Capítulo 41

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Koa

A leguas se le nota lo desmejorada, para estar estabilizada en la cama sentada, debe apretar los dedos en mis brazos. El cansancio, la mala alimentación va consumiendo esa luz que emana.

—¿A quién voy a perder? —repite la pregunta.

Para escucharla se debe agudizar el oído, de lo contrario el tono de su voz pasa como un mero murmullo.

Sin soltarla —estoy seguro que de hacerlo va a caerse —, posiciono mi cuerpo en el espacio frente a ella.

—Necesito que te calmes, nada de alteraciones, ¿De acuerdo? —el signo de interrogación sigue estampado en su frente. Asiente paseando la vista del médico que espera tras nosotros, luego a mí —. Estás embarazada, según el médico casi son cuatro semanas, es un embarazo de alto riesgo.

Palidece, los músculos del rostro palpitan, a la vez que se acelera un tanto la respiración.

Los temblores de sus dedos los calman los míos, entrelazo ambos, apretando, dándole la seguridad que se necesita.

Es la tercera vez que paso por algo igual, sin duda esta es la más distinta de todas.

—¿Cómo? —sigue confundida sin asimilarlo del todo. Sus cejas se bajan al tiempo que sus ojos se llenan de lágrimas —. Pero, llevo un método anticonceptivo.

En los primeros segundos lo mismo pasó por mi memoria, ahora es la suya, me hago la misma pregunta.

—Todos los métodos anticonceptivos tienen un cinco a dos por ciento de fallas, más si se tiene en repetidas ocasiones relaciones sexuales en los primeros días de ovulación después del periodo —explica aclarando nuestras dudas el doctor.

Sigue temblando. Me veo en la obligación de abrirme paso en la cama para abrazarla.

—¿Qué prosigue, doctor? —tomo la palabra ya que Bella está muda, solo me abraza como si soy el ancla de salvavidas.

—Por lo pronto se debe llevar a un obstetra, lo mejor es que pase un par de horas más aquí, se ve muy desmejorada y en su nuevo estado es riesgoso, más tarde se le llevará para las ecografías. Los dejo conversar.

Agradezco el espacio en silencio, es lo que ella necesita tal parece, la noticia la tiene en una gran conmoción, de sus ojos salen lágrimas solitarias una tras otra. Cuando la puerta se cierra solloza, atrapando la tela de mi camiseta entre sus delgados dedos.

—No lo hice a propósito —argumenta, dejándome confundido.

—¿De qué hablas?

Trato que me mire, pero ella solo esconde su delicado rostro en el centro de mi pecho.

—Te lo juro, Koa, la inyección está ahí, sigue en mi cuerpo, no sé cómo pasó, no me embaracé a propósito, tampoco quiero amarrarte, sé que estás muy molesto conmigo, pero el bebé no tiene la culpa...

Ahora entiendo, Bella no está del todo bien.

Llega ese dejo de culpa, llevamos tres semanas distanciados, tome mi espacio dejándola a ella en el suyo, creí que le daba libertad en ciertos aspectos, ahora me doy cuenta que mi criterio de espacio la lastimó más de lo que debería una discusión como tal.

Pocas palabras en la vida me afectan, así como pocas personas, aquellas sin dudas junto con bella tienen ese poder sobre mí; me sentí un intruso en su vida, en sus sueños, ella es tan joven, le doblo casi en edad, es brillante, le queda mucho por recorrer en la vida, por igual manera creí también que la avergonzaba en todo, vamos, soy un hombre seguro, consciente de mi atractivo, sin embargo, lo que tengo, lo que llama, en una chica como ella puede llegar a ser desigual.

La tentación de lo prohibido ©Where stories live. Discover now