Capítulo 25: La mañana que di el paso

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Tecito ya estaba mejor, y mi amiga me quería acompañar a ver al veterinario todo el tiempo, como nunca antes. Logró sacarle el celular a Guido y festejamos juntas cuando salimos. Las cosas por casa estaban mejor que nunca, volvíamos a nuestra burbuja de amor, del casamiento no volvimos a hablar, intenté tocar el tema yo sola, pero él casi me ignoró cada vez que lo intenté.

- No es que no me quiera casar con vos – estábamos desayunando antes de que cada uno saliera para su trabajo –

- Ya está Lali – me dijo tomando el café y revisando las noticias –

- De verdad te digo, solo que tendríamos que hablarlo – intentaba llamar su atención –

- Gorda, no pasa nada – se levantó de la mesa, dejó un beso en mi frente y la taza en la bacha – Deja tu desayuno que yo lavó – me dijo entrando a la habitación para buscar su mochila –

La semana arrancó con muchísimas reuniones importantes donde necesitaba enfocar mi cabeza al 100%. Peter también estaba con muchísimos pacientes, cada vez llegaban más y volvía más cansado. Nos malcriábamos y nos mimábamos dependiendo el día. Tecito se encontraba muy bien y ya volvía a corretear alrededor de mi novio todo el tiempo, cuando podía lo miraba y le recriminaba el poco amor que me daba a mí. Su relación había mejorado, Peter lo buscaba para jugar, a veces era él mismo quien lo traía a la cama para que durmiéramos juntos. Ahora era yo la que le recriminaba nuestros encuentros por las noches al gato, que cada tanto se encargaba de interrumpir.

- Necesito que me ayudes – Peter estaba en la parilla y yo estaba sentada con mi copa de vino con Agustín – Quiero pedirle yo a Peter casamiento – abrió los ojos – no me juzgues

- No, claro que no te juzgo – respiró hondo – pero ¿te parece?

- No se si lo decís porque a veces te sale el machista o por lo que pasó – lo increpé –

- Lo digo por lo que paso Lali – río –

- Es que cada vez que quiero hablar del tema, me esquiva – hizo una cara diciéndome que era obvio – y entiendo el motivo, pero yo quiero animarme a dar ese paso

- No se que decirte – estaba sorprendido – vos queres hacerle una propuesta tipo Hollywood?

- No tarado – me reí – pero quería saber que te parecía

- Mi amigo no te va a lastimar, tampoco te va a decir que no, y el porque es obvio – levantó los hombros – yo te banco, dale para adelante – sonreí –

Empecé a maquinar desde ese instante como iba a abarcar el tema, en que momento. Quería que fuera un momento especial, pero tampoco quería exponerme a una explicación demasiado larga del no que quizá podía darme. Durante el asado, después de la llegada de Eugenia y de Rocío me limité a pensar en eso. Estaba colgada en una nube y mis amigas lo notaron, preguntaron si todo estaba bien y solo sonreí para decirles que si.

Peter se había convertido en el asador preferido de todo nuestro grupo, era aplaudido cada vez que se acercaba con la comida y se ponía feliz. Le encantaba ser anfitrión y que su compañero y cómplice sea su amigo, quien por lo general se encargaba de emborracharnos noche tras noche. Eugenia pidió permiso para dormir en nuestra casa, mi novio se encargó de malcriarla y también dejarla dormir en la cama grande conmigo mientras él se iba a la otra habitación con Tecito. Insistió en hacer un pijama party de amigas, pero lo terminó sumando y nos metimos en la cama para mirar alguna película que eligió mi amiga. Me dormí en el medio de los dos y sentí cuando Peter besó mi frente y me abrigo para irse a dormir al otro lado.

Me desperté al rato después de haber tenido una pesadilla: hacía la propuesta de casamiento y no solo me decía que no, si no que también me repetía infinidad de veces que era una ridícula. Las lagrimas no salieron, pero lo primero que hice fue sacudir a mi amiga para hablarle. Se despertó después de un par de sacudidas y nos quedamos las dos acostadas mirando el techo.

ReconstruirmeWhere stories live. Discover now