IX

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NADÍN:

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NADÍN:

Si la mala suerte fuera una fortuna, a estas alturas sería un reconocido multimillonario, dedicaría mi vida a la filantropía y firmaría autógrafos sin censura.

En cambio mi realidad constaba en tener la capacidad para tolerar a Harley Fawel. Si tan sólo hubiera sido lo suficiente cuidadoso de no tocar el agua del estanque, no tendría que soportar su sofisticada alcurnia que pretendía imponer sobre todos.

Estaba claro que nada le importaba. Su orbita egocéntrica le impedía ver más allá del razonamiento. Ninguno nace con el derecho de humillar a otro, es el dinero que no deja ponderar la justicia. Y ella cree ingenuamente que haber nacido en una casa arquitectónica le otorga el consentimiento de menospreciar a todos aquellos que no estén en su misma clase social.

“Hablar de la personalidad de Harley ocuparía una tesis completa, y no es algo ejemplar como para malgastar mi tiempo”.

El alba se alejaba cediendole paso a un sol rosaceo que de a poco iba pintando de luz suave el cielo azul, con la planicie del mar en una panorámica interminable. Tener el privilegio de contemplar esa mañana me arrancó un suspiro de nostalgia, dándome motivos para descubrir un futuro y olvidarme de las cosas estresantes.

Lorverd llegó volando y se posó cerca de mí. El oleaje terminaba a diez metros de nosotros. Ya teníamos preparado todo lo necesario para construir la balsa que nos llevaría a la Ciudad de Chakr, a la cual Lorverd alababa con demasiada frecuencia.

Haber llegado a Terrabasta no fue algo provisto en ninguno de mis pensamientos. Todo se debió a mi discrepancia con Harley. Si estamos aquí es a causa de ella, o, por el destino inexplicable. Aunque no puedo culparla del todo, me agrada éste lugar, quiero explorarlo y encontrar la razón autóctona de su civilización.

En nuestro mundo ya no es frecuente descubrir lugares, según la historia no existen nuevas razas por destruir. Esta oportunidad tiene más valor que el oro y no pienso desaprovecharla. Lo único que logra perturbarme es no saber nada de tía Margaret. Sé que ella estará bien, siempre lo ha estado. Es la razón de mi ausencia lo que más me preocupa y me hace plantear una posible salida a mis planes.

—Todos los amaneceres son así de hermosos, es lo que más extrañaré de Ayla —comentó Lorverd liberandome de mis prematuros pensamientos.

—Es mejor darnos prisa, si queremos lograr la marea.

—Maullende vendrá con Harley, cuando Frifi terminé su desayuno —informó el loro parlachín.

Mi estómago era el único vacío de todos, porque no me agradaban los dátiles, si tan sólo hubieran alubias estaría más que complacido.

Seguimos sentados contemplado la llegada del sol, mientras esperábamos que el resto del grupo hiciera acto de presencia. Teníamos todo listo, me pasé las primeras horas de la madrugada trayendo todo lo necesario, con la ayuda de Frifi por supuesto. Lorverd no tenía la fuerza necesaria para colaborar, y Maullende se rehusaba a dejar a Harley, quien siguió durmiendo sin ninguna preocupación.

El Espejo PERDIDO: y la Corona de EstrellasWhere stories live. Discover now