Capítulo 5

7.9K 549 120
                                    

Koa.

Decir que estoy tenso por recordar es solo la trigésima parte de cómo me siento, si de por sí desde esa noche me he sentido fatal conmigo mismo y mis principios, cada vez que en emboco dicho momento, la palabra correcta para describirme es fatal.

Bella es la sobrina deseada, fue mi primer amor paternal, la sostuve en mis brazos cuando nació, una pequeña rubia de ojos aguamarinas, piel suave y mejillas rosas, me acuerdo como justo ahora, mi hermano estaba tan emocionado, nacería la princesa de la casa, a mí me emocionó siempre que llegara, la había sentido patear dentro del vientre de su madre.

Yo vi como cada día la rubia que abrazo justo ahora crecía.

Bella es la princesa de nuestros corazones, le encantaba jugar siempre a la cocina, desde pequeña le gustó ese arte. En más de una ocasión fui arrastrado a la casa del árbol para jugar con ella, algo gracioso, un hombre de mi tamaño jugando con una pequeña niña que no era del largo de mis brazos, mis pies colgando fuera, mi torso inclinado para no golpearme la cabeza.

Bella es muy importante para mí.

Es una criatura que aparte de ser preciosa, es dulce, es atenta, cariñosa, es una chica risueña, ella siempre ha demostrado cuánto ama la vida y aprovecha el tiempo.

Simplemente las cosas cambiaron la noche de su cumpleaños dieciocho, la había visto distinta los últimos años, pero era algo normal, Kaumaca ha crecido, es una mujer, ya no es una niña y nada parecido. Ciertamente Kaumaca ha sido muy desarrollada tanto mental como físicamente, esto último desde sus doce años empezó a prevalecer y me sentía extrañado, si bien ella pasaba cada tiempo que venía luego de haberme casado y que naciera Koi, estaba a mi lado, pero ya no la niña, sino la adolescente, la mujer que se ha desarrollado con los años.

Un año después de que llegara Koi, vino Kaili, no les gustaron ninguna de mis ex esposas, no la juzgo, ambas no son las personas más agradables, me llevo con ellas por mis hijos, de todas formas, no le gustaba ninguna chica con la que andaba.

Así fue como entendí el día de su dieciocho cumpleaños, que Kaumaca estaba atraída por mí, fui sorprendido por un beso en la parte trasera de la casa, estaba platicando con ella sentada sobre mis piernas, se sentía desplazada por la que era mi antigua novia y que hoy está muerta.

Trataba de explicarle que nunca nadie le quitará su lugar en mi corazón.

—Yo te amo, Kaumaca, eso nunca pasará.

Recuerdo perfecto como sus ojos se iluminaron, no sentí ni tiempo, tampoco espacio, mi error, porque cuando fui consciente yo estaba besando a mi sobrina, la primera niña de mis ojos y la segunda mujer de los mismos.

Yo tengo tres mujeres importantes, mi madre, mi hija y mi sobrina, respeto desde luego a mi cuñada.

Fui cruel con ella fui rudo.

—La culpa no fue solo tuya, Kaumaca —digo después de un largo silencio donde la tengo pegada a mi pecho.

Sigue oliendo como siempre.

—No tienes que culparte por mis estupideces, Koa —masculla tomando muy duro el mango en sus manos.

La hago girar entre mis brazos, trata de alejarse, pero no se lo permito, debimos tener esta conversación hace mucho tiempo.

—Eras sólo una adolescente ilusionada, kaumaca, no puedo culparte por ello, yo tuve culpa al no aclararte que mi amor por ti es tan puro como el que siento por Koi y Kaili, entiende que por ustedes tres, doy todo con tal de que estén bien.

Ondea y mi mirada, sus ojos aguamarinas escudriñando los verdes claros míos, son tan claro que me han considerado algo de fenómeno cuando lo ven de cerca.

La tentación de lo prohibido ©Where stories live. Discover now