Capítulo 38

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Entrada la noche, Sana volvió a la que es su casa sintiendose cansada, no era fácil tener un horario duro de trabajo, estudio y viajar considerable tiempo, era desgastante. Pero puede aguantarlo, por su novia aún puede hacerlo, y las visitas a quién considera su familia siempre la hacen sentir un poco mejor, aunque existan conflictos de por medio.

Entra y ve el sillón de Nayeon vacío, claro, la mayor no está. Jeongyeon le explicó que las cosas están algo atareadas en algunos sectores del país, cubrir el secreto del clan es una tarea imperativa, la jefa tuvo que hacer acto presencial junto a su equipo de abogados. Quizás nunca se explicará a cabalidad la grandeza del clan, y a Nayeon le gusta así, prefiere mantener el bajo perfil de todo su poder y no llamar la atención, arraigada a ese pequeño pueblo, que nadie sospecha, es el centro de operaciones de un trabajo de índole continental, y, quién sabe, quizás a futuro traspase las barreras geográficas y se haga mundial.

Sólo Jeongyeon está enterada de prácticamente todo lo que ocurre, a veces pesa en su cabeza, pero probablemente no lo hace tanto como en Nayeon. Sana sólo está allí una vez más, secretamente preocupada, le preocupa que la jefa se vaya sola y le pase algo, pero no puede hacer nada.

Quién es ella para cuestionar a la jefa.

Se sienta en su sillón suspirando, no puede hacer mucho después de todo, siente a Jeongyeon llegar y dejar caer dos latas de cerveza en la mesa.

— Siempre me pregunto, qué ve ella en esto — Sana tomó la lata con recelo, no, nunca la ha probado — Me dice que ni siquiera lo piense, que es horrible, pero siempre la encuentro ebria

Jeongyeon soltó una leve risa mientras abría su lata, encantada con ver el seño fruncido de Sana hacia la cerveza, logrando entender la curiosidad y frustración de fondo.

— ¿No quieres probar?

— ¿Estás loca? Nayeon te mataría y me mataría

— Pero ella no está aquí

Sana pasó saliva, sí, sentía curiosidad por aquella bebida a la que Nayeon se volvía cada vez más dependiente, ¿Era ella capaz de desobedecer, una vez más, las ordenes de la jefa?

— Bien

El sabor amargo la hizo replantearse la idea, pero la burlona risa de Jeongyeon la hacía simplemente continuar, no se dejaría vencer sólo por un mal sabor. La mayor de la nada reveló todo el alcohol con el que contaba, por supuesto no tocaron nada de la jefa, serían estúpidas si hicieran eso. Pero no hizo falta demasiado, después de unas latas Sana ya estaba mareada, y luego de otras más sus ojos ya parecían somnolientos, Jeongyeon sólo podía reir al escucharla murmurar.

Sana miraba sus propias manos con asombro, se puso en pie y parecía que todo el mundo le daba vueltas, la imagen distorcionada de Jeongyeon al frente, lejos de asustarla, la hizo reir, reir en serio, achicar sus ojos y mostrar toda su dentadura en una verdadera carcajada.

— No puedo creerlo, eres igual a Nayeon

A Jeongyeon le sorprendía como, aún sin compartir ningún lazo sanguíneo, la jefa y su hija ilegítima compartían más cosas en común que nadie podría imaginar, cosas tan íntimas o triviales como lo son la mera reacción al alcohol.

La menor trató de caminar en linea recta hacia el baño, pero fracasó en el intento como era esperable. Al volver sentía su sed duplicada, Jengyeon no pensaba frenarla, la dejaría deshacerse de su curiosidad en el lugar más seguro donde puede estar. Sana se tomó las mejillas notando el calor que estas expelían, sonrió nuevamente.

— Pareces un tomate

— ¿Me veo así cuando estoy con Dahyun? Porque así me siento, al menos por dentro — Jeongyeon soltó una carcajada nuevamente — La amo mucho, sí, la amo, no me da pena decirlo, estoy enamorada, estoy malditamente enamorada y Nayeon tendrá que aprender a vivir con eso — La mayor suspiró.

— Sí... eres igual a ella ebria — Una vez más, la mujer era un pañuelo de lágrimas — Estoy de buen humor, te escucharé, Nayeon siempre habla de lo mismo

— Estoy taaaan~ enamorada, que soy capaz de pararme frente a Nayeon y decirle que me iré, que me iré para no volver, que odio este estúpido clan que me obliga a hacer cosas que no quiero. ¡No! ¡Yo no quería poder! ¡No quería dar miedo! ¿Por qué le cuesta tanto sólo quererme? — Jeongyeon ladeó su cabeza — ¿Ella me quiere? A veces lo dudo... sólo me intenta manipular como lo hace con todos aquí, y yo soy la estúpida que siempre cae

— No digas eso, eres probablemente la única persona que aprecia

— Ya no le creo, es imposible, ella es incapaz de sentir amor, ella odia el amor, ¿Por qué lo sentiría por mí?

— No lo entiendes, Sana

— ¿Y por qué nadie me lo explica? Huh, no se puede, otro maldito secreto de la jefa

— Ella odia que te refieras así a ella

— Pero es mi jefa — Sana sintió su pecho doler, bajó la vista tratando de ocultar las lágrimas — Y eso siempre será así

Jeongyeon suspiró volteando la vista, esperaba algún episodio gracioso, a Sana hablando sobre su primer noviazgo o que quizás hubiera tenido intenciones de ir tras su novia a esas horas, no que hablara de Nayeon.

Son iguales.

Incluso ebrias seguían hablando la una de la otra, Jeongyeon se sentía en medio de una escena en la que no puede interferir, escuchando los lamentos de Nayeon respecto a Sana y los de Sana respecto a Nayeon.

— Estoy harta del clan, Jeongyeon, sólo quiero una vida normal — Las lágrimas ya adornaban su rostro.

— Sabes que es imposible

— ¿Y si te dijera que puedo conseguirlo para finales de año? — Sus ojos se conectaron — ¿Que podría irme lejos? ¿Formar mi propia vida? ¿Ser una adulta común y corriente?

— Te rastreará

— ¡Por favor! — Sana gateó hasta estar de rodillas frente a Jeongyeon — ¡Sin ti no podrá hacerlo! ¡Ayúdame! ¡Quiero irme de aquí! ¡Estoy atrapada en esto contra mi voluntad! ¡He sido la única que no eligió esto! ¡Todos aceptaron! ¡A todos se les pidió consentimiento! ¡Ella sólo me arrastró aquí!

— E-Ella te salvó... recuerdalo — La mayor desviaba su vista, era desgarrador ver a Sana.

— En mis 22 años de vida, nunca pude recordar qué supuesto daño intentó hacerme mi padre — La mujer estaba nerviosa — ¿Qué intentó hacerme? Ya soy lo suficientemente mayor, pero ella sigue guardándolo como secreto, ¡¿Qué hizo?!

— No es sólo tu padre, también fue tu madre, a su nefasto cuidado hubieras probablemente muerto — Intentó distraer el tópico.

— ¿Qué hago entonces? ¿Dar gracias por estar viva? — Sana se levantó como pudo — No lo haré, Jeongyeon, no de esta manera

La chica se alejó, subiendo las escaleras como pudo, el sueño la había golpeado y sólo añoraba su cama para dormir.

Jeongyeon se quedó sola, suspiró antes de comenzar a limpiar todo rastro de lo que allí ocurrió, aunque de su mente probablemente nunca se borraría. Si Sana se iba, sabía que sería el definitivo fin de Nayeon, la jefa ama tanto a la chica que tenerla lejos probablemente la terminaría de destruir, la inquebrantable Im Nayeon se rompería en mil pedazos si Sana se va, Jeongyeon está segura de eso.

Pero la joven tiene razón en muchos puntos y eso la mayor lo sabe, los secretos de la jefa no son su responsabilidad, no puede revelarlos, pero sabe muy bien el efecto que estos podrían tener, y los recuerdos golpean su cabeza con fuerza.

¡Jeongyeon! ¡Lo maté!

Cerró sus ojos con fuerza, deseando con todo su corazón que Sana haya cerrado también bien sus ojos y tapado bien sus oídos cuando la persecución ocurrió, aunque la joven ya lo había dicho, no recuerda nada.

¿Le hizo algo? ¿Le hizo daño?

Siempre sentirá culpa por Sana, una chica de apariencia dulce y que sin dudarlo lo hubiera sido, si tan solo le hubieran dado la oportunidad.

No... no le hizo nada, no hacía nada

O más bien, si no le hubieran arrebatado la oportunidad.




































N/A: wenas tardes

Hurts: The Beginning of the Lovely Hurt ‐ Saida/DubchaengOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz