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Camila bajo de la camioneta después de que uno de sus guardaespaldas abriera su puerta, respiró hondamente limpiando sus manos que estaban sudorosas en la parte baja de su vestido negro de manga larga, de igual manera aprovecho el movimiento para alisarlo un poco. Estaba sin duda ansiosa y nerviosa, ajustó sus gafas negras y por fin se decidió a cruzar a la lujosa capilla rodeada de bellos jardines.

Probablemente hubiese preferido entrar con Max al lugar, pero recordó como sus suegros, no, más bien los padres de Jenna habían insistido no muy amablemente llevarlo ellos, y la castaña tuvo que aceptar ya que también tenía que hacerse cargo de ciertos trámites antes de llegar a la capilla donde se realizaría el funeral de la ojiverde.

Sus padres habían hecho uso de sus contactos para evitar la prensa y que la cereminia se llevará a cabo lo más privada posible, incluso había demasiada seguridad a los alrededores evitando que algún intruso pudiera colarse.

Así que con esa mínima tranquilidad camino a paso seguro a la capilla que estaba perfectamente arreglada con lirios blancos y alcatraces -las favoritas de Jenna-.

Cómo se lo esperaba no había mucha gente solo una docena de personas, disipadas a lo largo del lugar, los padres de Jenna estaban en la primera fila vestidos totalmente de Negro, junto a Maxwell quien se recostaba en su abuelo, quien abrazaba protectoramente a él y a su abuela. Camila dejo salir una pequeña sonrisa al ver a su hijo enfundado en aquel pequeño traje con corbata blanca, lamentablemente no era la mejor situación para mencionarlo. Después allí estaba el ataúd color caoba junto a una fotografía grande de Jenna y más arreglos florales. Camino con lentitud y su corazón latiendo despavorido, necesitaba pedirle perdón a la mujer de la que alguna vez estuvo enamorada, por más que ahora ya no importará.

Estaba tan inmersa en sus pensamientos que no noto la presencia de otra persona hasta que tocaron su hombro fuertemente, causándole dolor. Al ver la cara del hombre sin remordimiento alguno, supo que era parte de su intención.

-"Porque no dejas de fingir que te importa y te largas de aquí" Pronunció entre dientes Jacob, el padre de Jenna.

Camila apretó la mandíbula ante el hombre con el que prácticamente nunca había hablado, al igual que Donna, la madre.

-"Ni mi esposa ni yo te queremos aqui. Parte de lo que pasó es tu culpa. Tú la pusiste en esta situación e hiciste sufrir a mi nieto. Así que pido que te largues" Mencionó el hombre con un claro odio a Camila, y un gran dolor reflejado en su rostro.

Camila hubiese aceptado sus deseos, ya que estaban en todo su derecho y lo que menos quería era incomodarlos. Pero para mala fortuna de ellos, Max la necesitaba, y jamás lo dejaría solo.

Justo antes de que la castaña respondiera un par de brazos se aferraron a sus piernas, el hombre pareció entender la situación así que se alejo no sin antes darle una mala mirada y una caricia a la cabeza de su nieto, quien ahora se encontraba en brazos de su madre llorando silenciosamente en su hombro. Camila beso su cabeza y se sentó en una de las bancas que estaban cerca de féretro, dando pequeños besos en la cabeza del castaño y allí con el se permitió derramar más lágrimas que tenía acumuladas.

El pequeño le pidió ir a ver a su madre, y camino con el en brazos hasta el lugar dónde reposaba con una expresión serena Jenna Collins.

-"Se ve muy bonita mami" Dijo el pequeño entre hipidos y lágrimas secas, Camila limpio las propias y asíntio con una breve sonrisa.

-"Hermosa" Estuvo de acuerdo, sus padres habían ido a reconocer el cuerpo a la morgue, por lo que no pudo saber cómo quedó después del accidente, pero las secuelas que este hubiese traído a su rostro, ya no estaban.

Delirio Prohibido Where stories live. Discover now