XXIV

1 1 0
                                    

HARLEY:

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


HARLEY:

Nadín frotó su frente, la impaciencia comenzaba a ganarle que incluso volvió arrugar su nariz. Seguimos discutiendo por un largo tiempo y él siguió defendiendo su teoría con uñas y dientes. Cansados de no llegar a ningún punto en concreto, proseguimos la marcha, ya que no podíamos quedarnos estacionados todo el día en aquel bosque. Las ideas se agotaron y la falta de comida nos lleno de mal humor. Lorverd se limitó a guardar silencio mientras Frifi lo cargaba sobre su lomo felpudo sin reparar en excusas. Maullende era el único leal que permanecía en mis hombros y me acariciaba las mejillas cuando Nadín contradecía mis sugerencias.

Esa noche hubiéramos estado de vuelta en la Ciudad Notaxu, pero, sin la Corona de Estrellas no podíamos resolver ni hacer ningún trato. Nadín volvió adoptar la misma actitud arrogante lanzando comentarios desagradables en mi contra cada vez que podía.

—¡Fuiste tú quien perdió la corona! —espeté cansada de escucharlo.

Él se acercó impetuoso.

—¡ES POR MÍ QUE AÚN SIGUES RESPIRANDO! —gritó, haciendo que sus sienes se contrajeran.

La irá se apoderó de mí y por instinto le lancé una bofetada que él supo esquivar fácilmente. Lorverd miro alarmado sin atreverse a intervenir en nuestra riña personal.

—Nadie te pidió que lo hicieras, fue tu miedo quien te obligó a hacerlo —respondí, haciendo referencia al día que éste me había encontrado perdida.

Nadín guardo silencio. Honestamente no creía que fue por miedo que él había decido ayudarme en aquella ocasión, pero no iba a darle la oportunidad de humillarme frente a los demás.

La oscuridad se adueñó de la noche, cargada de impaciencia. Nadín no quiso encender ninguna fogata debido a que únicamente había un kilómetro de distancia para alcanzar la carretera que conduce a la Ciudad Notaxu. En esa parte el bosque no era denso y fácilmente podrían avistarnos desde una larga distancia, lo que vendría a ser la ruina de todos. Dejando por separada la discusión con Nadín, fui a sentarme cerca de una roca alta en forma de triángulo que me sirvió para apoyar la espalda. Maullende se hizo un ovillo en mi regazo y deposité a un costado el arco y las flechas que no me habían sido útiles en ningún momento. Nadín colocaba un vendaje en la herida de su brazo, acompañado de Lorverd y Frifi. La luna en forma de anillo apareció en el cielo y al fin tuve algo digno de contemplar por un largo rato.

Escuché, muy distante, la voz de Lorverd. Me había quedado dormida en un ángulo torpe y sentí un dolor en mi cuello al despertarme.

—¡Por mis plumas verdes! ¡Están viendo lo mismo que ven mis ojos!

El asombró de Lorverd era una multitud de luciérnagas que se iban agrupando a un metro sobre el suelo, emitiendo un resplandor luminiscente. De todas partes llegaban miles de puntitos uniéndose a sus compañeras. Una marea proveniente del bosque que habíamos dejado atrás terminaron de formar una efigie humana, complementando brazos, piernas y un rostro legible y luminoso que se encendía y apagaba como luces en árbol de navidad.

El Espejo PERDIDO: y la Corona de EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora