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—¿Entonces vendrás el fin de semana?

—Si, me han dado unos días libres así que me he invitado a pasarlos en tu casa. —respondió desde la otra linea el mejor amigo de Han-Jae, Byung-Ho— Se acerca la navidad y sé que vas a pasarla con tu novio, pero me gustaría ir a verte. Espero no te moleste.

—¡Claro que no! —exclamó más fuerte de lo que pretendía haciendo que Young-Soo a su lado se removiese entre sueños. Se tapó la boca arrepentido antes de bajar la voz— Sabes que eres como un hermano para mí, tu presencia nunca será una molestia. Además, a Young-Soo le encantará conocerte.

—Me alegra oírlo. Viajaré el veinte y volveré el veinticinco en la tarde a Seúl. Más te vale tenerme una cama para dormir o te lanzaré al sofá.

—Lo tendré en cuenta, nos vemos.

Colgó el teléfono con una sonrisa. De pronto unos brazos se aferraron a su torso y escuchó un pequeño suspiro. Young-Soo había despertado y se estiraba como un gato bajo el sol.

—Buenos días, dulzura.

—Buenos días, Hannie —murmuró aun medio dormido.

La noche anterior habían celebrado cien días de relacion. Tuvieron una agradable cena en su casa, vieron muchas películas las cuales apenas recordaban ya que se dedicaron a besarse y darse mimos en el sofá.

Young-Soo se había vuelto mucho más cariñoso y atrevido con el paso de los meses, eso era algo que le encantaba. El menor tenía una especie de obsesión con su cuello y orejas ya que siempre que se abrazaban besaba aquellos lugares antes de separarse, o incluso cuando se acurrucaban en el sofá repentinamente sentía los labios de su novio sobre el lóbulo de su oreja provocándole cosquillas. También aumentaron las visitas a su casa, los cajones ahora tenían ropa de talla más pequeña y había un cepillo de dientes extra en el baño. Eran detalles pequeños, pero que él adoraba.

Young-Soo bostezó y se refregó los ojos con pereza, su cabello estaba levantado en varias direcciones y tenía marcas de sábanas en la mejilla. A sus ojos se veía realmente lindo.

—Te oí hablar y desperté, ¿qué hora es? —murmuró.

—Las nueve, ¿quieres seguir durmiendo? —le preguntó al verlo cabecear. No era de menos, anoche se habían ido a dormir a las dos de la mañana.

—Si, despiértame para el almuerzo. —balbuceó antes de abrazar la almohada y darle la espalda— Abrázame.

No tuvo que repetirlo dos veces. Su posición favorita para dormir era de cucharita ya que el cuerpo de Young-Soo era del tamaño exacto para caber entre sus brazos.

Así como el menor se había obsesionado con besar sus orejas, a él le fascinaba besar su nuca, especialmente cuando se encontraban en aquella pose. Young-Soo se había puesto una de sus camisetas para dormir por lo cual su cuello y una parte de su hombro quedaban al descubierto. Sin poder resistir la tentación posó sus labios sobre la piel expuesta dando suaves besitos que luego se desviaron a sus hombros. Una risa lo distrajo de su actuar.

—Me da cosquillas —se quejó volteando la cabeza a verlo.

—¿No ibas a dormir?

—Si me besas así no puedo dormir.

Han-Jae hizo un puchero.

—Bien, me quedaré quieto.

Young-Soo soltó otra risa mientras volteaba completamente para mirarlo.

—Olvídalo, ven aquí.

Han-Jae se inclinó hacia él sin negarse, le sujetó la cintura con el brazo mientras le cedía el otro para que lo usase de almohada. Iniciaron un beso suave y lento, disfrutando al máximo la sensación cálida de estar entre los brazos del otro.

Zero O' Clock | Novela BLWhere stories live. Discover now