rothschild.

—Como usted diga —responde y sin decir más, cuelga.

Me quedo unos segundos, pensando en la chica nueva. ¿Por qué Jared me habrá dicho que ella no? ¿Por qué no podría siquiera intentarlo? La chica tiene lo suyo y después de todo, es mi asistente. Necesito establecer confianza con ella.

Sonrío ante el pensamiento, pero de inmediato recuerdo a mi objetivo actual: la asistente del empresario con el que estoy a punto de cerrar un trato. Esa rubia de piernas largas si que me tiene fantaseando y sólo espero que todo me salga como deseo y al final del día, ella esté entre mis sábanas.

El sonido del conmutador me distrae una vez más, sacándome de la fantasía en la que me estaba sumergiendo. ¡Rayos!

Esta vez, simplemente respondo en altavoz pero no digo nada, por ende, la chica habla de inmediato.

—El señor Rothschild y su asistente está aquí. Los hice pasar a la sala de juntas.

—Gracias. En seguida voy —anuncio más que complacido.

Necesito con urgencia firmar ese contrato lo antes posible, aunque sé que ya es un hecho. Es un gusto saber que ellos ya están aquí, especialmente la asistente. Esa mujer si que sigue clavada en mi mente y no veo la hora de cerrar trato con ella también.

Ajusto mi corbata, por si fuera necesario, y tomo el saco que está sobre el respaldar de mi silla. Me lo pongo, y me encargo de acomodarlo perfectamente de las mangas y abotonarlo. Una vez listo, me dirijo a la salida de la oficina.

Giro la manecilla, ya que desde adentro puede abrirse así. Una vez salgo, doblo hacia la derecha hacia la sala de juntas. Paso por el escritorio de mi nueva asistente y ahí está la chica, ya de pie, sosteniendo un par de carpetas lista para entregármelas. Es muy eficiente.

—Gracias. Te llamaré si necesito algo —digo con el típico tono autoritario. Ella asiente y luego de que yo tome las carpetas, se gira para volver a su puesto.

Termino mi camino hacia la sala de juntas y paso las puertas dobles. Toda la pared del frente de esta sala es de cristal, así como las puertas. Todo el vidrio es un aislante acústico; por lo tanto, estando dentro, no se puede escuchar ni un sólo ruido de afuera o viceversa.

Otra cosa que me gusta de esa pared del frente es que el polarizado del cristal permite ver hacia afuera, pero las personas al otro lado no pueden ver nada hacia adentro. Lo ven casi como un espejo.

Dentro de la sala, la pared del fondo también es de cristal, dando una magnífica vista de toda la ciudad. Hay una gran mesa al centro de la estancia, rodeada por unas doce sillas, donde ya se encuentran ubicados el empresario y su asistente.

¿Cómo ser mi amante? (+18) [COMPLETA]Where stories live. Discover now