Capítulo 35

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Sana estaba en su nueva oficina, es pequeña y a veces se siente sofocada, sobretodo porque tiene un gran ventanal que da vista a la fábrica. No se esperaba algo mejor, la mayoría de sus compañeros tienen oficinas iguales o compartidas, dependiendo del cargo que les otorgaron. Sólo unos pocos chicos lograron un sector de más privilegio, aunque Sana sospecha que ese fue el determinante: Son chicos. Sabe que su puesto tampoco es legítimamente propio, hay una bonificación para las empresas "modernizadas" que deciden incluir mujeres en cargos de peso, Sana en serio espera que Song Mino no se base en ese estandar para elegirla.

Ya realizó la supervisión correspondiente, atendió los asuntos importantes y acompañó a su tutor a sus reuniones, sólo le restaba rellenar unos informes tanto de la empresa como de la universidad, aunque la hora delataba que pronto debería llevarse todo a casa.

Revisó su teléfono, incialmente para ver la hora, solo cinco minutos restaban para despedirse. Pero se queda en la pantalla un poco más esperando algo, quizás una llamada, o un mensaje, lo que sea. Debe reconocer que ella tampoco ha buscado retomar el contacto en la semana y media que llevan distanciadas, pero Sana espera que, como siempre, su novia tome la iniciativa.

Si es que siguen siendo novias.

Llegó a su cuarto compartido y se encontró a Bambam guardando dinero, ya no se molesta en contarlo, ya ni siquiera le importa. El chico ha notado el cambio de la que considera su amiga, ojos más apagados que de costumbre, ya no hay leves sonrisas, no estaba pegada al teléfono o en una llamada.

— ¿Estás bien? — Lo ha preguntado tantas veces que ya perdió el sentido.

— Sí — Pues la respuesta no cambiaría.

Pero Bambam quería ayudar, ser un futuro médico quizás ponía en él aquel deseo e intención de ayudar a su prógimo, esa vocación. No es el chico más recto, usar drogas siendo un futuro  profesional de la salud no parece consecuente, pero él no puede dejar pasar cosas así en gente que le importa, aunque no lo demuestre.

— Terminaron, ¿No? — Sana bufó dandole la espalda, recostada en su cama — Ella se lo pierde — Trató de animar.

— No, yo me pierdo — Murmuró muy bajo Sana.

— ¿Eh? — Bambam se acercó y se sentó junto a ella — Mira... las relaciones inician y acaban, no puedes controlarlo

— No terminamos — Bambam rodó sus ojos.

— Demonios... ¡Entonces estuve preocupado por nada!

— ¿Qué se supone que haga? Está enojada conmigo

— Duh~ ¿No es lógico? Si está enojada es porque hiciste algo mal, y si hiciste algo mal, debes disculparte

— ¿Disculparme?

— Los problemas no se resuelven solo recostandote en tu cama y siendo miserable, Sana

Y tras decir eso, Bambam abandonó el cuarto con un nuevo encargo entre sus manos.

Sana lo pensó bastante bien.

A muchos kilómetros de distancia, en ese pequeño pueblo con no muchos habitantes, ya era tarde por la noche y no mucha gente estaba merodeando aún, al menos si hablamos de jovenes, pues los bares comienzan a notarse más poblados. La proximidad a la vuelta a clases siempre apaga las noches del pueblo, los estudios deben ser prioridad, quienes están entrometidos en malos pasos necesitan ser discretos.

Dahyun y Chaeyoung eran discretas.

En la oscuridad de la noche se protegían, riendo juntas en un banco justo al lado del bosque, sin querer se había transformado en su lugar habitual y Dahyun ama sentarse allí con su mejor amiga.

Hurts: The Beginning of the Lovely Hurt ‐ Saida/DubchaengWhere stories live. Discover now