01

3.5K 197 25
                                    

"Es mejor que desista de esa idea, señora. Cuando se entere Erick que fue, se pondrá furico"

Suspiro leyendo el último mensaje de su asistente, quien le había insistido todo el día, en que asistir al Delirium, era una muy mala idea para sus pretenciones, más sin embargo necesitaba divertirse y un poco de distracción no le vendría mal, así como le había recomendado su mejor amigo Nick, quien de hecho le había dicho de este lugar y de su exclusividad.

Respondió el mensaje a su asistente, diciéndolo que era mejor que Erick, su asesor político, no se enterará, mientras esperaba por su mesa.

-"Señora Dubois, su lugar está listo" Fue interrumpida por el Host del lugar, quien la guió por los semi obscuros pasillos, donde había pequeñas mesas redondas hasta un lugar con vista más privilegiada, la cual era la zona VIP, una mesa y unos sillones de piel obscuros la esperaban, se sentó en uno de esos cubículos los cuales daban cierta privacidad a comparación de las otras mesas, y por el cual tuvo que pagar una fuerte cantidad de dinero por la reserva, sólo había dos más de ellos.

Su vista fue al escenario donde acababa de salir una mulata de fuego, a quien despidieron como Deborah. Un mesero vestido pulcramente se acercó a ella, ofreciendo una gama de bebidas, que iban desde vino y champagne, terminando con bebidas con nombre extraños.

Pidió simplemente un whisky en la rocas, el cual rápidamente llegó, agitó un poco el vaso, golpeando entre sí los hielos, para después darle un leve trago.

Su reloj marcaba las doce de la noche, cuando las luces del escenario se apagaron completamente, provocando la algarabía entre el público, una sola luz en el suelo fue encendida, creando un contraste entre el cuerpo que se movía al ritmo de la sensual música.

El sexy movimiento de caderas provocó que la garganta de la mujer se secara, a pesar que acababa de probar el líquido frío.

Cuando todas las luces se encendieron, la ojimarron sintio como sus sentidos se pusieron alerta al ver al completo a aquel divino ser que bailaba al ritmo de la música, con movimientos sexys, las sensaciones que estaba causando esa pelinegra en su interior, hacia que quisiera ir a desalojar todo el lugar y que todo ese cuerpo solo se moviera para ella, quizá si tenía un poco de suerte, sobre ella.

Apretó sus puños, tratando de recomponerse, de matar las ansias que tenía por tocar esa piel de porcelana.

Pasaron diez minutos, o quizá más cuando la música terminó y las luces se apagaron, los vítores de la gente le hizo suponer que no era la única que sea mantenía en estado de exitación, pero ella quería ir más allá, mucho más allá, no pretendía irse sin conocer o al menos saber quien era ese sublime ser que le desataba las pasiones más primitivas.

Pidió hablar con él mesero que le atendía esa noche, el cual le dijo que absolutamente no podía ver tras bambalinas a las bailarinas, que para eso tendría que hablar con la Madame, la gerente de Delirium, quien era una mujer fuerte y muy renuente.

La castaña lo aceptó más sin embargo pidió mandarle un mensaje a la bailarina, el hombre al principio se mostró renuente pero después de ver el billete puesto sobre la tarjeta, no pudo negarse.

La ojimarron sonrió viendo desaparecer al hombre, estaba tan fuera de sí pensando en la bella mujer, que no noto unos intensos ojos verdes que la miraban con el ceño fruncido.

Y es que a un cubículo de ella se encontraba una guapa pelinegra mujer de preciosos ojos esmeraldas, quien tenía una mala corazonada con respecto a aquella misteriosa mujer.

-"Amiga ya deja de mirarla, parece que la quieres asesinar con la mirada" Recibió un golpe en el brazo de su mejor amiga, quien la acompaña esa noche, como casi siempre. Ahora la mirada que anteriormente estaba dirigida a la desconocida la atravesaba a ella.

Delirio Prohibido Where stories live. Discover now