I

13 3 0
                                    

El mundo es una realidad dividida en muchas partes, y la sociedad; un caos que enriquece a muy pocos

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

El mundo es una realidad dividida en muchas partes, y la sociedad; un caos que enriquece a muy pocos.

NADÍN:

Mi vida siempre marchó en línea recta hasta que una chica la convirtió en laberinto. Un cielo abrasador y agobiante era mi fiel compañero hacia la muchedumbre de la civilización. Unos cuantos serbales sobresalen en medio de la sierra donde se oculta el sol cada día del año: aquel es y seguirá, con todas las probabilidades del azar, siendo mi único hogar.

Los años transitados no han desgastado los pedruscos de la callejuela con altos muros de piedra construidos desde hace medio milenio, todo lo contrario, aumentaron con el paso de tormentas que vinieron a descomponer la geografía del lugar más alejado de las voces humanas, quienes evitan visitar aquella zona atestada de serpientes y escorpiones.

Lo único alegre del viaje es que puedo tardar el tiempo necesario, más no el suficiente como para quedarme a vivir eternamente en el pueblo, aunque al menos podré comprarme un helado, algún juego de cartas —a pesar de no tener con quién jugar—, y todo lo necesario para sobrevivir cómodamente durante dos semanas.

Vivir en la soledad te enseña dos cosas insignificantes; te acostumbras a la penumbra y la penumbra se acostumbra a ti, eso es el equivalente a un aburrimiento constante, porque así es la vida y muy pocas veces nos encontramos de acuerdo con la parte que debemos admistrar sabiamente.

Así es mi caso, si bien podría haber crecido en una mansión, o tener el dinero suficiente para comprarme una casa en la luna (esto último es algo extraño, pero los sueños se basan en imposibles antes de convertirse en realidades; según los libros de la experiencia, primero se debe sobrepasar una metamorfosis), el destino me trajo hasta acá, donde me verán envejecer, donde pereceré a causas que aún desconozco, aunque seguramente se deberá al calentamiento global al cual muy pocos le prestan importancia.

Por caminar absorto en mis pensamientos, no caí en cuenta del terreno y tropecé con una roca, maldije en voz baja, si no fuera por tía Margaret no tendría que hacer todo el terrestre recorrido. La benevolencia es una de mis debilidades y muy a menudo me lo recuerdan las personas oportunistas.

–Mañana tendrás que ir al pueblo. Te haré la lista de siempre, y no olvides mis especias –ordenó tía Margaret la noche anterior.

—Lo tendré en cuenta —le había respondido entre dientes.

Como toda anciana («por que es mi deber aclarar»), tía Margaret carga con ochenta años sobre sus hombros y sigue siendo tan fuerte como un roble. Ciertamente ya es un roble apolillado y con las hojas mustias, pero su madera es de mucha utilidad.

—Si olvidas mis especias, tendrás que volver por ellas, Nadín —me había repetido. Gruñí para indicarle que no las olvidaría.

La insistencia de sus especias se debe a que tía Margaret funge con el título de una renombrada curandera en aquellas tierras. A menudo se marcha a lugares lejanos y pasan varios días para verla nuevamente en casa. Pero, no todo es color de rosas como suele ocurrir comúnmente, algunas personas comentan con mala fe que tía Margaret practica maleficios, dándole el apelativo de bruja, aunque todo es un escenario que esconde muchos telones; primero, tía Margaret no puede ser una auténtica bruja, lo único malo siempre a sido su aspecto de buitre. Y no estoy siendo discriminatorio, pero, ella siempre viste de negro, con su chal un tanto andrajoso, uñas largas y pulcras, un agujerado sombrero combo que oculta su cabello ralo y entrecano, pomposos collares, y lo más notable: siempre suele emanar un olor a jerez. Sé que todo parece extraño con la primera impresión y ciertamente en ese punto las personas se atreven a hacer sus prejuicios. Además de su tez cetrina, nariz puntiaguda, castañas cejas pobladas y unos labios gruesos, no hay nada anormal en ella. Sí, lo reconozco, he conocido peores personas vistiendo mejores trajes, con bolsillos repletos de ganancias ajenas a quienes el pueblo respeta, porque, “siempre existirán pueblos ignorantes.”

El Espejo PERDIDO: y la Corona de EstrellasWhere stories live. Discover now