11

2.3K 262 791
                                    

Gilbert.

Recuerdo las familias paseando y los grupos de amigos riéndose mientras caminaban hacia la entrada de la enorme y bellísima Haunted Mansion. Una pareja nos rodeó y pude llegar a escuchar como el chico le contaba que no tenía ganas de entrar, porque esas cosas le daban miedo.

Entonces yo miré de reojo a Anne junto a mí para ver si tenía algún ápice de miedo en su rostro, pero nada de eso, la pelirroja estaba con los ojos brillantes y emocionada por los jardines preciosos a nuestro alrededor.

—Muy bien —sonnreí involuntariamente y estiré mi mano para entrelazar mis dedos con los de ella—. Esto es Haunted Mansion, me encantaba venir aquí cuando era niño, así que quiero ser la persona que te lo muestre.

Ante mi acción Anne volteó hacia mí con los ojos entrecerrados como cada vez que sonreía, y apretó mi mano con la suya. —Entonces, ¿tengo el privilegio de que mi novio sea mi guía personal? Qué excelente servicio, te pondré cinco estrellitas.

Mordí mi labio inferior negando con la cabeza y le jalé una de sus trenzas con mi mano libre. —Boba.

Caminamos a paso tranquilo por los senderos sintiendo el calor del sol de la tarde en nuestras caras, mientras observabamos todas las fuentes que constituían los verdes jardines, y hablábamos sobre algunas cosas que llamaban nuestra atención. Por ejemplo la estatua del señor enojado de la entrada.

—Es igual al Señor Phillips. —comentó y yo solté una carcajada—. Cuando nos regañaba por cualquier cosa ponía esa cara. Así, mira.

Imitó la cara de la estatua y yo la hice prometer que cuando saliéramos otra vez, la haría de nuevo para poder sacarle una foto. Cosa que aunque no lo crean, hizo. También me tomé muy enserio mi papel de guía y cuando estábamos haciendo la fila para entrar, le expliqué un poco de mis traumas infantiles.

—Eso de ahí me hacía tener pesadillas. —admití apuntando a una de las gárgolas enormes que había a un costado de la enorme mansión blanca con detalles en negro y café—. Quizás todavía me pone un poco incómodo.

—¡No me digas! —abrió los ojos de manera traviesa y me sonrió maliciosa—. ¡Así que ya no eres tan perfecto, Gilbert Blythe! ¡Le tienes miedo a una gárgolita indefensa!

—Vamos a ver si tú pasas la prueba. —expresé sacándole la lengua y quitándole el pretzel que tenía en la mano para darle un mordisco—. Dicen que ésta mansión está embrujada.

Abrió mucho los ojos. —No me digas.

—Por eso te traje. —asentí terminándome la comida que tenía en la boca—. Según la leyenda local, un inglés con mucho dinero llamado Dr. Jack se instaló a finales de la década de 1890 y construyó esta mansión para imitar las de Londres, y para sentirse en casa. Se cree que la usó como posada, atrayendo a muchísimos invitados...

Anne tenía los ojos chispeantes mientras me escuchaba, me mordí el labio para no sonreír y arruinar así la magia de la historia. —Nunca más se supo de algunos, y se dice que Lizzie Borden estuvo aquí durante mucho tiempo.

—¿La asesina del hacha? —su voz tembló al final de la oración.

Por si viven en una cueva y no conocen a Lizzie Borden, fue una estadounidense sospechosa del asesinato de su padre y su madrastra, debido a los cuarenta hachazos con los que los desmembró en el 1892.

También es la culpable de miles de traumas infantiles de todo una generación, cuando iba a primaria decían que seguía rondando por ahí, tiene canción y todo.

—Síp. —le contesté con falsa tranquilidad y le tendí el pretzel—. Pero son sólo historias, no te vayas a asustar.

—¿Asustarme? ¿Yo? Pf. —chasqueó la lengua fingiendo con todas sus fuerzas valentía, quise reír pero me aguanté—. Pero, ehm, me encantaron muchísimos los jardines, deberíamos ir a verlos de nuevo y...

Anne Of The Present Where stories live. Discover now