Capítulo 23.

10.5K 1.2K 27
                                    

Me desperté de golpe, sintiendo un dolor palpitante en la parte posterior de la cabeza. Estaba en una habitación blanca que olía a alcohol medicinal y una vía intravenosa colgaba de mi antebrazo derecho. Un ligero pitido llamó mi atención, era un electrocardiograma que iba al ritmo de mi corazón. 

«¿Dónde estoy?»

Me incorporé emitiendo un gemido de dolor. Mi cabeza retumbaba. Con cuidado, levanté mi brazo izquierdo y me toqué la nuca, lo que provocó una punzada de dolor que se extendió por todo mi cráneo.

Luego, con precaución inspeccioné la habitación. Sobre la cómoda habían cuatro globos, un ramo de flores, un montón de tarjetas, un oso de felpa y una bolsa de plástico en donde estaba mi ropa cubierta de sangre.

Volví la cabeza lentamente hacia la ventana que estaba junto a la cama. El exterior estaba oscuro. Era de noche. Y sobre el cristal sólo podía apreciar mi reflejo. 

Cuando unos pasos resonaron en el pasillo, intenté volver a recostarme, pero al hacer contacto con la almohada un grito ahogado surgió de mi garganta. 

La chica que entró lucía unos jeans ajustados, un saco negro que hacia juego con sus botas y una bufanda azul cielo que hacía deslumbrar su piel pálida. Ella era hermosa, con esos penetrantes ojos cafés y una sonrisa brillante como el día.

Beatrice. Mi hermana. 

Hacía cuatro meses que no la veía y cuando agitó su oscuro cabello negro me sentí como en casa, donde solía molestarla jalando de su cabello para que prestara atención a las caricaturas. 

—El doctor dijo que estarás bien —comentó mientras se sentaba al borde la cama—. Pero yo te mataré en cuanto salgamos de aquí. 

—¿Cuánto tiempo llevo dormido? —pregunté temeroso.

En un instinto por querer averiguar la respuesta, toqué mi barbilla, esperando sentir barba de algunos días, pero seguía con la piel tersa. 

—Sólo ha pasado un día —respondió encogiéndose de hombros—. Tuviste tu pequeño incidente ayer, ¿recuerdas lo que ocurrió?

Asentí, mandando una oleada de dolor que se extendió desde mi cabeza hacia el resto de mi cuerpo. 

—Unos sujetos me golpearon —respondí avergonzado. 

—¿En qué demonios estabas pensando? 

—No es lo que parece Tis. 

"Tis" era el apodo que le decía a mi hermana desde que éramos pequeños, debido a que tuve problemas con la pronunciación de la letra "R", por lo que la llamaba Beatice y resumí su nombre con tres simples letras.

—¿Entonces puedes explicarme tu cabeza de sandía partida a la mitad? 

—Es una larga historia —concluí con cansancio. 

—Estarás aquí un buen rato, tenemos tiempo de sobra. 

Suspiré abatido, era mi hermana y merecía conocer la verdad. Le conté acerca de Marcela, mi primera novia formal, sobre Alan su exnovio y la pelea que tuvimos en la casa de Víctor, después le detallé mi encuentro con él y sus amigos. Mientras contaba mi anécdota, Beatrice me miraba con asombro, furia y decepción. 

—¿Todo ésto por una simple chica? 

—No es cualquier chica —dije sujetando su mano—, en verdad me importa. 

—Mi hermano, ¿enamorado? —cuestionó divertida—. Esto si que no me lo puedo creer. 

—¿Por qué es tan difícil de creerlo? —pregunté un poco molesto—. Yo también tengo sentimientos. 

Cuando la oscuridad venga [1]Where stories live. Discover now