VII

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HARLEY:

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HARLEY:

Me sentí flotar hasta que mi cuerpo se detuvo en algo sólido y húmedo.

Recostada sobre la arena, las suaves olas del mar me hicieron abrir mis ojos, de inmediato comenzaron a arder por el agua salobre que se había introducido en ellos. Con el cielo plácido sobre mí, hice un vano intento de levantarme. Volví a intentarlo hasta lograr sentarme y tomar oxígeno. Entonces mire alrededor, me encontraba a la orilla de una basta playa, con la magnitud del mar al frente y un islote a mi espalda.

—¿Dónde estoy? Esto tiene que ser un sueño. —Escupí un sorbo de agua que había ingerido.

Tenía un cúmulo de interrogantes y pocas ideas de la situación. Recordé el último acontecimiento; fue extraño como el agua de aquel estanque me arrastró hasta dejar sin oxígeno mis pulmones. Cuando me sentí sucumbir ante la desesperación, comencé a surgir hacía la superficie para ser arrastrada por fuertes olas hasta llegar a la orilla de ésta playa solitaria.

Por un momento creí estar muerta, pero un pellizco en mis brazos me confirmó lo contrario, tenía vida, respiraba, incluso una de mis piernas padecía un dolor punzante en mi talón derecho.

Volví a observar el cielo, y está vez comprobé algo fuera de lugar; se veían las estrellas en pleno día, sí, «¡las estrellas!», un fenómeno increíble para el ojo humano, quienes solo podemos distinguirlas en la oscuridad.

Con más energía recuperada me incorporé, anonadada, contemplando la singularidad del cielo. No sé por cuanto tiempo permanecí estacionada en la misma posición, hasta que mi cuello empezó a doler y mis pies mojados se volvieron blandos. No había caído en cuenta que me encontraba descalza, con el agua de las olas alcanzando mis tobillos.

Me alejé a tierra firme, la cual estaba poblada de palmeras que no habían llamado mi atención a consecuencia de mi concentración astral. El trozo de tierra cubría alrededor de cien hectáreas y una pequeña montaña cónica cubierta de palmares le daban una vista refrescante al panorama. La música era compuesta por olas que llegaban danzando hasta la orilla y algunos peces quedaban aleteando descubiertos cuando éstas volvían a su cauce. A menos de cien metros se erguían centenares de troncos cilíndricos con anillos que facilitaban su ascenso hasta sus frutos.

Observé en busca de civilización, o algún indicio de vida inteligente que pudiera explicarme en dónde me encontraba. Pero, no había ni siquiera rastros de gaviotas rompiendo la suave brisa que empezaba a secar mi vestido.

Mi aspecto seguro era un desastre, es inevitable para una chica sentirse incómoda. El cuidado personal siempre será una de nuestras prioridades básicas sin importar el lugar a dónde vayamos. Desde que me había perdido en bosque empecé a perder la rutina. Por fortuna un chico me encontró a tiempo y me llevó a la cabaña donde vivía con su tía amable y enigmática. Tal pensamiento me hizo recordar a Nadín Frost “un chico flexible a las manipulaciones de cualquier persona”, quien seguramente volvía asustado a explicar lo sucedido en aquel árbol que escondía un estanque conductor hacia una playa desolada.

El Espejo PERDIDO: y la Corona de EstrellasWhere stories live. Discover now