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Un cosquilleo en la nariz fue lo que despertó a Young-Soo. Lo primero que notó fue un fuerte agarre en su cintura y el cabello de Han-Jae como el culpable de su hormigueo. El hombre estaba acurrucado contra su cuerpo abrazándolo como si fuese un peluche, tenía la cabeza escondida en su cuello y roncaba suavemente. Se veía como un niño en esa posición.

Young-Soo inevitablemente sonrió. Acarició sus mechones castaños y dejó un tímido beso en la cima de su cabeza. Se sentía mucho más liviano después de hablarle de su pasado, como si se hubiese quitado una carga amarga y dolorosa del pecho de un solo tirón. Se sentía en paz.

Y estaba hambriento. Su estómago gruñó en el silencio de la habitación avergonzándolo un poco. Con dificultad estiró la mano hasta alcanzar su teléfono: eran las diez con cuarenta minutos. Hizo un mohín con los labios, quería comer, pero al mismo tiempo deseaba quedarse en la cama por todo el día.

De pronto el celular de Han-Jae empezó a sonar. Young-Soo lo sintió quejarse y removerse un poco antes de separarse del abrazo con los ojos entrecerrados y el cabello completamente desordenado. Tenía marcas de sábanas en la mejilla y el ceño fruncido lo que indicaba que estaba enfadado ante su sueño interrumpido.

Estiró el brazo para tomar el aparato y volvió a su sitio entre sus brazos. Young-Soo sonrió enternecido mientras le hacía cariño en el cabello.

—¿Qué quieres? —respondió bruscamente sin siquiera ver quien llamaba— Claro que estaba durmiendo, las personas normales duermen hasta tarde los domingos —Young-Soo trató de no reír ante su puchero. Tenía curiosidad sobre la persona con la que estaba hablando— De acuerdo, mándale saludos a la tía. Adiós.

Una vez colgó se acurrucó contra su pecho y bostezó.

—Hey, buenos días —saludó Young-Soo.

—Buenos días —balbuceó frotándose los ojos— ¿Has dormido bien? No te he dado una patada, ¿verdad?

—He dormido bien, me abrazaste toda la noche —sonrió.

—Suelo abrazar la almohada, —se excusó con timidez— lo siento.

—No tienes que disculparte, me gustó. —su estómago de pronto interrumpió el silencio— Anoche no comimos nada antes de ir a dormir.

—Es verdad, con el apagón lo único en lo que pensé fue en dormir. —Han-Jae se levantó y encendió el interruptor. Aún no había luz— Al menos es de día, espero que llegue la electricidad antes de la noche.

Young-Soo miró su celular con treinta por ciento de batería e hizo una mueca. Con pereza se levantó y estiró su cuerpo haciendo sonar algunas articulaciones. Caminó hacia Han-Jae y este de inmediato de inclinó para darle un pequeño beso de buenos días.

—Ven, vamos a preparar algo.

Cada uno hizo sus necesidades antes de ir a la cocina. Young-Soo miró por la ventana hacia el jardín que no había podido apreciar la tarde de ayer. Solo había césped y un árbol de naranjas con frutos maduros.

—¿No tienes más plantas?

—Si supiese cuidarlas podría tener un jardín variado. —contestó sacando algunas cosas de la nevera— Ese árbol ha estado ahí desde que era un niño, no necesita muchos cuidados así que se ha mantenido bien.

Young-Soo hizo un sonido de entendimiento. Le habría gustado ver algunas flores, era un patio bastante amplio así que estaba seguro de que un comedor de jardín y unas cuantas flores alrededor de la cerca se verían muy bien.

Sacudió la cabeza ante el rumbo que estaban tomando sus pensamientos. Dio la vuelta para ayudar a Han-Jae, pero abrió los ojos con sorpresa al ver que este ya había picado zanahorias, tomate y pimiento rojo mientras él estaba distraído. En ese momento estaba batiendo huevos en un bowl.

Zero O' Clock | Novela BLWhere stories live. Discover now