Capítulo 4

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Durante la noche, Vesta y Borja se refugian del frío nocturno en una pequeña cueva no muy lejos de un río.

—Esto sería más fácil si no sintiera frío por las noches —Comenta la joven, mirando una llama azul en la palma de su mano —tres años y aún estoy aprendiendo a usar la magia de Stolas —Fianliza cerrando el puño y apagando el fuego.

—Aprenderás a controlarla en algún momento.

—No quiero aprender a controlarla —Su voz suena molesta —Quiero mi magia. La quiero de vuelta.

La magia de Stolas fue la que le dio el nombre de "Brujo del engaño". Un fuego que no es fuego crea la ilusión de lo que su portador quiera. Puede ser tan poderosa para algunas cosas como falsa para otras.

Lo que ocurrió tres años atrás en el bosque de los demonios es una de las cosas que aquella magia puede hacer. Pero a pesar de su forma, las llamas azules no son capaces de emitir calor alguno, por lo que con el tiempo, Vesta se ha tenido que acostumbrar a esta.

—¿Crees que los demás se molesten por habernos marchado sin ellos?

—Es probable —Responde Borja —Pero es mejor así. De haberlos traído solo habrían causado problemas.

—Supongo...

Borja camina hasta llegar junto a Vesta para abrigarla con su pelaje, a lo que ella responde con acomodarse para dormir.

—Buenas noche.

—Descansa, niña.

A la mañana siguiente, Vesta despierta junto con el sol como cada día y permanece inmóvil al ver a Borja con la cabeza reposando en el suelo hasta que nota que lo observa.

—¿Lista para seguir? —Vesta asiente antes de levantarse.

Luego de comer algo de lo que trae en su bolso, Vesta está lista para su segundo día de viaje junto a Borja, quien luego de levantarse, se inclina un poco para que la chica suba a su lomo.

—¿Qué habrá más adelante? —Pregunta Vesta mientras Borja retoma la dirección. 

—Supongo que tendremos que averiguarlo. Aunque me hago la idea de lo que puede haber.

—El sujeto de ayer parecía muy molesto de vernos ahí.

—La mayoría de los humanos son territoriales.

—Ya veo... —Se recuesta sobre el lomo del demonio y deja salir un largo suspiro.

—¿Qué harás cuando encuentres a Stolas y recuperes la magia de Rynna? —Pregunta Borja de improvisto.

Realmente, Vesta no lo había pensado. Desde que había llegado a vivir con las brujas, no se había ocupado de nada más que intentar encontrar a Stolas. ¿Qué pasaría después? Esa pregunta nunca se había pasado por su mente.

Antes de decir algo ante la pregunta del demonio, Vesta se distrae con unas pequeñas y maravillosas criaturas. Un par de conejos que pasan corriendo frente al demonio. La joven los observa en silencio hasta que simplemente desaparecen en un agujero en la tierra.

—¿Cuál es mi propósito? —Pregunta en voz baja.

Vesta se da cuenta de lo que acaba de decir; y solo reacciona para bajar del lomo de Borja y seguir caminando por su cuenta en completo silencio.

—¿Cuál es mi propósito? —Hablaba consigo misma.

Borja decide guardar silencio y seguirla de cerca hasta que salga de sus pensamientos por cuenta propia. Pero antes de que eso ocurra, Vesta se detiene de golpe mirando hacia el frente.

—¿Qué sucede? —Pregunta Borja.

—Parece un niño... —Dice Vesta, apresurando el paso para averiguar si lo que ve es verdad.

Borja la observa llegar junto al pequeño que yace inconsiente en medio de la nada mientras Vesta se arrodilla para tomarlo entre sus brazos.

—Está vivo... —Murmura —¿Por qué hay un niño en este lugar? Oye, despierta —Intenta reanimarlo con suaves movimientos —Está helado, debió pasar la noche fuera.

A lo lejos, Vesta consigue ver lo que parece una cabaña un poco más pequeña que la del día anterior. A pesar de su miedo por averiguar qué clase de humanos habitan ese lugar, no lo piensa dos veces para dirigirse a ese lugar en busca de ayuda.

—¿Por qué hay un niño en este lugar?

—Mamá... —Murmura el pequeño.

—Tranquilo, estarás en el bien —Dice Vesta para intentar calmar al niño.

Aquella sensación le resulta extraña; pero Vesta está dispuesta tratar con personas si con eso puede ayudar a ese pequeño que tiembla en sus brazos debido al frío.

Por su parte, Borja no hace más que solo observar a Vesta desde atrás mientras la sigue de cerca. Sabe que no hay nada que pueda hacer para que ignore su instinto de querer ayudar a otros. Quizás, aquello pueda ayudarla a encontrar la respuesta a su pregunta.

—¡Ayuda! —Grita Vesta en cuanto llega a la cabaña —Por favor...

Al asomarse por la ventana, Vesta se da cuenta de que la cabaña está vacía. La desesperación por querer ayudar al pequeño aumenta cada vez más hasta que Borja llega a su lado.

—Esto nos está retrasando —Dice Borja.

—No podemos dejarlo aquí. Podría morir si no lo ayudamos —Vesta voltea para encontrarse a un Borja en forma humana.

—¿Se les ofrece algo? —Una voz masculina llama la atención de ambos

La joven bruja y el demonio miran a un chico un poco mayor que Vesta asomarse por la parte trasera de la cabaña. Su mirada seria y su postura no lo hace parecer muy amigable; pero Vesta no tiene otra opción más que acudir a él. Borja lo mira con seriedad a medida que se acerca a la chica.

El Bosque De Los demonios (3): La Búsqueda De Vesta Where stories live. Discover now