Anne Shirley nació con la aventura tatuada en sus clavículas y las ganas de descubrir el mundo bordadas en su espíritu.
Así que cuando descubrió que la familia que tanto deseaba no llegaría, tomó la decisión de abandonar el orfanato donde se había c...
⚠️: El capítulo contiene escenas que pueden herir la sensibilidad de personas que han tenido experiencias relacionadas o cercanas al abuso sexual.
—¿Josie Pye?
Ella soltó un bufido y miró al cielo con exasperación. —Sí, tengo el mismo rostro, la misma voz y el mismo cuerpo. ¿Por qué todos me preguntan lo obvio?
En cierta parte tenía razón, era una pregunta bastante absurda, pero en mi defensa no se parecía en absolutamente nada a la Josie Pye que yo conocía.
—Porque no pareces tú...wow, tus padres deben estar sacándose el cabello con las manos.
Eso pareció gustarle porque dejó su gesto austero para reemplazarlo con un indicio de sonrisa, la primera sincera que yo le había visto emitir. —Touché, ese es precisamente el punto.
Sonreí al pensar en que por fin estaba llevándoles la contra, desde pequeña había hecho lo que ellos le decían, sin cuestionarse si era lo correcto o no. —Ya era hora.
—No has visto nada. —emitió y se amarró el cabello en una coleta alta—. Te dejo, tengo que ir solucionar el tema de mi uniforme porque quemé el anterior y mi mamá está como loca. Ah, y nos debemos una conversación, supe lo de tu papá, lo siento mucho.
Asentí con la cabeza. —Gracias.
—Cuando me enteré pensé en lo mucho que te envidiaba por tener un papá tan genial y me sentí de nuevo de diez años sentada en tu mesa mientras nos regañaba por la comida procesada.
Sonreí con amplitud por el recuerdo. —Y el sistema capitalista que nos obliga a no comer sano para luego gastar en medicina.
Ella soltó una carcajada sonora. —No he podido volver a comer Kit Kat.
—Yo tampoco. —le respondí y el silencio nos acompañó unos segundos, se me vino la última imagen que tuve de ella, llorando y cayéndose en las escaleras—. ¿Cómo estás, Josie?
Chasqueó la lengua. —Más enojada que nunca. Pero prometo que no con todos como antes, sino que con personas que se lo merecen realmente. He tenido...he tenido muchísimo tiempo para pensar.
Billy siendo golpeado por la rubia se me vino a la cabeza y sonreí con más ganas. —Genial.
Me guiñó un ojo y luego se despidió con un saludo estilo militar. —À plus.
El teléfono me sonó al instante en mi bolsillo y solté un suspiro al imaginarme a los tórtolos peleando por si el verde lima o el verde agua era mejor.
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Comencé a caminar, tengo que admitir, con demasiada lentitud para postergar las próximas horas de sostenedor de velas y músico de violines.
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