"Dicen que el amor muere cuando las ideas se suicidan en rutinas costumbristas."
Harley es una chica egocéntrica de ciudad que carece de la atención de sus padres. Nadín, un chico que vive junto a su tía Margaret alejado de las voces cotidianas de l...
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HARLEY:
¿Quién iba a pensar que llegaría demasiado lejos a una temprana edad?
Cuando era niña siempre imaginé cosas increíbles, pero nunca conocer otro mundo y a otras personas que al igual que nosotros sonríen, aman, lloran, y sobretodo, luchan por la culminación de un día más sumado a la víspera eterna que espera reclamar sus almas.
Lejos de casa nada vuelve a ser igual y hay que ajustarse a reglas que ejercen compromiso. Por lo tanto nuestro plan de incursión caducaba al menor tropiezo de Nadín.
¿Cómo pudo llegar a pasarme esto?
Lo cierto es que no tuve alternativa, la princesa Layri confía en Nadín. Todo esto no deja de ser sospechoso, mi sexto sentido me dice que él siente más que admiración hacia ella, su ridículo rostro lo delata cada vez que la ve aparecer deslumbrando su soberana belleza por el Castillo de Arena. Es admisible decir que ella tiene el rostro de una actriz condecorada, y sonaría a envidia no resaltar su buen gusto por la elegancia. Olvidaré ese tema por el momento, ahora hay algo más preocupante; el aspecto albino que Nadín trae desde que abordamos el carruaje, parece estar a punto de sufrir un desmayó. Sin embargo, él no puede fallar, tiene la obligación de robar el espejo; mi única salvación para marcharme de Terrabasta.
Cada situación padecida me tiene exhausta, está claro que no encajó ni aquí, ni en mi mundo. Eso no me preocupa, solo quiero estar nuevamente en casa e intentar arreglar los errores que antes me tenían cegada. Porque no es vergonzoso haberme equivocado, sino seguir siendo lo mismo al creerme absoluta dueña de la razón, ignorando los consejos que pudieron haberme salvado. Esas eran las ideas que antes sostenía, a las que me aferré con irracionalidad desahogando la culpa en contra de mis padres, intentando ser perfecta ante los ojos ajenos sin comprender que cada uno lleva una pelea interna; un cúmulo de ideas mezcladas que pasan a convertirse en depresiones, miedos y ansias, que al final terminan repercutiendo en malas decisiones.
"Controlate, Harley, estas pensando como si fueras una adulta encadenada a una vida cotidiana", pensé, mientras el carruaje avanzaba y los nervios nos envolvían en el cómodo interior de la calesa.
La Ciudad de Chakr se agrandaba en todo sentido, silenciosa, pulcra, e inigualable. Lily viró en una esquina abandonando la calle principal de piedra que hacia traquetear el anticuado medio de transporte.
Al fin las ruedas se detuvieron en la puerta principal del castillo, custodiada por una docena de centinelas armados con lanzas, espadas, viseras y cotas de malla de un gris metálico.
-¡Bienvenida, princesa Layri! -dijo un hombrecillo menudo y de piel oscura, mostrando una dentadura torcida, que vestía pantalones demasiado holgados en su menudas piernas.
Hizo una señal a los guardias para que nos dejaran entrar sin ninguna retención.
-Concentración a todos. Harley, trata de hablar poco, no deben reconocer tu acento humano, recuerda que nos encontraremos con cualquier tipo de alimañas y algunos de ellos pueden llegar a ser inteligentes, de lo contrario no hubiesen llegado a ocupar cargos importantes alrededor de la Reina Pompol.
