Capítulo 1

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Bella.

Hoy la cafetería ha estado llena, realmente es una gran bendición para mí, los clientes han dejado buenas propinas y eso me ayuda bastante, yo ni corta ni perezosa las agarro, siempre y cuando son para mí.

Cuento sobre la barra y solo de propinas tengo cincuenta euros. Estos irán directo a mi alcancía de ahorros o tarjeta bancaria, los necesitaré pronto.

Papá me dará dinero, pero sé lo realmente tacaño que es y prefiero aprovechar el tiempo libre para trabajar y ganar un poco de dinero, no está nada mal.

Son mis quince minutos de descanso, los estoy aprovechando para tomar un café y una rica galleta de avenas que yo misma preparé. No es por nada, pero soy excelente en la cocina. Por lo mismo me graduaré de chef. El fin de semana será la investidura oficial.

Tomo mi móvil ya un poco viejo, papá y mamá dicen que está aún perfecto que puedo usarse hasta que se dañe. No me van a comprar otro lo sé.

Necesito ser independiente cuanto antes, aunque el hecho de que ya trabaje es un paso, es solo que, sé que mi potencial es mucho más, que no puedo resumir todo lo que tengo por explotar a trabajar en medio tiempo, ganando un sueldo que no cubre mis necesidades.

Mis padres me ayudan en todo, me lo dan todo, aun así, ellos no siempre se harán responsables de mí, soy una adulta de veintiún años. Suficiente ha sido ya, mi tiempo de volar ya está listo.

Reviso mis redes sociales, entro a WhatsApp dónde encuentro varios chats, amigas de la universidad, chicos de las prácticas, todos hablan de lo mismo, nuestra cercana graduación y que haremos todos después de graduarme. Chateo un poco con ellos, comentándoles sobre mis planes que son magníficos, lo malo, debo contarles a mis padres y sé que pegaran el grito en el cielo.

Aun así, deben de entender que ya no soy una niña.

Ignoro por unos segundos algunos chats insistentes, chicos de clases que quieren conmigo, lo lamento por ellos, yo no quiero con ellos, además no puedo, aunque de poder sí si fuera otra lo haría, pero no soy ese tipo de chica.

Recibo un mensaje de Tyler y lo ignoro, que vaya a joder a su vecino y me deje en paz, ya bastante coraje me hizo pasar la noche anterior, no quiero arruinar mi día, mucho menos estresarme cuando tengo una grandiosa charla con mis padres. También les pediré dinero para mi vestido de graduación, espero y no me den veinte euros, no me dará para nada, necesito salón, maquillaje, bueno, ese lo hago yo, pero vestidos y zapatos, no.

Dejo el vaso vacío en la basura cuando termino mi delicioso café y esas galletas que tan ricas me quedan, después de terminar mi trabajo iré a casa.

Salgo colocándome el delantal, me encuentro a Estela tomando una bandeja con una orden.

—Bella, ayúdame por favor con las mesas del fondo, estamos full —exagera abriendo las manos al techo —. Te ves hermosa hoy —me lanza una mirada picara.

Estela es lesbiana, desde que llegué aquí no deja de echarme los perros como diría mi abuela, se la pasa a cada vez que puede hablándome sus cosas calientes, incluso ha agarrado mi trasero en más de una ocasión. Hace unos días la descubrí mirándome mientras me quitaba un polo manchado.

—Ay, Estela, no tienes remedio —me alejo antes de que diga algo más. Es una excelente persona, pero a mí no me van las mujeres, puros hombres nada más.

Checo las mesas del fondo, tomando órdenes alternativamente, la amabilidad es lo que obtienen de mí, les recomiendo a unos que están indecisos de algunos platos que son pan caliente en la cafetería. Agradecen y yo tomo sus órdenes.

La tentación de lo prohibido ©Where stories live. Discover now