Parte 33 - Verdades

6.5K 361 25
                                    


Capítulo 33

Verdades


Me besó suavemente.

—Quiero que estés tranquila, no pienses en ello ahora. Encontraremos un momento para confirmar esta información, ahora solo quiero que descanses y estés bien y en paz.

Siguió besándome, pero mi mente ya estaba en otra dimensión. ¿Embarazada? No puede ser. Era demasiado joven. No estaba preparada para ser madre, y mucho menos tener al hijo de Daniel. No puede ser. O mejor dicho, podría serlo, pero no quería que lo fuera. Me negué a aceptarlo.

—Daniel... —Lo llamé casi desesperadamente, esperando que me dijera algo que me sacara de esta pesadilla. Me miró y vio mi cara, asombrada por la duda.

—Oh, tesoro mio, estaré aquí para cualquier cosa. Ti amo. No hay nada que desee más que estar contigo.

Su voz era tan curativa y tranquila que preferí dejarme llevar, en un instante, por sus caricias y besos. Me cogió en brazos y me llevó a su habitación. Me tumbó en la cama y empezó a quitarme la ropa. No podía moverme, estaba cansada; no quería luchar; sus manos y su dulzura me llevaban al paraíso. Y quería quedarme allí, donde todo era perfecto. Cuando me quitó el vestido y me dejó en ropa interior, se quitó toda la ropa. Se colocó encima de mí. Podía sentir su poderosa hombría apretando mi vientre de excitación. Me besó por todo el cuello y acarició mi cuerpo con sus manos. Los suspiros salieron de mi boca y me quedé extasiada con su tacto.

—Eres perfecta —su voz era ronca y apasionada—, te quiero tanto, nena, tanto... me tienes a tus pies.

Mis manos agarraron su pelo y tiré de él para que me besara. Sentí la necesidad de tenerlo y de ser llenada. Quería sentirlo, y mi cuerpo respondió a su tacto de forma autónoma. Me encantaba. Tenía miedo, pero estaba totalmente rendida a sus palabras.

—Daniel... Te necesito... dentro de mí —supliqué, antes de que mi cuerpo se convulsionara en tensión.

No esperó más para completarme. Hicimos el amor entregados y llenos de esa emoción que nos movía y nos convulsionaba para estar juntos, a fusionarse en uno. Cuando ambos terminamos en una espiral de placer absoluto, nuestras miradas sudorosas se encontraron.

—Tú eres la mujer de mi vida. Siempre lo has sido —dijo y me besó con pasión y devoción. Nos quedamos así un rato, unidos en ese beso que significaba tanto y hablaba por sí mismo.

Volví a sentir su tensión dentro de mí y supe que estaba preparada para reanudar nuestra entrega. Comenzó a moverse lentamente. Me dio la vuelta, dejándome encima, a horcajadas sobre él. Su boca se alimentó de todo mi cuerpo. Mis pechos, mi cuello, todo. Me puso una mano en el vientre y me acarició. Bajé los ojos hacia su mano y puse la mía encima.

—Voy a querer todo lo que quieras darme, no tengas miedo —mis ojos se humedecieron al instante—. Tu sei e sarai sempre l'amore della mia vita (Eres y siempre serás el amor de mi vida).

Se sentó conmigo y le rodeé con las piernas; me abrazó, me besó el cuello con total delicadeza, varias veces y acercó su boca a mi oído.

—No tengas miedo. Estaré aquí para ti, para cualquier cosa que necesites. Confía en mí. Todo lo que he hecho es porque te quiero.

Sus palabras me recordaron todas las mentiras que me había contado, todo lo que había descubierto sobre él, y me rompió el corazón oírle disculparse así, asumiendo los hechos. Incriminándose a sí mismo.

Régalame un beso © (TERMINADA Y COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora