Capítulo 39

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Sana está de vuelta en la cuidad, aún encerrada en su oficina trabajando, de vez en cuando revisa su teléfono por si es que Dahyun le habló o algo por el estilo. Una chica entra en su oficina y le entrega un café, no es algo especial, debe hacerlo por cada estudiante allí, pero busca la mirada de Sana incesante para entablar una conversación. Pero la joven universitaria es demasiado tímida e inexperta para entenderlo, y frunce el seño al notar que su servilleta trae un número de teléfono consigo.

Lo botó a la basura sin darle muchas vueltas.

Su mente estaba demasiado llena de Dahyun como para siquiera plantearselo, además, nunca alcanzó a comprender que ese número de teléfeno era de la chica, e iba dirigido a ella.

Le contó la extraña anécdota a Bambam, explicando teorías extrañas, de cómo alguien pudo haber olvidado un número de teléfono en una servilleta, lo descuidada que fue aquella persona, y Bambam estuvo a punto de darle sentido a aquellas palabras, hasta que Sana explicó que la chica que le entrega su café siempre la ve raro.

— Eres una tonta

Sana se quería quejar, pero Bambam comenzó a explicar de inmediato lo que significaba aquella acción. Sin querer, sus pensamientos fueron a Dahyun, como la menor le dio su teléfono de una parecida forma, un pedazo de hoja arrancado de un cuaderno y escrito a la rápida. Sana aún lo conserva.

Aún así, su amigo la felicitó pues Sana reafirmó que repetiría su acción sin pensarlo dos veces, aún sabiendo ahora el significado de todo.

Ya era tarde y ambos se veían cansados, algo común en universitarios a poco de graduarse, pero el trabajo no terminaba allí. Sana estaba distraida cuando Bambam salió, ella estaba investigando por su cuenta los próximos proyectos de las empresas propias de Song Mino, para orientarse acerca de dónde podría estar situado su futuro paradero, además de estar hablando por mensajes con su novia.

Se descuidó, dejó de poner atención a los pequeños detalles de su alrededor, luego comenzó a recordar mejor las palabras de Bambam.

Una entrega grande, por mucho dinero.

El mes acabaría más rápido.

Un callejón alejado de la universidad, junto a un club.

Sana saltó en su lugar, tomó el pasamontañas que guarda en su cómoda y sacó las manoplas que esconde debajo del suelo, en una pequeña tabla suelta que encontró hace mucho. Salió apresurada de la recidencia, esperando ver un taxi, pero la noche era demasiado avanazada y poca gente estaba en los alrededores, el próximo taxi probablemente llegaría demasiado tarde.

Corrió, corrió como nunca antes lo había hecho, el corazón en la garganta asustada de lo que le pueda pasar a su ya considerado amigo, la imagen del chico asesinado por Jeongyeon repitiendose en su cabeza, no puede permitir que eso pase, ella no es como Nayeon, ella no enviaría a Bambam a morir.

Reconoce el lugar, sabe que entró a territorio peligroso, ese no es su sector, no es su lugar, su espacio, allí es una forastera y no dudarán en abrir fuego contra ella si da las suficientes razones. Pero mantuvo su paso, incluso más rápido que antes, por primera vez agradace el duro entrenamiento físico que Nayeon le dio, en su mente repasaba sus tácticas de lucha porque estaba segura de que sería necesario.

Y escuchó un grito de dolor.

A través de los callejones siguió el sonido inconfundible, la voz de su amigo, su compañero de cuarto, que no se escuchaba para nada bien. Trata de hacer trabajar su cabeza, las calles que conocía de ese sector, trató de usar el mismo juego que cuando está en el pueblo, Nayeon se lo enseñó como método de ataque y emboscada, nunca pensó usarlo como defensa. Logra visualizar el club y base central del clan contrario, no están ni cerca de allí, pero ellos lavan el dinero en los numerosos clubes que en el sector hay.

Divisa el callejón con un auto fuera, en su mente ya está la ruta de escape.

— ¡No te lo repetiré! ¡Quién te envió! — Otro golpe directo al rostro del chico, quié aunque quería hablar, ya no podía.

— Yo

Habló calmadamente Sana, porque ya usó su discreción antes para notar como los tres chicos no iban siquiera armados, sino ya hubieran amenazado a Bambam con ello.

Con sus manoplas fue algo más simple, de un golpe certero en el rostro podría ser capaz de desfigurarlos, no era esa su intención, pero ahora le da sentido a las palabras de Jeongyeon.

Era ella o ellos.

No se salvó de recibir golpes igualmente, sus reflejos salvaron su rostro esta vez, aunque está segura de haber sentido el aire abandonar su cuerpo cuando le patearon el estómago. Cuando logró someterlos, Sana no pudo controlarase, un ataque de ira la hizo golpear a todo quien se le pusiera en frente, las manoplas tenían sangre proveniente del rostro de los chicos y sabe que probablemente están muy adoloridos y confundidos como para seguir, pero ella no se detenía.

Siente que alguien la toma del brazo y la aleja, es Bambam, quién con su mano señala las llaves que tomó astutamente mientras Sana peleaba. Subieron al vehículo y Bambam condujo en dirección a la recidencia, a base de gritos Sana le señaló otra ruta pues sería demasiado arriesgado abandonar el auto allí, el chico obedeció con sus ojos apenas abiertos debido a la hinchazón de los golpes.

Abandonaron el auto junto a la carretera y corrieron de vuelta a lo que llaman hogar, Bambam se dejó caer en su cama mirando al techo, realmente pensó por un momento que no saldría vivo. Sana vio sus manos, las manoplas bañadas en sangre seguían allí, caminó al baño para retirarla y se lavó esperando que todo rastro ajeno desapareciera, pero al parecer también había sangre propia, pues golpeó tan fuerte y duro que aquellas armas hirieron sus dedos también.

Volvió del baño y vio como el chico seguía en su misma posición.

— No volverás a hacer esto

— Lo siento — El chico le apartó la mirada — Sé que fui torpe, debí notar algo extraño, fue mucho dinero... lo siento, lo repondré — Sana frunció el seño.

— ¿Eres estúpido? ¡Pudieron haberte matado! ¡¿Y sólo piensas en los malditos gramos de cocaína que perdimos?! — Estaba atónita.

— N-No sé... pensé que... sólo eso te importaba

Sana retrocedió un paso, decepcionada de lo que dijo el chico, decepcionada de sí misma, porque no esperaba dejar esa imagen en él, ese era el tipo de impresión que la jefa daba, y los constantes comentarios de Jeongyeon se repetían otra vez en su cabeza.

Eres igual a ella

No, ella no puede ser igual, ella está trabajando para no ser igual.

— Yo lo repondré — Habló nuevamente — Pero no harás esto más, serás un médico, no puedes hacerlo, y no... dejaré que algo así te pase nuevamente... — Pasó saliva tímida — Eres mi amigo — Dijo con un hilo de voz — Si te pasara algo por mi culpa... me haz ayudado mucho, no puedo permitirlo

El chico no pudo responder, fue sobrecogedor escuchar a Sana hablar, y la contraria tampoco esperó una respuesta, sólo buscó un botiquín y curó las heridas de ambos.


























N/A: me compré 1 poster de sana y ahora soy muy feliz

ah, y no queda muxo para el final

Hurts: The Beginning of the Lovely Hurt ‐ Saida/DubchaengWhere stories live. Discover now