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La respiración pausada de Camila y el sonido de su bolígrafo, el cual se movía incesantemente en su mano, era lo único que llenaba el ambiente en su oficina. Estaba en una llamada, hasta el otro lado del mundo, exactamente hasta Francia.

Su madre no paraba de hablar sobre los beneficios que tendría fingir una relación con un importante hombre, ni si quiera la había dejado decir ni una mínima palabra desde hace varios minutos.

Suspiro fastidiada.

-"Madre entiendo tu punto, pero está elección prácticamente está ganada, Erick me ha dicho que los sondeos con los senadores me dan un casi ochenta por ciento de ventaja." Decía la ojimarron con voz cansina, ella sabía que su opinión era poco valorada por su madre.

-"Camila no te criamos para ser una mediocre, y siempre hay que pensar en grande. Tu abuelo llegó a ser Secretario del Tesoro, y tu padre embajador Francés haciendo grandes relaciones diplomaticas. Lo menos que esperamos los Dubois y los Sawyer de ti, es lo más alto. Y tú sabes que eso está en la casa blanca" Decía la mujer, como siempre presionando, y poniendo bajo sus hombros las expectativas grandes que tenían sus antecesores.

-"Lo se madre, lo sé. Pero todo a su tiempo, primero quiero concentrarme en mi nuevo cargo, después con el tiempo veremos" Dijo tratando de cerrar la conversación, escucho el suspiro cansado de su madre, y entendió que también se encontraba molesta, pero Camila no cedería, al menos no por ahora.

-"Está bien hija. Pero piénsalo. Benedict Ronglier sigue disponible completamente para el contrato" Sugirió su madre insistentemente, sabía que no lo dejaría pasar hasta que se hiciera lo que ella quería.

Camila solo respondió con un 'está bien' sin querer entrar en otra discusión, se despidió de su madre con un 'te amo' y con la promesa de seguir pensando la propuesta, pero aún así no lo haría.

Después de colgar con su madre, hablo con su asistente Normani, quien le había dicho momentos antes que alguien importante la esperaba afuera de su oficina para hablar con ella.

Tomó sus sienes al escuchar el nombre de la mujer, de lo que menos tenía ganas era de discutir. Pero aún así la hizo pasar.

-"Que quieres Jenna?" Fue lo primero que dijo Camila al ver a la castaña entrar con cara de pocos amigos.

-"Oh, enserio? Así saludas a la madre de tu hijo" Menciono la mujer con su conocido mal humor, y viendo a la castaña con desprecio.

-"No tengo tiempo para tus dramas" Fue lo único que dijo Camila, para después seguir viendo su iPad tranquila.

-"No si ya se que nunca tienes tiempo para nosotros..."

-"Jenna ya vas a empezar" Reclamo Camila fastidiada tomando su cabeza, la cual comenzaba a doler.

-"Y no voy a terminar hasta que nos des el lugar que merecemos Max y yo en tu vida" Mencionaba con rabia la mujer, viendola con incredulidad.

-"Tu sabes que Max es todo para mí" Declaraba segura Camila, y es que era cierto aunque a veces no lo desmostrará, Maxwell era su razón de vivir.

-"Y algún día seremos eso para tu vida, algún día seremos la familia feliz que soñamos cuando tenía a Max en mi vientre" Pedía Jenna con los ojos llenos de lágrimas, Camila nego entristecida, y es que eso era algo que nunca podría cumplirle a la ojiverde.

-"Jenna, Max siempre será nuestro hijo, lo más importante. Pero nunca seremos esa familia. Nos hemos hecho mucho daño como  para pensar en un futuro juntas" Explico Camila tranquilamente, le dolía admitirlo pero no quedaba más amor por Jenna de su parte, el tiempo y las palabras duras lo habían extinto.

Delirio Prohibido Where stories live. Discover now