Capítulo 20: Los días que hicimos una escapada

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Mi puesto como nueva directora de cuentas ya marchaba. Victorio era el director de la parte creativa y nuestros encuentros de trabajo eran muy graciosos, nos costaba trabajar de las risas que retumbaban en la sala de reuniones. Romina cada tanto pasaba y nos pedía concentración y eso intentábamos todo el tiempo.

Franco había ocupado mi puesto, por pedido mío, y estaba muy agradecido. De repente me encontré teniendo charlas con importantes directivos de diferentes empresas. Un sábado de agosto me desperté con un mensaje urgente de mi jefa pidiéndome una reunión telefónica. La llamé y me informó que tenía que asistir a un evento de tres días en la provincia de Mendoza.

- Dale gordo – le hice puchero – porfa, acompañame – también le hice ojitos

- Pero que hacemos con Tecito? – estaba sentado en la mesa del patio acariciándolo –

- Se lo dejo a mamá – sonreí – son unos días nada más, nunca nos escapamos solos, además podemos quedarnos dos días más y pasar tu cumple en la nieve

- Ay ay ay, ¿Qué voy a hacer con tu mamá? – lo miró al gato y le dio un beso – Ahora llamó a Delfina para rearmar mi agenda

Me despedí dramáticamente de mi gatito cuando lo dejamos en lo de mis papás la noche anterior a subirnos al avión. Peter me consolaba entre risas y mi papá me abrazaba también. Sabía que era la burla de las tres personas que me contenían inclusive mi propio gato.

- Eu – la llamé a mi amiga desde el taxi todavía llorisqueando –

- Estas bien?! – me dijo alterada del otro lado –

- Fue muy triste la despedida con Tecito – y explotó en una carcajada – No te rías vos también – Peter contuvo la risa y me acaricio la pierna –

- Creo que ahora te quiero más que antes por lo ridícula que sos Lalo – bufé –

- Te llamé para pedirte que estés atenta si pasa algo con el gato para que me avises – se lo dije muy seria y mi novio se tapo la cara –

- Te voy a cortar porque si no empiezo a hacerte chistes que no te van a gustar – chisteé – Los amo, pásenla bomba, hagan cosas sucias! – y me cortó –

Aterrizamos en la ciudad de Mendoza y un auto de la bodega con la cual tenía que trabajar los próximos tres días nos esperaba para llevarnos al hotel. El evento era exactamente en La Leñas, en uno de los hoteles más lujosos de la zona. El viaje en combi duró alrededor de cuatro horas. La bienvenida a nuestro alojamiento fue con una copa de vino y una picada de quesos. La habitación era enorme y tenía vista directa a las montañas. José Luis, era el encargado de la bodega y por ende con quien debería trabajar los días que seguían, me llamo por teléfono para chequear que todo estuviera bien y nos deseo una buena estadía.

Esa noche después de hacer videollamada con mis papás para ver a Tecito, nos metimos los dos en la bañera gigante que tenía el cuarto. Nos mimamos y nos disfrutamos. Peter encargó la comida para que no las alcanzaran y comimos en la cama para después de terminar la botella de vino, dormir abrazados.

Cuando a mi me tocaba trabajar, mi novio se encargaba de algunos pacientes a distancia con los que necesitaban con urgencia su atención. Nos llevaron de excursión a conocer unas bodegas que estaban un poco alejadas del hotel y esa tarde nos embriagamos para besarnos casi a escondidas. La segunda noche tuve una cena previa al evento y Peter optó por quedarse leyendo mientras yo hacía mi trabajo. A cada rato recibíamos a nuestra habitación regalos que nos enviaban.

La noche del evento llego Romina para acompañarme, conoció a Peter y juntos con su marido fuimos hacía el hotel donde se llevaba a cabo la cuestión del viaje. Fue una noche divertida y descontracturada, donde el vino no falto y el baile tampoco.

Me despedí de José Luis y le agradecí por todos los detalles y la atención que nos había brindado durante estos tres días. Habíamos reservado tres días más en el mismo hotel y yo sin que mi novio lo supiera había organizado con el jefe de cocina una cena especial para el sábado, su cumpleaños.

Lo desperté llenándolo de besos y cantándole el feliz cumpleaños. Cuando pudo despertar yo ya estaba en una llamada con mi mamá para que nuestro hijo de cuatro patas también lo saludara. Desayunamos abrazados en la cama mientras que la inmensidad de la montaña nos ofrecía el mejor paisaje. Había hablado con su mejor amigo, Agustín, para consultar su regalo de cumpleaños y estuvo completamente de acuerdo: un día entero de ski. Cuando le di su regalo recordó los inviernos que había pasado en familia en la nieve, me prometió ser mi instructor y así partimos hacía nuestra aventura. Alquilé los trajes y se rio de mi cuando me dijeron que mejor me quedaría uno para niños, por el tamaño.

- Esperame! – le grité mientras intentaba caminar entre la nieve sin caerme con todo el equipamiento –

- Dale gorda – estaba tan emocionado que no podía tenerme paciencia, volvió sobre sus pasos para ayudarme a caminar –

- No te alejes – lo agarré fuerte y me acompañó a una pista para principiantes –

Fue una tarde muy divertida, caí en la nieve incontables veces y mi novio se descostillaba de risa cada vez que puteaba y volvía a intentarlo. Me di por vencida y le dije que lo esperaba en el bar del centro de ski. Llegué muerta de frio y casi imposibilitada de caminar después de tantas caídas. Devolví todo mi equipo y agradecí pensando en nunca más volver. El café y el alfajor que consumí ayudo a mi humor.

Leía tranquila hasta que apareció con una sonrisa de oreja a oreja y lleno mi cara de besos enfriándome de nuevo todo el cuerpo con su nariz helada. Merendamos juntos y no paro de agradecerme el regalo.

- Te juro que fue el mejor regalo que podías haberme dado – me dijo mientras comía un tostado con un chocolate caliente – Ya casi me olvidaba de cómo se hacia esto

- Era la idea mi amor, que lo disfrutes – me agarro la mano y dejo un beso en ella –

- Te amo un montón – estaba en modo infantil y yo me derretía de amor –

- Y yo te amo a vos un montón más – se acercó para darme un beso – Feliz cumple

Llegamos al hotel de nuevo y lo primero que hice fuemeterme en la ducha hirviendo para sacar el frio que tenía hasta en los huesos,se coló y nos bañamos juntos, de nuevo. Nos arreglamos para bajar a cenar, nospusimos lo más elegante que teníamos. La cena fue hermosa, con un vinoespectacular y una comida de primer nivel. Le canté el feliz cumpleañosmientras el soplaba la velita de un postre que le habían regalado por cortesía.Volvimos a la habitación para ahora si, amarnos sin control y sin interrupciones. 

ReconstruirmeWhere stories live. Discover now