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A Neville Longbottom siempre le había parecido muy linda Apolline, era una chica con una hermosa sonrisa y unos bellísimos ojos grises

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A Neville Longbottom siempre le había parecido muy linda Apolline, era una chica con una hermosa sonrisa y unos bellísimos ojos grises.

Su único problema, es que era una Malfoy. Si no tenía el valor para hablarle a una chica de su propia casa, no se imaginaba ni siquiera estar a una metro de la grandiosa Apolline. Y es que la chica estaba por mucho, muy fuera de su alcance.

Entonces, si no podía hablarle directamente, tal vez podría mandarle cartas. Al menos así no tendría una humillación pública.

Escribió la primera, mencionando lo muy linda que le parecía y lo inteligente que era.

La observó desde lo lejos cuando la chica comenzó a leerla. Le sorprendió que en su rostro se formara una radiante sonrisa conforme avanzaba su lectura.

Se escondió tras un pilar cuando Apolline miró a su alrededor cerciorarse de que estaba sola.

Entonces, Neville escribió otra y una más después de esa y todo por la satisfacción de ver esa radiante sonrisa cada vez.

Apolline leyó por milésima vez aquella ultima carta que le había llegado. Era lo más hermoso que le hubieran dicho, en este caso escrito, jamás.

Me gustas tanto pero no puedo decírtelo
es vergonzoso, mi miedo no me deja hacerlo
Tomaré el coraje y lo escribiré
pero leelo sin pensarlo mucho

La forma en que lloras,
la forma en que sonríes
¿sabes cuánto significan para mi?

Hay palabras que quise decir,
son palabras que perdí.

Es algo gracioso,
sólo te tengo a ti
pero algunas veces
soy peor que un extraño para ti
cuando la verdad
quiero inclinarme en tus hombros
y ser abrazado por ti.

Quería saber quién era el responsable de tan bellas palabras, pero eso sería bastante complicado de descubrir pues no podía ir por allí preguntando a todos.

Ni siquiera se lo dijo a sus amigas pues prefería mantener aquel secreto sólo con ella.

La chica caminaba rumbo a su última clase del día cuando vio a un chico de cabello azabache. Lo había visto antes, pero no recordaba su nombre, lo único que recordaba es que era de gryffindor.

Sin embargo, lo que le pareció curioso fue que estaba muy concentrado escribiendo en un pergamino y lo que le llamó la atención fue el color de aquel pergamino. No era el color más usual pero sí el de sus misteriosas cartas.

Aún escondida tras un pilar decidió acercarse un poco sólo para confirmar sus sospechas pero antes de que pudiera hacerlo, Pansy y Blaise estaban junto a ella.

Aquel chico miró al grupo de tres y se sonrojó un poco al ver a Apolline. La rubia le dedicó una corta sonrisa.

—¿Qué miras Longbottom?— habló Blaise con molestia y el nombrado desvió la mirada.

Pansy dejó salir una risa y siguieron con su camino.

—¿Quién era él?— preguntó la chica Malfoy.

—¿Ese perdedor?— preguntó Blaise con burla— sólo era Neville Longbottom. Me parece que vive con su abuela.

—Apolline, llevas cinco años aquí y no recuerdas a Longbottom.

La chica levantó los hombros.

—Lo siento, no soy buena recordando nombres o personas.

Llegaron a su clase y Apolline se quedó pensando en aquel chico. Le pareció bastante lindo.

Neville no dejó de pensar en aquella sonrisa que había sido dirigida especialmente para él. Sin duda alguna, eso lo había hecho eternamente feliz. 

Para su desgracia, aquella que creía su felicidad eterna, terminó dos años más tarde cuando en sus brazos, Apolline murió.

Había sido un maleficio de algún mortífago, Neville no se fijó en el responsable pues sólo se centró en la chica y en cómo aquellos ojos perdían tan especial brillo.

Gritó y la abrazó contra su pecho mientras lloraba.

Al menos, la había amado y ella lo amó. Aunque el amor de Neville sería eterno y la llevaría por siempre en su corazón.

Su mente nunca olvidaría aquella radiante sonrisa.

One shots ⇝ Harry Potter ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora