Capítulo 27. Fiesta

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PAM

El jardín de la casa de mi mejor amigo nunca antes había estado tan bello ni tan lleno de gente. El sol de la tarde se esconde en el horizonte haciendo que el cielo combine a la perfección con el dorado de las hojas de los árboles del jardín y los matices rojos, rosas, amarillos y blancos de las rosas que Sarawat plantó aquí.

El día de hoy es una fiesta. Mis ojos pasean por todo el lugar y se detienen un momento en los futuros esposos. Sarawat habla serenamente con Aof, mientras Tine y su madre platican alegremente.  Se nota que la mujer está orgullosa del hijo que tiene y que apenas pude contener las lágrimas. Tine sonríe y no puede evitar que sus ojos  vayan de vez en cuando a toparse con la espalda de Sarawat, quien vestido en su impecable traje negro, asiente lentamente a las palabras de nuestro querido director, quien como lo hizo conmigo hace un año en mi boda, entregará ahora al hermano pequeño de Sarawat a la persona que él ama.

Sonrío. Si me pidieran decir quién de los cuatro futuros esposos luce más radiante el día de hoy, no podría decirlo, hoy todos están simplemente... ¿existe una palabra adecuada para describir lo que es más que jodidamente bello? Me río un poco con el pensamiento y Kin, mi esposo, voltea a verme desde la primera fila. En realidad, mi Kin es quien de todos luce más hermoso que nadie, pero claro, no puedo decir eso en voz alta el día de hoy. Kin me sonríe con Gale, nuestro pequeño hijo, durmiendo entre sus brazos y simplemente me ahogo de amor.

Los ojos  de Kin parecen decirme: deja de reírte como loca, todos te están mirando extraño, pero ¿cómo no reírme? Hay tanta felicidad en esta casa el día de hoy, que no puedo contenerme. Suspiro y asiento ante los ojos de mi esposo y dirijo después la mirada hacia el lugar donde Mil y su padre, tratan de contener el torrente de llanto que parece estar ahogando a la mujer americana quien sin duda alguna, es su madre.

Me imagino la felicidad que ella siente al estar en la boda de su hijo, una boda simbólica claro, pero creo que lo que menos importa aquí es un papel. Quizá los padres de Mil planearon verlo así de feliz  toda la vida. Los caminos que toma el amor para manifestarse son extraños, largos, difíciles, pero a final de cuentas, siempre vale la pena caminarlos. Si todo fue un plan o no, lo importante es que Mil y Phukong unirán sus vidas hoy. Y vaya que es extraño mirar a Mil tan serio y solemne como luce el día de hoy. Su traje claro lo hace parecer mayor y su madre, Rose, no deja de tomarle fotografías entre lágrimas, mientras su padre, lo toma por el hombro haciéndole saber con ese gesto lo mucho que lo ama, lo inmensamente feliz que se siente por él.

Felicidad, esa es la palabra. Fiesta, ese es el estado de nuestra vida el día de hoy.

La tarde sigue cayendo sobre todos nosotros, hay ruido por todos lados. Bostezo sin poder evitarlo, pero en serio Kin y yo no dormimos nada desde que Gale se despertó. Sonrío y pienso que es todo un milagro que nuestro hijo siga dormido o quizá, es la felicidad de la que está rodeado ahora lo que lo mantiene tranquilo. Estoy segura de que hasta mi pequeño Gale es feliz hoy. Poco a poco, todos empiezan a sentarse en el sitio que les fue asignado, somos más personas que en mi boda, pero aun así, no se puede decir que esto sea una fiesta descomunal.

Sarawat y Phukong me prohibieron gastarme la herencia que sus abuelos les legaron para organizar esta fiesta, y Rose Ittiporn y Dara Teepakorn estuvieron de acuerdo en hacer de esto algo bello sin caer en lo ridículamente extravagante. Porque lo que importa es el amor y la promesa de lo que mis amigos están festejando hoy y en eso estoy de acuerdo con ellas.

Me quedo un rato más mirándolos a todos, hay gente que me dedica miradas curiosas. Estoy sentada con una guitarra en mis brazos al lado del lugar que preparamos a modo de altar. Casi nadie sabe esta información, pero mi pago por conseguirle aquella primera serie a Sarawat, fue que él me enseñó a tocar la guitarra. Me encuentro debajo de dos arcos cubiertos de flores de colores, telas blancas y destellos de piedras de fantasía por doquier. Me corresponde a mí acompañarlos con  música en el camino que ellos harán dentro de poco para tomar entre sus brazos a su propio destino. La canción no es mía, en realidad, fue un trabajo de quipo entre Sarawat y Phukong. Me río otra vez y Kin se ríe conmigo. Debe saber lo que estoy pensando.

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