XI

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HARLEY:

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HARLEY:

Mi cuerpo estaba adolorido, pero mi mente volaba encantada sobre el cielo. Es curioso como los momentos únicos que suceden en nuestras vidas tienden a durar tan poco. Injusto, sí, más es la ley del destino, porque la felicidad tiene los pasos cortos.

Nunca imaginé presenciar algo semejante a lo que mis ojos veían; una luna diferente acompañada por constelaciones de estrellas moviéndose como si fueran cometas surcando el espacio. Eran tantas maravillas que la intriga se había vuelto a despertar en mí, a pesar de los malos encuentros sucedidos, casi muero en el mar, y estuvimos cerca de ser atrapados por la banda de terranos.

—No, no debimos dejarlo, es fundamental que estén juntos, de lo contrario habrán repercusiones. —Había dicho Lorverd bastante alterado al notar que Nadín no venía con nosotros, cuando, cansados de huir desesperadamente nos detuvimos a recuperar el aliento.

Seré sincera, tal y como se lo repetí a Lorverd varias veces: «No me di cuenta en qué momento Nadín se perdió». El terror de aquellos terranos me devolvió a lo sucedido en el autobús, precisamente de dónde tuve que escapar envuelta en horror. Y para ser verdad, nadie es culpable de la torpeza de Nadín, debió ser más astuto, aunque claro, es un chico y eso lo define todo.

No decidimos regresar por una simple razón: volver hubiera sido una idea masoquista teniendo en cuenta nuestra debilidad física y la desventaja numérica contra los terranos. Así que, continuamos la marcha sin Nadín, guiados por el fino olfato de Frifi durante el resto del día, hasta que mis pies no soportaron seguir caminando y terminamos acampando sobre la arena y al aire libre, iluminados por la maravillosa luna en forma de anillo que mis ojos contemplaban maravillados. Sin comida, sin agua, cansados y con el frío colandose de intruso a las dificultades, el presente no era nada prometedor para ninguno. Si no hubiera perdido mis zapatillas en el mar, habríamos llegado al lugar que Lorverd seguía manteniendo en secreto. Mis pies tenían heridas que sangraban al apoyar todo mi peso en ellos, a pesar de haberles aplicado un vendaje con pedazos de mi blusa que ahora estaba hecha girones y dejaba al descubierto una parte de mi vientre.

Entre las necesidades más urgentes era encontrar un apósito para cubrir los daños más graves, sin embargo, no existía la más remota posibilidad de obtener alguno a mitad de las tierras áridas de Arbys. Sin más excusas, tendría que soportar el dolor hasta llegar a un lugar adecuado, olvidandome de exigir algo que jamás obtendría. Porque no soy más que una chica forastera acompañada de animales lugareños.

—Harley, ¿te sientes segura de pasar la noche enmedio de la incertidumbre?

—Sí, Lorverd, estoy segura —le respondí al mirando al loro parlanchín, quien se encontraba parado sobre la arena, con sus ojillos ambarinos reflejando la luna. Haber sobrevivido varias noches en el bosque sirvió para endurecer mi temperamento, ya no me sentía como la chica débil que huyó abandonando a sus amigas, la que carecía de afecto emocional de parte de sus padres, la que fingía ser fuerte para resaltar en un círculo social. Todos mis espejismos se desmoronaron al encontrarme de frente con la vida real; la rudeza mostrada me hizo recapacitar sobre lo que estaba mal y lo que creía perfecto.

El Espejo PERDIDO: y la Corona de EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora