Capítulo 21

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Tyler.

Papá ve un partido de futbol en la televisión con un tazón de palomitas y refresco cuando llego, desde la entrada escucho a mamá meneando utensilios de cocina de aquí y allá.

—Ya llegué —informo desde la entrada, dejo las llaves sobre la mesa, las de mi auto a mi bolsillo.

Mi humor apesta.

—Al parecer te fue mal —murmura papá, viendo mi aspecto.

Mi cara en estos momentos no debe de ser la mejor de ver. Los músculos los tengo apretados, la noticia de la partida de mi Bella me ha pegado muy fuerte.

Ese maldito grandullón.

Ojalá nunca hubiera aparecido en nuestras vidas, ni siquiera es su tío de sangre, solo es un jodido estorbo en nuestras vidas.

—No es un buen día, papá —mascullo con molestia pasando por su lado —. ¡Mamá! ¡Necesito una pastilla! —grito, yéndome hasta el fondo del pasillo para mi habitación.

Nuestra casa es grande, de un solo piso en tonalidades cálidas y neutras, pero eso es lo que menos me importa en estos momentos.

Azoto la puerta de entrada, lanzando sobre la cama los objetos que llevo aun encima, de inmediato busco que ponerme.

Si piensa que va arrebatarme los últimos minutos que nos quedan antes de que se vayan, puede irse a la misma mierda.

Maldita sea.

Lo detesto, se va ganando mi odio a la velocidad de la luz.

Mi madre abre la puerta, en su mano una bandeja con pastillas, jarra de agua con una porción considerable.

—Pude sentir el concreto de la casa temblar cuando azotaste la puerta —habla a modo de regaño.

Tomo la pastilla, bebiendo directo de la jarra, tengo una sed consumiéndome la garganta de resequedad, agradezco este preciado líquido.

—Exageras, mamá —reviro, colocando los ojos en blanco —. Me baño y me voy.

Aviso dejando en la bandeja la jarra vacía.

Mi madre se cruza de brazos con la cara compungida en desaprobación, ya veo venir sus preguntas típicas que me molestan.

—Acabas de llegar, Tyler Chester —menciona, como si no lo sé —. Son las doce del mediodía, saliste de casa temprano ayer, eres mayor de edad, pero eso no significa que vas a hacer lo que te venga en gana.

Aquí vamos de nuevo.

Ese discurso de reglas me tiene hastiado, papá y mamá deberían ya saber que me entra en una oreja y me sale por la otra. Soy un adulto y mis padres no comprenden.

Siempre es lo mismo, mientras vivas en esta casa, tienes que acatar las reglas.

Ya pronto voy a irme, mi hermana me está ayudando con eso.

—Mamá —abrazo a Susan Chester, la mujer que me dio la vida, que amo más que a nada, sin embargo, es demasiado tediosa para mi gusto —. Bella va a irse esta noche, ¿Ahora si comprendes?

Separo su cuerpo del mío, dejándola estupefacta por lo que he dicho. Si a ella le cuesta asimilarlo, que será de mí.

Desnudo mi cuerpo en el baño, entrando a la ducha donde el agua caliente relaja la entumición de mis huesos. El aroma de Bella sigue clavo en cada poro de mi piel.

Estoy lejos de ser el chico perfecto, lo que ella necesita y merece, aun así, soy malditamente egoísta para dejarla ir. Bella es la única chica que de verdad he tomado en serio, con la única que llevo la relación más larga. Encajamos perfecto, con ella la excitación jamás baja, soy un animal en celos cuando de ella se trata.

La tentación de lo prohibido ©Where stories live. Discover now