Parte 37 - Navidades

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Capítulo 37

Navidades


Antes de que mi cuerpo acabara hecho un ocho sobre la alfombra de mi habitación, Daniel llegó justo a tiempo para sostenerme. Me cogió en brazos y me colocó en el cabecero de la cama. Se sentó a mi lado. No había llegado a desmayarme, pero el fuerte vértigo que sentí dejó mis sentidos completamente aturdidos. Me acarició la cara y su expresión reflejaba preocupación y algo que no entendía bien, como miedo. Lentamente, abrí los ojos para poder verlo bien.

—Lo siento, me ha entrado el pánico. En menos de cinco minutos, casi te desmayas dos veces. No me apetece dejarte sola en este momento.

—No tienes que preocuparte, estoy bien.

—Claro que me preocupo, si no hago más que preocuparme por ti. Podrías acabar haciéndote daño a ti misma o al bebé.

—¿Es eso lo que te preocupa? ¿Que podría perder al bebé? ¿Que no puedo ser una buena madre? —No sabía si la pregunta era para él o si la decía en voz alta como reflejo de mis miedos.

—No sé cuántas veces te lo he dicho, pero te lo diré todas las veces que haga falta. Lo único que me preocupa eres tú. No puedo vivir sin ti. Claro que me preocupa nuestro bebé, pero apenas si estás bien —me besa la frente—, y serás una gran madre. Mejor que la mía, al menos. De eso no tengo ninguna duda.

Daniel nunca habló de su familia, lo que me recordó que teníamos una conversación pendiente.

—¿Quién eres tú? —pregunté.

—Daniel Joshua Nicolás —respondió con seguridad—. Encantado de conocerla, señorita. —Me besó la palma de la mano.

—Daniel, ahora mismo no estoy de humor para bromas. Estoy cansada de tus mentiras. Estoy cansada de que nunca me cuentes nada sobre ti y de que lo sepas todo sobre mí. Estoy cansada de querer comprenderte y lo único que haces es que quiera alejarme cada vez más de ti. No puedo pensar en tener un hijo con alguien que me miente todo el tiempo, que nunca me ha dicho la verdad, desde el minuto uno.

Bajó la mirada y vi que su semblante se volvía sufrido.

—Prometo que te lo contaré todo. Quiero que sepas que nunca he querido mentirte. Y te juro que nuestro encuentro en el aeropuerto fue una coincidencia, no sabía que estabas en el mismo vuelo que yo.

—¿Quién estaba en el mismo vuelo? —Bajó la cabeza—. Sabías quién era yo todo el tiempo. —Me hizo pensar que era una coincidencia y tengo que volver a mi casa para descubrir que era el vecino de enfrente. Esto es una locura.

—Chiara, escúchame, te lo explicaré todo. Por favor, no me saques de tu vida. Eres demasiado importante para mí. No puedo ni quiero perderte. No ahora que te he encontrado, una vez más.

Me puse las manos en la cabeza. Alguien llamó a la puerta.

—Un momento —chillé—. Tenemos que irnos —dije en voz baja mientras me inclinaba para salir de la cama.

—¿Seguro que estás preparada para levantarte?

—Sí. Lo último que quiero es que mis padres se enteren de todo. Encontraré la manera de explicárselo, pero no ahora.

Abrí la puerta y mi hermana estaba al otro lado. Nos miró.

—Vamos, empecemos con los aperitivos. Ah, y por cierto, deberías tener más cuidado. Si no puedes engañarme, es solo cuestión de tiempo que mamá y papá se enteren. —Nos guiñó un ojo y se alejó.

Régalame un beso © (TERMINADA Y COMPLETA)Where stories live. Discover now