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El día del festival llegó en un parpadeo. Young-Soo estaba llevando cajas con vendas e instrumentos médicos a la tienda que haría de enfermería esos días. Les permitieron usar ropa deportiva en vez del uniforme así que vestía un buzo holgado y una sudadera que le quedaba larga. Con esos chicos de otra escuela alrededor prefería cubrirse lo más posible.

Su relacion con Han-Jae iba de lo mejor. El fin de semana salieron a pasear sin un destino en particular, solo caminaron de la mano y charlaron durante horas. Han-Jae se había vuelto más cómodo a su alrededor; le besaba las mejillas y los labios cada vez que lo pillaba distraído, jugueteaba con sus manos y cabello, y lo abrazaba con fuerza cada vez que se decían adiós.

—Hey.

Han-Jae se asomó de la sala de música y le hizo señas para que se acercase. Young-Soo miró ambos lados del pasillo vacío antes de sonreír y colarse a la habitación. De inmediato cerró la puerta y soltó la caja para rodearle el cuello con los brazos y besarlo. De pronto dejó se sentir el piso bajo sus pies, señal de que Han-Jae lo había alzado en brazos para una posición más cómoda.

—Buenos días —le susurró al cortar el beso. Young-Soo sonrió y le peinó el cabello con los dedos.

—Buenos días, ¿listo para supervisar las competencias?

Han-Jae asintió mientras lo dejaba en el piso suavemente.

—Estaré atento a la enfermería por si ocurre algo, —comentó— tendré mi celular a mano así que puedes llamarme si lo necesitas.

—Gracias, después de esto podemos ir a cenar, ¿te gustaría? —sugirió.

—Me encantaría, pero tengo otra idea. No tienes que sentirte presionado a aceptar, claro. Quería preguntarte si te gustaría quedarte a dormir en mi casa esta noche. —propuso con las mejillas enrojecidas— Podemos cocinar juntos, ver alguna película... ahora que lo digo suena a una pijamada.

Young-Soo rio antes de asentir.

—Me gustaría, pero esta vez llevaré mi propia ropa para no parecer un saco de patatas con la tuya.

—Yo creo que lucías adorable. —una pequeña alarma sonó en el reloj de Han-Jae. vio la hora e hizo un puchero— Ya debemos irnos.

Se dieron un último beso antes de separarse e ir a sus respectivos trabajos. Mucho más animado Young-Soo llegó a la enfermería provisional. Era una gran tienda cerrada con tres camillas y dos sillas para ellos.

—¿Por qué demoraste tanto?

—Me encontré con Jae-Ah. Iré a dormir a su casa esta noche.

—Picaron, ¿debería regalarte condones? —bromeó en su oído. Young-Soo enrojeció y le golpeó la cabeza con un rollo de vendas.

—Aun no pasamos a esa etapa, pervertido.

—¿Pasarán a ella algún día? —cuestionó.

Young-Soo dejó de ordenar las cosas y se puso a pensar. Han-Jae era virgen mientras que él todavía tenía algunos problemas de confianza relacionados con tener relaciones sexuales. Aunque si lo pensaba el imaginar a Han-Jae sobre él en un ambiente intimo no le desagradaba para nada. De hecho, aun no podía sacar de su cabeza la imagen sin camisa que le envió hace un tiempo y por culpa de esta su curiosidad por ver su cuerpo desnudo iba en aumento, pero no se lo diría.

—Pues... si, eso creo. —respondió sin estar seguro— ¿Por qué lo dudas?

—Porque siento que Han-Jae nunca dará el primer paso en cuanto a la intimidad. —él lo miró confundido— Piénsalo, sabe que te da miedo que otros te toquen y además le contaste la historia con aquel idiota. —explicó— También me dijiste que hasta hace un tiempo te pedía permiso para besarte y abrazarte.

Zero O' Clock | Novela BLWhere stories live. Discover now