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Han-Jae revisó su aspecto frente al espejo una última vez antes de salir.

-Me veo bien -murmuró para sí mismo acomodando el cuello de la camisa.

Por la mañana había asistido a un salón de belleza para cortarse el cabello y compró ropa nueva solamente para empezar a salir más seguido con Young-Soo.

Planeaba invitarlo a una cita el próximo fin de semana. Tal vez ir al cine o a cenar, aun no lo tenía claro. Lo único que podía asegurar era que deseaba llevarlo a muchas citas.

En este momento estaba alistándose para ir al departamento de Young-Soo y Ki-Jeong a celebrar su cumpleaños.

El lunes anterior cuando el director los atrapó juntos en la sala de música creyó que Young-Soo se avergonzaría y le pediría no reunirse más en la escuela, sin embargo, cuando lo dejó fuera de la enfermería este le sonrió y le dijo que hablarían en la noche.

Se reunieron otras dos veces en el salón. Esta vez solo charlaron un poco sobre gustos personales y anécdotas sobre sus vidas. Fue un momento muy agradable.

El viernes en la tarde se reunió con Do-Hyeon para la primera tutoría. En veinte minutos de clase de dio cuenta de que era como enseñarle trucos nuevos a un cachorro hiperactivo. El adolescente se distraía con todo, ya fuese un ruido o sus propios pensamientos, sin embargo, no se rindió y siguió explicándole las veces que fuesen necesarias.

Casi llora de felicidad cuando en el intento número nueve logró resolver sin su ayuda una ecuación de primer grado. La enorme sonrisa que Do-Hyeon le dio al ver que había aprendido algo fue suficiente para él.

Se aseguró de que tomase el autobús a casa antes de irse a su propio hogar.

Esa misma noche recibió un mensaje de Young-Soo recordándole la fiesta el día siguiente. No tendría que llevar nada, solo ir al departamento a las siete de la tarde.

Por eso ahora se estaba alistando para salir. Terminaba de arreglar las mangas de la camisa cuando surgió una llamada.

-Hola, Byung-Ho -saludó sabiendo que era la única persona que podía llamarlo.

-¡Hey, feliz cumpleaños! -gritó su amigo en voz alta- Lamento mucho no poder ir a visitarte, el trabajo está matándome.

-Lo sé, no hay problema. ¿Qué tal estás?, ¿cómo está la tía?

-Yo bien, mamá y papá están bien. Ella me regañó por no tener tiempo para ir a ver a mi mejor amigo en su cumpleaños -murmuró claramente desanimado.

-No te preocupes, no es tu culpa.

-Pero te prometí que ya no pasarías este día solo.

Se maldijo mentalmente. No le había contado con detalles a Byung-Ho sobre los acontecimientos de las últimas semanas. Lo único que sabía era que se llevaba bien con dos colegas y los enfermeros del lugar.

-No lo pasaré solo, -balbuceó, esperando que no lo regañase por olvidar hablarle sobre ello- unos amigos me harán una fiesta.

-¿Y cuándo pensabas contarme?, ¿eh? ¡me estuve torturando por ser mal amigo y no poder ir a visitarte! -exclamó enfadado.

-¡Lo siento mucho! -se disculpó rápidamente- Han pasado muchas cosas y hemos hablado pocos minutos en el día, simplemente olvidé hablarte de los amigos que he conocido aquí.

Byung-Ho suspiró antes de volver a hablar.

-Me alivia saber que no estás solo.

Han-Jae siempre iba a estar agradecido de tener un amigo como él. Byung-Ho le había enseñado muchas cosas sobre la vida. Le celebró sus primeros cumpleaños, le provocó su primera borrachera e incluso le enseño a como ir al banco por primera vez a hacer todos los tramites que necesitaba y no sabía.

Zero O' Clock | Novela BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora