3- Las Clases de Pociones y Vuelo

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Los murmullos siguieron a Harry Potter desde el momento en que salió del dormitorio.

Los alumnos que esperaban fuera de las aulas se ponían de puntillas para mirarlo, o se daban la vuelta en los pasillos, observándolo con atención.

En Hogwarts había 142 escaleras, algunas amplias y despejadas, otras estrechas y destartaladas.

Algunas llevaban a un lugar diferente los viernes. Otras tenían un escalón que desaparecía a mitad de camino y había que recordarlo para saltar.

Después, había puertas que no se abrían, a menos que uno lo pidiera con amabilidad o les hiciera cosquillas en el lugar exacto, y puertas que, en realidad, no eran sino sólidas paredes que fingían ser puertas.

También era muy difícil recordar dónde estaba todo, ya que parecía que las cosas cambiaban de lugar continuamente. Las personas de los retratos seguían visitándose unos a otros, y estaba segura de que las armaduras podían andar.

Si detestaba a alguien, le quedaba corto a Peeves, me hacía burla, pero también había alguien peor, el celador, Argus Filch. Me encontró entrando al pasillo prohibido del tercer piso.

Filch tenía una gata llamada Señora Norris, una criatura flacucha y de color polvoriento, con ojos saltones como linternas, iguales a los de Filch. Patrullaba sola por los pasillos. Si uno infringía una regla delante de ella, o ponía un pie fuera de la línea permitida, se escabullía para buscar a Filch, el cual aparecía dos segundos más tarde. Filch conocía todos los pasadizos secretos del colegio mejor que nadie (excepto tal vez los gemelos Weasley), y podía aparecer tan súbitamente como cualquiera de los fantasmas. Todos los estudiantes lo detestaban, y la más soñada ambición de muchos era darle una buena patada a la Señora Norris.

Tenía que estudiar los cielos nocturnos con telescopios a medianoche, y aprender los nombres de las diferentes estrellas y los movimientos de los planetas.

Tres veces por semana íbamos a los invernaderos de detrás del castillo a estudiar Herbología, con una bruja pequeña y regordeta llamada profesora Sprout, y aprendían a cuidar de todas las plantas extrañas y hongos y a descubrir para qué debían utilizarlas, las clases las compartía junto a Ravenclaw.

Pero la asignatura más aburrida era Historia de la Magia, la única clase dictada por un fantasma.

El profesor Binns ya era muy viejo cuando se quedó dormido frente a la chimenea del cuarto de profesores y se levantó a la mañana siguiente para dar clase, dejando atrás su cuerpo.

Binns hablaba monótonamente, mientras escribía nombres y fechas, y hacia que Elmerico el Malvado y Ulrico el Chiflado se confundieran.

El profesor Flitwick, el de la clase de Encantamientos, era un brujo diminuto que tenía que subirse a unos cuantos libros para ver por encima de su escritorio.

Al comenzar la primera clase, sacó la lista y, cuando llegó al nombre de Harry, dio un chillido de excitación y desapareció de la vista.

La profesora McGonagall era siempre diferente, era estricta e inteligente, nos habló en el primer momento en que nos sentamos, el día de su primera clase.

-Transformaciones es una de las magias más complejas y peligrosas que aprenderán en Hogwarts -dijo-Cualquiera que pierda el tiempo en mi clase tendrá que irse y no podrá volver. Ya están prevenidos.

Entonces transformó un escritorio en un cerdo y luego le devolvió su forma original.

Todos estaban muy impresionados y no aguantaban las ganas de empezar, pero muy pronto se dieron cuenta de que pasaría mucho tiempo antes de que pudieran transformar muebles en animales.

Enamorada de Potter (Harry Potter y tu)Where stories live. Discover now