Capítulo 27

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Luego de un día entero de viaje sin descanso, Fey se atreve a despertar a Vesta, quien duerme apoyada en él bajo su brazo.

Al despertar, la chica fija la mirada en una casa ubicada en medio de la nada a las afueras de un pequeño bosque.

—Llegamos —Dice Fey con desanimo —Esperen aquí.

Vesta y los demás demonios ven cómo Fey camina hasta quedar frente a una puerta, en donde parece debatirse si tocar o no. Pero no tiene otra opción.

Luego de unos minutos de espera en el lugar, la puerta se abre dejando a Fey frente a un hombre de cabello gris y ojos pardos, que no dejan de ver  los ojos del mismo color del joven. Entonces el hombre se atreve a hablar primero.

—¿Fehu? —Pregunta esperanzado —¿En verdad eres tú?

—Hola papá. Sí, soy yo...

El joven no puede evitar sorprenderse al ver al hombre rodearlo con sus brazos firmemente para luego acariciar el cabello de su nuca con una mano. Sin embargo, el joven no corresponde el gesto.

—Ha pasado tiempo desde que...

—Bastante —Interrumpe Fey —Seré franco. No vengo aquí de visita. Necesito tu ayuda, que respondas preguntas, y que las respondas con las verdad. —El hombre mira a su hijo completamente desconcertado hasta que lo ve colocar un objeto frente a él —Quiero que me digas qué es esto.

—¿De dónde lo sacaste?

Fey voltea hacia donde se encuentra Vesta con aquel lobezno en los brazos, mientras Lanch y Lonch permanecen detrás de ella sin molestarse en ocultar su verdadera forma.

—Fehu ¿Qué significa todo esto? ¿Cómo es que...?

—Por favor —Habla Vesta —Necesito su ayuda. Fey dijo que...

—¿"Fey"? —Pregunta el hombre.

—Hablemos adentro. No sabemos si alguien nos siguió.

—¿Cómo que si alguien los siguió?

—Nos topamos con un hombre acompañado por un demonio. Él lanzó esto y el demonio en los brazos de Vesta no despierta.

—¿Qué sabes de todo esto?

—Nada. Por eso estamos aquí. Porque estoy seguro de que tú sabes algo sobre todo "esto". O más bien, sabes demasiado.

El hombre mira al joven con seriedad antes de desviar la vista hacia la chica y las criaturas que la rodean. Entonces termina por hacerse a un lado para dejarlos entrar a su hogar.

En el interior de la casa, Fey nota que el lugar no ha cambiado absolutamente nada desde que se marchó ya hace mucho tiempo. Los recuerdos comienzan a invadirlo; pero esto es interrumpido por la voz de su padre.

—Está bien. ¿A qué han venido realmente?

—Queremos que nos digas cómo despertar al demonio. —El hombre permanece con una expresión incrédula ante la petición de su hijo.

—Esto debe ser una...

—Hablo enserio.

—Señor —Dice Vesta —Por favor se lo pido. Ayude a Borja.

Al oír ese nombre, el hombre comprende sobre a quién tiene frente a él. Mira al cachorro, y luego mira a la chica.

—Eres ella. La bruja a la que la calamidad protege.

—¿Cómo sabe de nosotros? —El hombre permanece en silencio sin dejar de ver a la chica. Luego de un profundo suspiro, dirige su mirada a su hijo.

—¿Querías respuestas? Es hora de responder a todo.

—Mejor tarde que nunca —Dice Fey, con una expresión seria mientras mira al hombre.

...

En alguna parte, el hombre acompañado por el demonio, permanece de pie frente a una celda en donde un pequeño niño se mantiene oculto entre la sombra de una de las esquinas del frío lugar.

—Contigo conseguiremos nuestra libertad —Dice el hombre, antes de abrir la reja para meter a Mirilia —Con ustedes dos podré completar mi promesa.

Antes de irse, el sujeto mete la mano en un pequeño saco y arroja una especie de polvo gris sobre la loba, quien inmediatamente parece reaccionar a eso hasta despertar.

—No debiste despertarla —Dice el demonio.

—Es un demonio blanco —Dice el hombre —No hará gran cosa. En comparación con los demás, es completamente inútil.

Al quedar a solas, el niño sale de su escondite para dirigirse cuidadosamente hacia la loba.

Ya junto a ella, Mirilia observa al pequeño con un poco de recelo. Pero poco a poco comienza a cambiar su expresión. En él puede ver miedo, pena, dolor. En su carita tan inocente, el pequeño refleja aquello que Rynna le dijo una vez proteger. Una vez de pie, el demonio blanco procede a hablar con su nuevo protegido.

—Me llamo Mirilia —Dice con voz dulce —No temas, yo te protegeré —El niño no hace más que solo mirarla algo sorprendido y con ojos brillantes —¿Cuál es tu nombre, pequeño?

—Yo... Mi nombe... —Balbucea —Me... Llamo Stolas...

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El Bosque De Los demonios (3): La Búsqueda De Vesta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora