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Han-Jae suspiró aliviado luego de salir de la ducha. El trabajo de remodelación lo había dejado terriblemente cansado y hambriento. De seguro Young-Soo se sentía igual. Al principio le había dado vergüenza pedirle ayuda, incluso ni siquiera iba a pedírsela, pero él preguntó en donde dormiría Byung-Ho y tuvo que contarle su plan de arreglar el cuarto que usaba de bodega.

—Ni creas que lograrás terminar eso solo en un día, voy a ayudarte. Y no digas que no, cariño.

Fue lo que dijo, era muy débil con los apodos por lo cual solo pudo asentir luego de oír a su novio decirle "cariño".

Ahora que habían terminado se sentía más liviano, aunque no había bromeado cuando dijo que podían lanzar un colchón al piso y una manta para su mejor amigo. Una vez había dormido en una tina con su sudadera de almohada.

Lanzó la toalla a la secadora y ordenó la sala para cenar mientras veían alguna película. La comida llegó mientras sacaba los platos de la cocina. Olía de maravilla, por eso se le hizo extraño no ver a su pareja salir de la habitación al sentir el aroma de la cena.

—¿Dulzura?

Sonrió con ternura al ver a Young-Soo profundamente dormido mientras abrazaba una almohada. Soltaba suaves ronquidos que movían el cabello en su rostro con cada resoplido. No pudo evitar sacar su teléfono y quitar suavemente el cabello de su rostro para sacarle una foto.

—Lindo.

En ese momento se dio cuenta de que su cabello aun estaba húmedo, no podía dejarlo dormir así.

—Soo-Ah, despierta. —susurró acariciando sus mejillas. Young-Soo frunció el ceño mientras se despertaba— Debes cenar y secarte el cabello antes de dormir.

Un quejido salió de sus labios. Escondió la cabeza en la almohada y se giró dándole la espalda. Han-Jae apretó los labios para contener una risa debido a la actitud infantil de su pareja.

—Si vienes conmigo iré a la tienda a comprarte ese postre de chocolate que te gusta.

De inmediato tuvo al menor sentado en la cama frotándose los ojos en un intento por despertar.

—Eso es un soborno —alegó.

—Pero funciona, ¿no?

Young-Soo hizo un puchero, pero asintió. Han-Jae le tomó la mano y lo llevó hasta la sala.

—Puedes comer primero, iré por tu postre.

—¿Qué?, ¿a esta hora? —cuestionó sorprendido— Puedes ir mañana, es muy tarde para que salgas. Ya ha oscurecido.

Su preocupación por él era adorable. Asintió de acuerdo con sus palabras y se sentó a su lado para cenar. Era habitual para ellos darle comida en la boca al otro o coquetear en medio de la comida, pero parecía que el hambre ese día era mayor ya que ninguno levantó la vista de su plato hasta terminar.

Apenas les quedaba energía para llevar los platos al fregadero y cepillarse los dientes antes de caer rendidos a la cama.

Han-Jae despertó por el molesto sonido del timbre. Bostezó con cansancio y abrazó a Young-Soo ignorando a quien fuese que llamase. Se alivió cuando el timbre dejó de sonar, pero gruñó enfadado cuando ahora fue su celular el causante de perturbar su paz.

—¿Quién es? —preguntó medio dormido.

—¡Myung Han-Jae, llevo más de diez minutos aquí afuera congelándome el trasero!

Abrió los ojos de golpe al recordar a su mejor amigo. Byung-Ho solo le dijo que llegaría temprano por lo cual se sintió tentado en dejarlo afuera una hora más al ver que eran las nueve de la mañana.

Zero O' Clock | Novela BLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora