Mami Ben || BeVin

Little Paranoid

—Entonces, ¿Por qué realmente viniste hasta aquí, Mamá?— Ben cuestionó mientras se acomodaba en la silla que le habían dado en lo que cuidaba de su hijo internado.

Sandra soltó una pequeña risa antes de mirar Kevin de reojo.

—Bueno, cierta persona me llamó mientras venía para acá y me contó del asunto.— Ella movió su cabeza ligeramente hacia la dirección de Kevin y Ben llevó su mirada hacia él sorprendido.

—¿Por qué?— Le cuestionó. Kevin suspiró un momento llevando su mano derecha hacia la parte posterior de su cuello mientras ladeaba un poco la cabeza.

—Bueno, yo sabía que te costaría creer en mis palabras y pues, yo no soy "madre" de ningún niño, supuse que la mejor persona para apoyarte debía ser alguien con experiencia y dado que casi no conviví con mi madre la tuya parecía una mejor opción.— Respondió sincero mirando a Ben de regreso. Le vio sonreír y él igual esbozó una sonrisa tenue.

—Gracias.— Ben expresó antes de cerrar sus ojos.

Claro que seguía aterrado, y la culpa aún lo estaba apaleando con una fuerza muy cruenta. Pero él igual debía ser fuerte si quería que su hijo se recuperara. Quería mantener la idea de que todo estaría bien porque ya no quería vivir esos terrores. Esa inseguridad.

Durante las 4 horas que habían estado esperando junto a la incubadora de Frost se puso a reflexionar muchísimas cosas. Algunas de ellas eran muy dolorosas, las otras trataban de reconfortarlo un poco más. Pero decidió que lo único que valía la pena en ese momento era rogar porque Frost librara toda esa situación y esperar a que le perdonara por haber sido tan descuidado.

—Debo regresar con tu padre.— Sandra informó levantándose. Era muy tarde ya. Su celular marcaba la 01:45 am, por lo que habían pasado casi todo el día en la sala médica de los plomeros.

—Gracias por el apoyo, mamá.— Ben volvió a decir, levantándose al igual que ella para poder abrazarla a modo de despedida.

—A pesar de cualquier cosa sabes que lo haré.— Sí, Ben ahora lo sabía y estaba totalmente agradecido por eso.

Tras soltarla ella se despidió agitando levemente su mano mientras salía a paso tranquilo del lugar. Entonces volvió a sentarse junto a Kevin y se apegó lo suficiente a él para sentir cómo el mayor pasaba su brazo sobre sus hombros para darle un poco más de su apoyo.

Lo único que quería en ese momento era poder ver a Frost despertar y moverse tan libremente como lo había hecho antes.

Cerró los ojos y sus brazos cruzados sobre su abdomen, dándose a la tarea de descansar un poco. Si seguía dándole vueltas a todo en su cabeza quien terminaría en una camilla de hospital iba a ser él. Esperaba de todo corazón que su pequeño hijo pudiera despertar pronto y volver a casa.

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—¿Cómo se encuentra?— Ben cuestionó al Tetramandiano que antes había atendido a Frost.

—Bueno, sus ojos ya reaccionan bien a los estímulos de luz, así que sólo debemos esperar a que pueda respirar por su cuenta de nuevo.— El médico de nombre Yagux dijo mientras retiraba la pequeña linterna roja de la visión del pequeño necrofriggian quién estaba acostado boca arriba con una especie de máscara metálica sobre la parte media inferior de su rostro y del medio salía un tubo corrugado de plástico que filtraba el aire y permitía el paso de oxígeno y algo de nitrógeno.

—Me alegra tanto escuchar eso.— Ben susurró aliviado.

Kevin y él habían cuidado del menor durante casi una semana sin ver señales de reacción, lo cual hizo que Ben tuviera más de un ataque de ansiedad pensando en los peores escenarios que le podían ocurrir a su hijo. Afortunadamente para la llegada del último día laboral terrestre Frost comenzó a tener pequeños movimientos en sus párpados ligeramente transparentes antes de comenzar a alzar sus alas de forma tenue lo que indicaba que su actividad cerebral había comenzado a reaccionar como naturalmente lo haría y fue sólo hasta ese viernes por la noche que el pequeño necrofriggian había abierto por fin los ojos aunque estos no dirigieron su enfoque a ningún lado e inevitablemente los cerró casi al par de minutos después.