Capítulo 19: La tarde que me socorrieron

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- Lali, entendelo también, esta pasado de laburo, te lo viene diciendo – me contenía Candela –

- Pero se puso loquito porque el gato jugo con el papel higiénico, de nuevo – lloré – no se que quiere que haga

- Capaz haber adoptado un perro en vez de un gato – me dijo Eugenia y la miré mal – Ay bueno, estoy intentando descontracturar la pelea más estúpida que escuché en los últimos dos años

- Callate – Cande la calló y me miró – Yo te entiendo, pero llego de laburar y vio todo ese desastre, ya se le va a pasar

- Es que se enojo conmigo, no con Tecito, miralo ahora, yo llorando acá y él se quedo en mi casa con mi gato – dije indignada –

- Amiga, estas manejando un grado de sensibilidad único – Rochi acotó desde la cocina – No te podés ir de un portazo de tu propia casa

- Bueno, no pude controlarme – levanté los hombros – y él tampoco hizo mucho para que yo vuelva

- Lalo, no podés irte así y punto – me indicó Eugenia – hace seis meses que conviven, nunca se pelean, no pueden hacerlo por un gatito. Te juro que, si era porque tenes que lavarle la ropa, te aplaudo que te vayas, pero no por eso.

Ese sábado al mediodía Peter llego de trabajar muy cansado después de una semana llena de pacientes. Yo estaba ordenando un poco él departamento y Tecito destruyendo un nuevo rollo de papel, eso desató su molestia y con eso mi llanto. Es verdad que estaba más sensible que nunca, y era verdad también que era la pelea más estúpida del mundo. Salí de un portazo con él negando y llamé a mis amigas para pedirles ayuda, al principio se rieron, pero Rochi armo un encuentro de emergencia porque me escucho muy angustiada. Después de charlar y sentirme mejor, les confesé que lo único que me estaba pasando era que estaba menstruando, y que claramente estaba más sensible, pero eso no quitaba mi enojo con su actitud.

A las siete de la tarde giré las llaves en la puerta de mi casa y suspiré antes de entrar. Peter estaba sentado en el sillón con Tecito y con Bautista, quien había arribado a nuestro hogar al parecer sin aviso previo con su playstation. Hice un saludo general y fui directamente a la habitación. Dejé mi cartera y mis zapatos para ponerme ropa cómoda.

- Podemos hablar? – mi novio se asomó por la puerta y asentí –

- Primero y antes de que me sigas peleando quiero decirte algo – abrió los ojos y cerró la puerta mientras yo me sentaba en la cama – Yo no me olvido todo el problema que fue el gato sabes? Y llegar y que estén los tres en el sillón y convertirme en la mala de la película me duele – sonrió y negó con la cabeza –

- No vine a pelear – se arrodilló y puso sus manos en mis piernas – Vine a pedirte perdón – ahora la sorprendida era yo – El cansancio me superó y me la agarré con vos, y no esta bien – asentí –

- Esta bien, me parece lo lógico – le dije superada –

- Lo que no es lógico es que en la primer discusión te vayas todo el día y que no podamos solucionarlo juntos – asentí –

- Es que me dio mucha bronca – me acarició las piernas – perdoname vos también

- Eso quería escuchar – sonrió y se acercó a besarme – Te amo

En forma de recompensa decidí ser la encargada de prender el fuego y hacer unos choris. Al rato se sumó Agustín, y de repente estaba rodeada de hombres obsesionados con los jueguitos mientras yo cocinaba tranquila. Cuando estuvieron listos todos se acercaron a la mesa a comer. Bautista se peleó con su hermano porque no lo quería dejar tomar una cerveza, pero después Agus intercedió y logró convencerlo. En el medio de la cena el menor de los Lanzani consultó la posibilidad de quedarse a dormir y fue automáticamente aceptada después de hablarlo conmigo.

Cuando terminamos de comer, los chicos se encargaron de levantar y lavar lo correspondiente a mi asado. Yo los saludé para meterme en mi cuarto y ponerme el pijama. Tecito vino conmigo y al rato escuché la puerta de la habitación y me corrí para hacerle lugar a Peter. Me beso la cabeza y se acomodo para abrazarme.

El lunes de esa semana arranco muy agitado, tuve tres reuniones, una detrás de la otra. Mi teléfono no dejaba de sonar y Franco atendía por mi mientras yo terminaba unas entregas importantes. Cuando ese día termino, antes de irme pase por la oficina de Romina para mostrarle todo lo avanzado. Me hizo pasar y mientras revisábamos todo los proyectos me hizo una propuesta que me dejo boca abierta. Había hablado con el director general de la agencia y le había propuesto darme el puesto de directora de cuentas. Sonreí como loca y la abracé para agradecerle. No lo dudé, ya hacía cinco años que trabajaba con ellos y ansiaba muchísimo ese momento.

Salí de la oficina con una sonrisa de oreja a oreja, primero se los comuniqué a mis amigas quienes me felicitaron y también a mis papás. Llegué a mi casa y estaba Peter cocinando con Tecito al lado que lo molestaba. Me vio tan feliz que dejó todo lo que estaba haciendo para venir a preguntarme. Festejamos y nos besamos juntos. Me dijo que estaba orgulloso de mí y de mis logros, que me lo merecía y que tantas horas de trabajo valían la pena.

El martes me levanté más feliz de lo habitual, acompañé a Peter al consultorio a buscar unas cosas para después desayunar juntos. Saludé a Delfi y mi novio alardeó mi nuevo puesto de trabajo, también me felicito y me pidió que pasará por el consultorio mas seguido. Nos reímos juntas peleándolo a él.

- Amor – le dije mientras terminaba de pisar las papas para acompañar con las milanesas – me pasas por favor la copa

- A ver – se levantó del sillón y me acercó el vino y se puso a revisar la comida que estaba en el horno – Correte gato – lo movió mientras también intentaba husmear que se estaba cocinando y reí – Yo te amo La, pero ¿no había un gatito menos rompe pelotas?

- No – me reí y revoleó los ojos para dejarme un beso en los labios – igual ya te encariñaste, yo te veo hacerle mimitos – levanté los hombros contenta –

Nos sentamos a cenar con un poco de música y brindamos por mi nuevo logro. Volvió a repetirme que estaba orgulloso de mí y yo un poco me emocioné. Esa noche nos enredamos entre las sabanas y llenándonos de besos. 

ReconstruirmeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora