Parte 6 - Beso robado

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Capítulo 6

Beso robado


Estaba casi dormida de nuevo, cuando Joshua volvió con una bandeja de comida.

—Deja que te ayude —colocó el objeto en la mesita que había junto al sofá, que estaba frente al sillón donde yo estaba sentada. Se arrodilló en el suelo y vertió un poco de líquido en un vaso.

—¿Qué es eso? —pregunté con cara de asco al ver el color verdoso del interior del recipiente.

—Es una vitamina. Te hará bien, es fruta y verdura, no te matará más que tu falta de comida. Toma —extendió el brazo con el vaso en la mano. Lo tomé con una mueca.

—¿Siempre eres tan autoritario? —Me miró sorprendido, pero luego comenzó a sonreír. No me contestó de inmediato, puso mantequilla en una tostada y llevó la bandeja a mi regazo.

—No siempre. Estoy acostumbrado a que se cumplan mis órdenes. Y eso es todo.

—¿Por qué? ¿Eres policía? Porque si no es así, no veo por qué la gente tendría que hacerlo.

—¿Hacer qué?

—Sigue tus órdenes.

—Créeme, les conviene seguir mis órdenes. Y no, no soy policía. Y ahora come.

Hice un brindis al aire irónicamente. Me moría de hambre. Seguí comiendo y bebiendo el zumo, y tuve que admitir que estaba bastante bueno. Joshua me miró con un rostro neutro e inexpresivo, como siempre: serio.

—¿Vas a mirarme fijamente? —pregunté.

—Podría.

—¿Qué? —No sé si era por el idioma, pero hablaba de una manera extraña, no le entendía bien.

—Podría mirarte fijamente durante mucho tiempo.

Me sonrojé un poco. O este tipo era demasiado directo o un arrogante de todo tamaño.

—Empiezo a pensar que estaba más segura dentro de la cabina.

Joshua se echó a reír. No sé qué fue lo que le hizo gracia. Hablaba y me miraba como si fuera un psicópata. Era guapo, sí, y parecía joven, pero aun así, no le conocía de nada, y en América había gente muy extraña y peligrosa.

—Estarás a salvo conmigo. Te he traído a mi casa. Aquí es más que seguro. Aquí no hay nadie.

—Otra razón. No te conozco y aunque te agradezco todo, bueno... esto es América y he visto muchos documentales y estudios sobre gente mala.

—¡Ohh!... sí... puede haber gente muy mala aquí. Y peligrosos —dijo con una mirada salvaje, que no me tranquilizó precisamente.

—Ya veo. Al menos en mi país solo somos frívolos. —No podía dejar pasar la oportunidad de echárselo en cara.

—¡Oh! —se estremeció como si le hubiera hecho daño y ofendido. Era un tiro directo, sin duda. Sonreí socarronamente y seguí bebiendo mi zumo verde, mientras le miraba con cara de victoria. Uno, cero. Otro punto para mí, idiota.

—Pero sigo teniendo razón —levantó su torso y se acercó a mis piernas. Su cara estaba muy cerca de la mía—. La mayoría de los italianos que conozco son personas superficiales, engreídas y arrogantes. Y hay americanos malos y peligrosos.

Su presencia tan cercana me dio calor, y no era del fuego, de eso estoy segura. Sentirlo me desconcertó. ¡Era tan guapo! Esa boca, esa voz sensual y su mirada penetrante eran imponentes.

Régalame un beso © (TERMINADA Y COMPLETA)Where stories live. Discover now