Capítulo 22.2.

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El sol se estaba escondiendo cuando la pantalla de mi celular se iluminó con un número desconocido. Dudé varios segundos antes de responder, pero un mal augurio me dijo que debía tomar la llamada. 

—Daniel te necesita —dijo una voz antes de que yo pudiera hablar—, es urgente. 

 Una punzada atravesó mi pecho mientras me sentaba en mi cama. 

—¿Quién habla? —pregunté, realmente asustada—. ¿De qué demonios me estás hablando?

—¡No hay tiempo para explicarte! —Gritó igual de aterrada—. Ven a la calle Tonaki. 

Y colgó. 

Mi respiración se volvió una violenta lucha para drenar oxígeno a mis pulmones. 

Innumerable cantidad de preguntas se abarrotaron en mi mente. ¿La llamada fue una broma cruel? ¿Quién era la voz al otro lado de la línea? ¿Por qué Daniel estaría en la calle Tonaki? Pero, en especial, ¿Qué había pasado con mi novio?

No me detuve a buscar una respuesta para todas aquellas preguntas. No dudé ni un segundo más y salí de mi casa corriendo hacia el bulevar, esperanzada de encontrar un taxi en cuanto llegara ahí. 

 ***

 Cuando llegué a la estrecha calle, los latidos mi corazón amenazaron con romper mis costillas debido a la rapidez de éstos. De igual manera, mis piernas se burlaron de mí cuando flaquearon y casi caigo de rodillas al pavimento, sin embargo, la adrenalina que corría por mi sistema, me mantuvo de pie. 

Había una ambulancia, un carro de policías y la camioneta de Daniel. 

Una multitud se había formado alrededor de un cuerpo ensangrentado y maltratado, sin embargo, pude reconocerlo a pesar de estar en un estado crítico. 

Corrí hasta ahí pero un policía, de oscuros ojos y masculinas facciones, me detuvo. 

—¡No puede pasar! —gritó nervioso. 

 —¡Es mi novio! —grité desesperada intentando liberarme de su agarre.

En mi forcejeo, vi un rostro familiar a unos metros de mi derecha. Por unos segundos me tranquilicé y me concentré en Maryell quien hablaba con otro policía mientras éste anotaba cosas en una pequeña libreta. 

En ese momento reconocí la voz que me llamó desesperada. Fue Maryell quien me llamó, pero ¿por qué? Creí que le hablaría a Pamela. No a mí. 

Aproveché la distracción de mi adversario y me zafé de sus brazos justo en el momento en que subían a Daniel en la camilla para transportarlo en la ambulancia. Un paramédico me miró abrumado mientras acomodaban a Daniel en el interior del vehículo. Sin dudarlo, me subí, con las piernas temblorosas por el asombro. 

Me senté en un pequeño banco que estaba ahí, mientras observaba cómo ponían una mascarilla de oxígeno en el rostro de Daniel. Entonces sentí las cálidas lágrimas deslizarse por mi mejilla. 

—Va a estar bien, ¿verdad? —le pregunté al paremédico que estaba frente a mí. Sus ojos azules resplandeciendo. 

—Sufrió una contusión, pero se recuperará —dijo con voz ronca.

Aunque me hubiesen dado tan buenas noticias, no podía estar tranquila. Daniel había sufrido un brutal ataque y los responsables estaban por ahí, sonriendo al haberse salido con la suya.

¿Quién podría hacerle algo así?

Durante el trayecto me mantuve en silencio, sosteniendo la herida mano de Daniel, a pesar de que el paramédico me dedicó una mirada reprobatoria. ¡No me importaba! Quería mandar a todos al carajo, sólo deseaba que mi novio estuviese bien.

Cuando llegamos al hospital tuve que separarme de él, con mi corazón hecho añicos.

Cuando la oscuridad venga [1]Where stories live. Discover now