Capítulo 15

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Nayeon conocía perfectamente las etapas, primero se trata de aceptación, pertenecer a algo, da igual si no te agrada por completo aquello que estás haciendo o es simple curiosidad, ya diste el primer paso y se vuelve adectivo el tener gente al rededor en sintonía con lo que haces, todos felices, en una burbuja delgada que esperas nunca rebentar. Luego te das cuenta de que lo que haces te agrada, te encanta estar en la burbuja y con más gente dentro, es divertido, en ese paso se quedan muchos y hasta ahí se vuelve algo más controlable, pues tu fijación aún no está en el objeto, sino en la gente. El tercer paso es peligroso, la burbuja a veces amenaza con romperse y no estás dispuesto a volver a la realidad, no estás listo, no sabes llevarlo, el resto comienza a verte raro y algo preocupados por tus fervientes ansias. La cuarta etapa es la peor, estar solo en la burbuja, haciendo lo que te gusta solo, porque te autoconvences de que ya no es la gente, sino el objeto, perder la conciencia solo a gracia del objeto, hacerte daño solo a causa del objeto, porque te has vuelto dependiente al objeto.

Cuando se hacen dependientes al objeto, Nayeon sabe que ha encontrado un aliado fiel, porque ya no tienen nada más que el objeto y lo anhelan, Nayeon se los brinda y ellos nuevamente se sienten parte de algo, que es realmente lo que buscaban en un comienzo. Nunca es divertido huir solo, la comida sabe mejor cuando alguien más está cerca, una fiesta es divertida incluso con sólo dos personas, pero nunca solo, porque nuestra mente nos traiciona estando solos, porque somos seres hechos para vivir en sociedad, esa que tanto odiamos a veces.

Nayeon se prometió nunca depender de un objeto.

— Ya llegué — Avisó Sana cruzando la puerta.

— Te extrañé — Confesó con voz quebrada Nayeon.

—¿Y Jeongyeon? — Sana se aproximó a ella.

— Se fue, trabajos... — Nayeon aguantó sus lágrimas.

Cuando Sana no está, Nayeon se intenta convencer de que aún no cae rendida por la niña que crió, no de una forma romántica, sino de una demasiado fraternal. Ni siquiera por Jeongyeon logró sentir tanto cariño, aún siendo de las personas que más le importan y aún así trata con desprecio, por qué con Sana no logró ser igual.

Nayeon se mantuvo bebiendo sola, porque odia discutir con Sana, el alcohol la ayuda a liberarse y expresar lo que en realidad está sintiendo, a pesar de insistirle a Sana siempre que eso es exactamente lo que no debe hacer. Busca crear en Sana una versión mejorada de ella, quiere que tenga una mejor vida de la que ella tiene, pero a Nayeon siempre le ha gustado hacer las cosas a su manera. Si Sana se va por una mejor vida ella no puede permitirlo, es tan egoista que ya se siente propietaria de la menor, no puede dejar que se vaya, quiere disfrutar de Sana ella sola.

Ahí Nayeon se da cuenta que ha llegado a la fase cuatro, cuando se da cuenta que puede llegar a la fase cinco si fuera por Sana.

La fase cinco se lleva tu vida.

Las drogas son algo demasiado bajo y simple para Nayeon, el alcohol se le hace más divertido y pensó que lo controlaría bien, pero nunca creyó la tal ansiedad que crecería en su interior la abstinencia a Sana, que está en la ciudad por semanas.

— ¿De dónde sacas tanto alcohol? — Sana la tomó en brazos y la llevó a su sillón, fuera del sótano, en el living.

— Es un secreto, shh~ — En medio de una risa respondió la mayor.

— ¿No has comido? — Nayeon negó de forma tierna con su cabeza — Debes cuidarte

— ¡Ahg! ¡Lo sabía! ¡Te preocupas por mí! ¡Woohoo! — Festejó la mujer.

— ¿No es obvio? — Suspiró Sana — Tú igual lo haces, te lo debo

— Eres tan linda — La voz de Nayeon se quebró nuevamente — Te prometo, Sana, que hasta mi último aliento de vida voy a cuidarte — La chica asintió suave con su cabeza — ¡Quiereme tú también! ¡Así como yo! — Demandó con brusquedad.

— Sí, lo hago — A Sana la sobrecogía la actitud de Nayeon borracha — Cálmate

— Sabes como calmarme– Nayeon formó un puchero, seguramente sería la burla de clan si la vieran así, Sana suspiró.

— Ya vuelvo — Avisó la menor.

Subió las escaleras hasta su habitación, o ex habitación, buscó en el estante ese pequeño libro que conservaba desde que era muy pequeña, el vívido recuerdo de Seungyoon entregandoselo con una media sonrisa, asegurándole que eso le ayudaría a mejorar su lectura y que a cada año lo comprendería más y más.

Delicadamente lo tomó entre sus manos, bajó la escalera revisándolo de forma superficial, ya se lo conocía perfectamente y simplemente debatía qué poema leer. Nunca entenderá por qué a Nayeon le gusta eso, pero sólo cuando está ebria, pues recuerda de forma clara como sobria espetó en su cara que era una perdida de tiempo.

— Bien, eh... Rima veint-

— No — Cortó Nayeon — Lee la 43

— ¿La 43?

— La 43

Sana tomó aire y comenzó a leer, una lectura bastante plana, a decir verdad, para nada la declamación que merece todo poema estaba presente. Pero la mayor estaba maravillada escuchando, porque era grandioso notar como su pequeña ahora leía fluidamente, sin esas pausas torpes ante palabras un poco más complicadas, sin la roboticidad que caracteriza a un niño al leer sílaba por sílaba. La voz de Sana pronunciando palabras que en realidad para ella son tristes, Nayeon odia que le digan la verdad sobre ella, pero si lo hace Sana, todo cambia de sentido y se siente animada.

La menor en realidad no lo entiende muy bien, Seungyoon tenía razón, cada vez que lo leía lograba hayarle algo más de sentido a cada poema en el libro, aunque aún le faltaba mucha experiencia para comprender los delicados y confusos versos de Gustavo Adolfo Bécquer, ese romántico poeta que parecía escribir de la manera más simple, pero que para Sana siempre ha sido demasiado complicado.

Llegada la hora de dormir es inevitable para Sana leer todo el libro, cada una de las rimas, porque anhela con su ser llegar a comprenderlas cada una de ellas, Nayeon hace mucho está dormida y relajada entre sus sábanas por lo que goza de paz y tranquilidad.

La pone tímida admitirlo, pero el romántico Bécquer parecía tener razón en varios de sus versos enamorados, que convenientemente hoy logra entender.





























N/A: Gustavo Adolfo Bécquer 1 capo, recomendadísimo, 100/10.

la rima 43 se encuentra en multimedia!

Hurts: The Beginning of the Lovely Hurt ‐ Saida/DubchaengWhere stories live. Discover now