Capítulo 9

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Bella.

Con todo el gusto del mundo voy por el café y de paso a dejar mi delantal.

—¿Ya te vas? —me intercepta Olivia.

Cierro mi casillero para enfrentarla.

Es buena chica y bonita, no es mi amiga, si mi conocida, no a todo mundo se le puede considerar amigo, cuando menos te lo esperas te dan una puñalada por la espalda, luego una se anda lamentando y no es culpa de nadie más, más que de uno mismo.

—Ya sí, mi turno acabó —señalo el reloj —. Dejé a Emily cambiándose.

Olivia es la encargada por así decir del lugar, es la sobrina de la dueña. Ambas son mujeres muy amables.

—Estupendo —dice. La noto morderse el labio y arreglarse la camiseta del local.

Algo ha de querer.

—¿Quieres decirme algo? —la incito.

Se sonroja mucho antes de poder darme la cara de nuevo.

Peina su cabello oscuro una y otra vez. Del delantal saca un pequeño papel que me extiende.

—Toma —miro la pequeña hoja con curiosidad —. Es mi número de móvil. ¿Podrías dárselo a tu tío?

Vaya mierda.

¿Acaso es una broma?

Donde quiera que vaya llama la jodida atención. Alborota más hormonas que las pastillas de planificación anticonceptiva.

Contengo la ira que bulle por mis venas, aprieto las nalgas para no temblar, joder.

—Si sabes que es un hombre comprometido, no creo que a su novia le agrade esto —levanto el pequeño papel.

Agacha la cabeza avergonzada.

—Lo sé —mastica su labio de nuevo —, solo es...una accesoria financiera. Tu...todos sabemos que es muy bueno en los negocios.

Arqueo una ceja.

—Los unicornios vuelan —mascullo —. Haré de cuenta que te creo, Olivia.

Olivia está más roja que un tomate.

Vamos, soy mujer y entre nosotras nos damos cuenta cuando queremos ligar con alguien. Más si es un tipo como Koa, caliente como el fuego.

—De verdad es financiero —sigue mintiendo —. Me harías un favor al dárselo.

Asiento.

Ya no perderé más el tiempo, el café se enfriará y cuando vas de compra debes tener un poco de energía. Por eso tengo dos cafés en la bandeja.

Tengo que encontrar justo lo que busco.

—Está bien —forzo mi mejor sonrisa y mi cara de ángel —. Ten feliz resto del día, Olivia.

Olivia se relaja un poco.

Tonta.

—Tú igual, Bella.

La dejo mirando en dirección a mi tío que sigue tecleando algo en la pantalla, muy ajeno a todas las bragas que está dejando húmedas en este local.

Reacciona apagando el móvil para guardarlo en la chaqueta de cuero.

Me da una cálida sonrisa que devuelvo al instante.

—Aquí tienes, media de azúcar como te gusta.

Lo conozco muy bien.

Me puedo declarar su acosadora, nadie puede abrir mi galería del móvil. Sé que le gusta comer bastante, le gusta la cerveza, también un buen pollo horneado con higos, acompañado de tajadas de plátanos maduros, pepino y zanahorias.

La tentación de lo prohibido ©Where stories live. Discover now