Capítulo 9: La noche que fui de frente

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Después de mi sesión de terapia y de la tensión que se sintió en el aire salí más empoderada. Terminamos con lo que nos incumbía hablando de cómo me sentía al respecto de mi no-luna de miel y me aconsejó tomarlo como un viaje de amigas. Salí del consultorio y automáticamente les escribí a mis amigas para contarles toda la situación que había vivido el sábado y ese momento. Eugenia se ofendió, pero después me burló y a Candela le pareció poco ético.

En la semana Santiago decidió aparecer en mi vida nuevamente para sacudirla, para recordarme lo mal que me había hecho y como una persona podía arruinar la paz mental de otra con muy pocas palabras. No le contesté, no iba a interferir en mi "bienestar", ni me iba a hacer dudar de mis nuevas elecciones.

- Sabes que Peter en algún momento hablo de que tenia que reconstruirme – le dije a Euge mientras estaba tirada en el sillón de su casa – y creo que voy por ese camino

- Pero – ella me interrumpió mientras se limaba las uñas –

- Aparece Santiago y se me mueve todo el cuerpo – abrió los ojos – pero para mal, quedate tranquila. Me molesta que se crea impune con mi vida

- Sos maravillosa Lalo – se rio – no se desde cuando estas tan madura – me acarició el pelo – de verdad, podría decirse que estoy orgullosa de vos y de tu terapia

- Callate – la asesine con la mirada –

- Hablemos de eso mejor – se acomodó – que onda? Volvé a repetirme la charla en su consultorio

Y así me tenia una y otra vez, relatando, explicándole como me sentía y ella cada vez que podía me recordaba que ya me lo había dicho, que no arrugara, que fuera de frente. Me dijo que psicólogos hay miles, que estaba poniéndome una excusa para no hacerme cargo de que me gustaba, o al menos me daba intriga, como yo a él.

Como era de esperar, la sesión de la semana fue suspendida, la despedida de la anterior había sido con muchísima tensión entre los dos. Eran dos ojos mandándose rayos haciendo como si nada pasara, pero estaba pasando. Me enojé y me desilusioné un poco, había hablando de su profesionalismo y de su ética y de repente se asustó y decidió no atender a su paciente.

El jueves por la tarde antes de irme le avisé a Romina que finalmente iba a México y además de felicitarme me autorizó las vacaciones para que las presentara en Recursos Humanos. Así que eso hice. Faltaban unos días para las tres embarcar a nuestro destino.

Le agradecí a Vico que se ofreció llevarme a casa, pero necesitaba despejar un poco mi cabeza así que decidí caminar.

Hice un desvió importante en mi camino, necesitaba alguna respuesta a todo lo que estaba pasando. Supe que estaba arriesgándome mucho, pero no podía quedarme con más dudas. Llegué a la puerta del consultorio alrededor de las siete y media de la tarde y me dispuse a esperar. La música retumbaba en mis oídos y mis pies no dejaban de moverse. La ansiedad entraba por mi cuerpo y las preguntas necesitaban sus respuestas. Después de esperar un rato lo vi salir. Suspiré profundo y lo chisteé cuando giraba para el otro lado. La tarde estaba cayendo y cuando mi vio sus ojos se enfocaron en los míos mientras mordía su labio. Sabía a lo que venia como también que no iba a irme sin respuestas. Los dos casi a la par revoleamos los ojos. Estábamos sincronizados. El me decía que me escudaba en el alcohol, pero el era un experto en hacerse el tonto.

- La – y cada vez que se animaba a llamarme así nos veía más lejos de ser terapeuta-paciente­ – Estas bien? Necesitas que pasemos al consultorio?

- Sabes que no vine por eso – levanté los hombros y bajé un poco la guardia – me cancelaste la sesión, y ni siquiera me escribiste vos, fue tu secretaria. Te mande un mensaje preguntando por que lo habías hecho y no me respondiste – suspiró y sacudió su cabeza –

- No me pongas en esta situación, por favor – me volvió a mirar a los ojos –

- Yo no te pongo en ninguna situación Peter – respiré – solo que no entiendo, habíamos quedado en que fue curiosidad, y de repente mi psicólogo no quiere atenderme. Pensé que la tenias clara

- No me provoques – sonrió de costado – No quiero poner las cosas incomodas, y creo que así fue la otra vez

- Pero así las pones rarísimas – busqué sus ojos – te estoy hablando Peter, podes mirarme? – y me acerqué un poquito más –

- No la hagas más difícil Lali, por favor, hay una cuestión ética y moral en todo esto – y cuando iba a interrumpirlo no me dejó hacerlo – vos viniste a buscarme porque necesitabas alguien que te ayude a estar bien, y yo estoy para eso. Me equivoqué cuando te di like el otro día. Y me hago cargo de eso – abrí los ojos – Si, me hago cargo, no me pongas en duda

- Entonces también deberías hacerte cargo de lo que generaste – lo interrumpí yo – porque yo entendí todo lo que hablamos, pero hiciste todo lo contrario y ya no se trata de mi salud mental – reí – se trata de que me confundís cuando me decís que me queres ayudar

- Estoy para ayudarte y eso no va a cambiar mientras sigas eligiendo que yo lo haga – tragué saliva –

- Y si no quiero que sigas siendo mi terapeuta? – suspiró y negó con la cabeza –

- Eso no está pasando – levanté mis cejas – Tampoco voy a decirte que pasaría si no queres atenderte más conmigo

- Siempre sos así de vueltero? – y tomé coraje para quedar completamente enfrentados y que nuestras respiraciones se empezaran a mezclar en el aire –

No lo pensé y me acerqué a su boca directamente, no hubo tal resistencia, mi cuerpo no lo rechazó y nuestras bocas se encontraron para por un rato no separarse. Mis brazos envolvieron su cuello y los de él mi cintura. Mi corazón era un sinfín de emociones, pero también de ganas de estar besándolo. Nos separamos para tomar aire, pero no por mucho porque volvió a besarme. Era un beso con pasión y el histeriqueo había generado en mi una cierta de desesperación por probar esos labios que tenían mucho para decir pero que no lo hacían. Me olvide de la calle, me olvide de las personas que pasaban y de que era mi psicólogo, la persona que estaba destinado a analizarme y que juntos pudiéramos descifrar las cosas que pasaban por mi mente. Dejó de importarle su rol y a mi también. No separó sus labios de los míos porque tampoco lo deje. Mordí despacio su labio cuando se alejó un poco y los dos reímos.

ReconstruirmeOù les histoires vivent. Découvrez maintenant