Capítulo 17. Encanto

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SARAWAT

Esto es una locura, lo sé. No deberíamos hacer esto cuando hay muchas personas afuera pero mi cuerpo parece estar funcionando de forma independiente a mi cerebro. Cuando él me toca así, no hay nada más que hablar. Tine parece estar deseoso de dejarme saber que soy suyo y ese sólo pensamiento basta para hacerme olvidar todo lo demás.

¿Qué más da que estemos encerrados en mi camerino haciendo cosas que no debemos hacer? Ya es muy tarde para detenerme. No quiero detenerme. No ahora que sus dedos recorren mi espalda, bajan por mis glúteos y los aprietan subiendo la temperatura del camerino a tal grado que él y yo bien podríamos incendiarlo a fuerza de besos y caricias de este tipo. Me separo solo un poco de su cuerpo y con una facilidad asombrosa retiro su camisa, dejando su piel suave y cálida a merced de mis manos que se apuran a recorrerla, que quieren hacerla entrar en calor.

— ¿Esto va a suceder cada vez que estés celoso?— le pregunto de forma entrecortada.

—No estoy celoso— me dice interrumpiendo apenas sus besos en mi cuello para dejar que las palabras broten de sus labios.

—Bueno, no estás celoso pero si yo te viera besando a alguien del modo en el que yo tuve que hacerlo, en serio estaría muriéndome de celos...

—Buenas noticias, Wat— dice él pegándose más a mí—: el único al que tendré que besar en ese set es a ti. Dios, ya quiero besarte en frente de todos para enseñarle a ese estúpido cómo se hace un buen trabajo...

— ¿En serio no estás celoso?

—Claro que estoy celoso, pero no dejes que se te suba a la cabeza— dice él mirándome a los ojos y en serio, me voy a derretir de un momento a otro—. Y ahora, ¿podemos concentrarnos? Tenemos el tiempo contado, mi amor...

Me río de las palabras temblorosas de Tine y decido que su pantalón estorba mucho. Mis manos lo bajan de un solo tirón y él se pega más a mi cuerpo, frotándose en mi entrepierna, urgiéndome como siempre a continuar con la diversión con menos ropa y vaya si voy a compensarlo porque sé que debió haber sido horrible verme besando a alguien tan desagradable como Mil. De forma rápida, obedeciendo a los dedos de Tine que se cuelan por debajo de mi ropa, me deshago de mi camisa y él se encarga de desabrochar mi pantalón.

Hago todo lo posible por acallar el gemido irreprimible que sale de mi boca cuando Tine retira de un tirón mi trusa negra y empieza a despertar el centro de mi cuerpo con sus dedos y esa parte de mi cuerpo responde con vigor y entusiasmo a las caricias de su único dueño.

Le doy vuelta a Tine entre mis brazos y soy yo ahora quien recarga su espalda en la pared. Tine sigue con su trabajo sin dejar de besarme, sus manos haciéndome retorcerme de excitación, su cuerpo delgado pero firme y encantador al contacto de mis manos, resbala por el mío sin que su boca deje de besarme, sin que su lengua deje de enredarse en la mía, acariciándome por completo, mojando mis labios con el dulce de su saliva, inundando mis oídos con la cadencia de sus gemidos al sentir mis manos bajando ahora su bóxer y comenzando a explorarlo.

Dios, alguien va a escucharnos. Sé que van a escucharnos y aunque no debería ese pensamiento me hace sentir más excitado que asustado. Tine rompe nuestro beso y con mucha calma a pesar del deseo que vuelve a inundarnos, empieza a besar mi cuello dejando un rastro húmedo por donde sea que sus labios pasen. Yo cierro los ojos y me entrego a la enloquecedora sensación que es sentir sus manos afanándose en el centro de mi cuerpo, sus labios besando y mordiendo mi vientre, su lengua explorando mi ombligo, su boca tan cerca del origen de mi pasión, tan malditamente cerca. Tine se detiene un momento, está totalmente a mis pies, sus manos dejan de acariciarme y sin darme oportunidad de nada más, vuelve a posicionarme contra la pared y toma mis manos impidiéndome tocarlo, impidiéndome tocarme, y juro que su intento por castigarme es malditamente excitante.

Fake ItWhere stories live. Discover now