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Young-Soo recibió un regaño de parte de Ki-Jeong por dejarlo solo con Do-Hyeon. El estudiante se le había vuelto a confesar, asegurando que estaba cambiando su comportamiento y que solo lo quería a él, pero su colega no le había creído y lo echó de la enfermería una vez que curó sus heridas.

—Los chicos como él no cambian. —refunfuñó revolviendo la sopa en su plato— Lo que siente no es amor, ¡apuesto que ni siquiera sabe lo que es amar a alguien!

Él solo podía asentir mientras se llevaba cucharada tras cucharada de comida a la boca. Ki-Jeong había estado quejándose los últimos diez minutos sobre Do-Hyeon sin cesar y ya estaba volviéndolo loco.

—Creo que ya me ha quedado claro que jamás podrías darle una oportunidad —se quejó golpeando su vaso contra la mesa, sobresaltándolo— ¿podemos comer sin hablar de asuntos referentes a la escuela?

—Lo siento, es que me saca de quicio —susurró sus disculpas con un sonrojo avergonzado en las mejillas.

—Ya lo sé, simplemente ignóralo y se le pasará. Hemos recibido miles de confesiones desde que empezamos a trabajar ahí. ¿Qué tiene esta de distinto que no puedes dejarla pasar?

Ki-Jeong apretó los labios y se sonrojó mientras volvía a comer en silencio. Esa era una extraña reacción, usualmente era muy difícil hacer sonrojar a Ahn Ki-Jeong. Al parecer había dado en un punto clave. 

Una descabellada idea pasó por su cabeza. Dejó los cubiertos de lado, se cruzó de brazos y lo miró fijamente, poniéndolo claramente nervioso.

—No me digas, ¿te gusta Do-Hyeon?

—¡C-Claro que no! —tartamudeó con las mejillas encendidas.

—¡Oh por dios, si te gusta! —se tapó la boca, estupefacto. Ki-Jeong trató de hablar, pero solo podía balbucear— ¡No lo niegues, tu cara te delata!

—¡Que no me gusta! —lloriqueó.

—Pues no te creo, ¡confiesa! —lo apuntó con sus palillos en un gesto amenazante. Desde la primera vez que Do-Hyeon se confesó a su amigo, había tenido leves sospechas de que era recíproco.

—¡Ese idiota inmaduro no sabe lo que habla! —empezó a hablar con enfado— Dice que me quiere y me habla dulce pero después está coqueteándole a otras, ¡se pone a besar a las novias de otros y a enamorarlas solo porque tiene ese maldito rostro perfecto!, ¡lo odio!

—¿Lo odias?

—¡Si, lo odio! —gruñó, pero luego se frotó los ojos— O-Odio... odio que me guste... —confesó casi llorando— y que sea un mujeriego.

Al ver las lágrimas en su rostro Young-Soo se levantó de inmediato y rodeó la mesa para abrazarlo. Sabía que este era un tema delicado para él ya que su antiguo novio lo había engañado múltiples veces, pero Ki-Jeong había estado tan enamorado que lo perdonó a pesar de las insistencias suyas para que lo dejase.

Al final, había recapacitado y decidió cortar la relación. Unas semanas después vino su problema con Seung-Ho y tuvieron que marcharse. 

Durante ese año ambos reflexionaron sobre sus vidas, actitudes y malas decisiones, sin embargo, Young-Soo empezó a sufrir de ataques de ansiedad y Ki-Jeong a veces se deprimía pensando en que nunca sería amado por alguien.

—Ya, tranquilo. —murmuró dando palmaditas en su espalda— No vale la pena llorar por idiotas. La próxima vez déjale en claro que no quieres nada con él, ¿de acuerdo? —se separó y le limpió la cara con una servilleta.

—S-Si, creo que es mejor así. —susurró, sonándose la nariz— Gracias.

—Además, aún es un niño. —añadió, haciéndolo sonreír— Tiene diecisiete apenas, eres cinco años mayor que él. Le falta mucho para madurar.

Zero O' Clock | Novela BLWhere stories live. Discover now