XIX

1 1 0
                                    

HARLEY:

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


HARLEY:

¿Había pactado un nuevo plan sin mí?

¿Hasta cuándo tanta intolerancia de su parte?

Una pequeña habitación que más bien parecía una bodega donde guardaban restos de resina y mirra nos fue entregada, o más bien, a Nadín, porque los Indaneris no hacen pactos con mujeres según sus creencias vigentes.

Cuando vi a Nadín frente al Sajal Yorkan me invadieron ridículos deseos de ir a abrazarlo; «ese hubiera sido un desliz gigantesco de mi parte», menos mal que aparté mis desordenados sentimientos de debilidad antes de cometer semejante indecencia. Porque una cosa era querer encontrarlo y formar una alianza con él para tratar de volver a robar el espejo, y otra muy distinta verlo como alguien con quien entrelazar mis ideas, o abrazos, o toda esa larga lista de cosas tontas que hacen los “enamorados”.

Porque Nadín es ridículo, tonto, y sin una pizca de cerebro.

Y pensar en él me provocaba náuseas, sobre todo cuando me envió escoltada por un guerrero Indaneri, irrespetando mis derechos, mientras él se quedo bebiendo una copa de vino con el Sajal Yorkan.

—Creí que nos harían esclavos, por fortuna y Nadín ya tenía un pacto y pudo abogar por nostros —comentó Lorverd, mientras hurgaba entre las cosas viejas que guardaban en aquella habitación iluminada por una vela negra a medio consumir.

—Recuerda que estamos excluidos de dicho pacto, Lorverd —le hice saber—. No sabemos de qué se trata y lo qué tendremos que hacer; «ellos son mis amigos y también serán parte de está búsqueda, Sajal Yorkan» —repetí, tal y como Nadín había dicho frente a todos.

—No te preocupes, seguro nos hará saber todo. —Lorverd demostraba ser fiel amigo de Nadín y confiaba a ciegas en él—. Fue astuto de su parte, el Sajal Yorkan es un Indaneri regio, convencerlo no debió resultar sencillo.

Y entonces entró Nadín cargado de ínfulas, llevando una cimitarra, un carcaj provisto de flechas, y el respectivo arco emplumado que utilizan los guerreros Indaneris.

—Ten —dijo al verme, haciéndome entrega del arco de madera finamente elaborado.

—¿Para qué es todo esto? —pregunté al examinar las flechas decoradas con plumas largas y azules.

¿Acaso tendríamos que ir a la guerra?

Esa sería la peor idea que un simple mortal pudiera tener, pero claro, viniendo de Nadín Frost, cualquier idea suicida puede ser posible.

—Es un arco y sirve para lanzar flechas, los cazadores los suelen utilizar. Son consideradas armas silenciosas y fáciles de maniobrar, siempre y cuando tengas la inteligencia para usarlo —me explicó de manera irónica, siendo lo suficiente despreciable conmigo.

—Ahora comprendo porque no sientes el valor de utilizarlo —repliqué, defendiéndo mi integridad moral, sin importarme que él contara con el apoyo del Sajal Yorkan, para mí, siempre seguirá siendo un niñato.

El Espejo PERDIDO: y la Corona de EstrellasWhere stories live. Discover now