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Han-Jae llegó a casa casi sin notarlo.

Su mente estaba tan dispersa que no se dio cuenta de que estaba en su vecindario hasta que el conductor del taxi le avisó. Tuvo que golpearse las mejillas varias veces para salir de su ensoñación y poder abrir la puerta de su casa sin tirar las llaves tantas veces.

Cuando la puerta se cerró detrás suyo un chillido de felicidad se le escapó de la garganta. Se puso a dar grandes saltos, completamente emocionado ante lo que acababa de pasar.

Al dejar a Young-Soo en su casa se había ilusionado con un beso de despedida en la mejilla, solo eso y nada más, pero como no sucedió decidió irse antes de que el ambiente se volviese incómodo.

No se esperaba que fuese corriendo hasta él, mucho menos que dijera todas esas cosas respecto a la atracción que estaba floreciendo entre ambos. Él creía que lo estaba ocultando bien, pero al parecer era demasiado obvio.

Young-Soo había confirmado sus sospechas sobre haber estado una relación abusiva en el momento que confesó estar asustado de lo que estaba sintiendo. Lo único que deseaba era encontrar a aquel hijo de puta y hacerlo pagar por dañar a tan precioso hombre.

En el momento que le dijo que tenía miedo, creyó que le pediría que se alejase de él o que no se hiciera ilusiones, pero en vez de eso le había pedido ser paciente con él.

¿Qué significaba eso exactamente?

¿Estaban saliendo ya o en proceso de empezar a salir? Esto era nuevo para él así que no entendía bien la situación. Lo mejor era preguntar a Young-Soo, pero no quería hacerlo por mensajes, necesitaba tener una charla tranquila con él.

El lunes iría a verlo durante su hora libre, o podría invitarlo a almorzar. Aunque era muy probable que Young-Soo almorzase con Ki-Jeong y no quería interferir, así que mejor le llevaría café durante la tarde. Otro día podría invitarlo a comer en algún día libre.

Suspiró contento mientras se quitaba la ropa y la lanzaba al cesto de lavandería. Tenía mucho que lavar ese fin de semana. Se puso a separar sus prendas por color cuando su celular vibró en la mesa de noche.

De YoungSoo:

«¿Llegaste bien a casa?» 20:23

Una involuntaria sonrisa se formó en sus labios. A pesar de que el mensaje era sencillo e incluso podía parecer cortante, Han-Jae sabía que Young-Soo estaba sinceramente preocupado lo cual lo hacía sentir algo enternecido ya que nadie antes le había preguntado si ya había llegado a casa a salvo.

Lo mismo ocurrió cuando le dijo que estaba orgulloso. Siempre había deseado escuchar aquellas palabras de parte de su padre, sin embargo, solo había recibido gritos y varios golpes de vez en cuando.

Por eso no pudo evitar llorar cuando Young-Soo, con esa sonrisa sincera y ojos brillantes, había dicho que se sentía orgulloso de él luego de contar su historia. Por unos segundos su mirada se desvió a las tenues cicatrices en su antebrazo y puso una mueca triste.

¿Qué pensaría Young-Soo si supiera que una vez intentó suicidarse?

Solo fue una vez. Estaba tan harto de la escuela, de llegar a una casa vacía sin nadie que lo saludase ni comida caliente esperándolo, cansado de los golpes y de las botellas de licor rompiéndose contra el piso cada vez que su padre llegaba borracho a casa. Ya no quería más.

Un día sacó una de las navajas de afeitar que su padre rara vez usaba cuando la consciencia volvía a él. Con manos temblorosas la sujetó contra su piel aún cuando estaba muerto de miedo y una parte de él le decía que esa no era la solución a sus problemas.

Zero O' Clock | Novela BLحيث تعيش القصص. اكتشف الآن