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El cerebro de Han-Jae hizo cortocircuito en el momento que escuchó la pregunta. Solo podía procesar el sonido de las gotas al chocar con el techo, el aroma del chocolate enfriándose y el cuerpo de Young-Soo encima del suyo.

Antes había considerado pedirle a Young-Soo ser su novio en la próxima cita que tuviesen así que había sido atrapado con la guardia baja. Nunca creyó que Young-Soo daría aquel gran paso, no después de que fuese él quien le pidiese ser paciente.

—¿Han-Jae? —lo llamó. Young-Soo lo miraba completamente ansioso. Se había quedado demasiado tiempo en silencio.

Con cuidado se incorporó hasta quedar sentado aun con el hombre encima suyo. Con algo de dudas subió sus manos hasta sus mejillas. Young-Soo frotó su rostro contra su palma.

—¿Hablas enserio? —preguntó para cerciorarse.

—Si, hablo muy enserio. —dijo con seguridad— Me gustas mucho, yo... creo que me estoy enamorando de ti —susurró.

Esas palabras fueron suficientes para que Han-Jae terminase de sufrir un ataque de ternura. Nunca en sus veinticinco años de vida había recibido una confesión y mucho menos había tenido alguna pareja, a veces pensaba que era demasiado patético y poco atractivo, y que por esa razón nadie se había fijado en él. Sin embargo, ahora agradecía haber esperado tanto tiempo hasta conocer a Ho Young-Soo.

El delgado hombre encima suyo lo miraba con temor, pero también como si fuese lo más precioso que sus ojos habían avistado. Y eso lo hacia sentirse en el cielo.

Con cuidado pegó sus frentes y sonrió.

—Yo también me estoy enamorando de ti, Young-Soo. —confesó frotando sus narices— Y nada me haría más feliz que ser tu novio.

La sonrisa que Young-Soo le regaló fue tan bonita que casi se sintió intimidado, de una buena manera. Sabia que sería muy difícil resistirse él, pero al mismo tiempo no quería hacerlo.

—Antes de que esto continúe necesito contarle algo. —el rostro de Young-Soo se puso serio en un segundo— ¿Recuerdas que te dije que vengo con una historia muy jodida en la espalda?

—No tienes que obligarte a hablar me de eso —le dijo preocupado.

—Lo sé, pero quiero hacerlo. Me hará bien.

—De acuerdo.

Antes de que Young-Soo pudiese empezar a hablar un fuerte ruido azotó el ambiente. El hombre chilló entre sus brazos al mismo tiempo que la electricidad se cortaba de golpe. Instintivamente abrazó a Young-Soo de manera protectora y cubrió sus oídos hasta que los relámpagos cesaron.

En cuanto el ruido se detuvo notó que ya no había luz. Ni en su casa ni en toda la cuadra y mas allá. La tormenta debió dañar algunos cables o derribar un poste, no estaba seguro. Lo que si era indudable era que no tendría electricidad esa noche.

—Hey, ya pasó —susurró en el oído de su ahora novio. O al menos creía que era su oído debido a que solo veía en negro.

—¿Un apagón? —murmuró sin separarse de él.

—¿Tienes tu teléfono cerca? Dejé el mío en la habitación.

—Si, espera —vio su rostro debido a la luminosidad de la pantalla antes de que una brillante luz alumbrase en la estancia— Tengo cincuenta y tres porciento de batería, vamos por tu teléfono.

Antes de ir a su habitación Han-Jae desconectó la estufa y otros aparatos eléctricos para evitar un cortocircuito cuando volviese la electricidad. Una vez con el celular en mano encendió la linterna y lo dejó en la mesita de noche.

Zero O' Clock | Novela BLWhere stories live. Discover now